Capítulo 49
1188palabras
2023-09-23 19:24
Las campanas anunciaban que había llegado las 10 de la noche, los mestizos de sangre negra se dirigían a la Capilla en dónde se realizará el culto, aquella noche que ocultaba los anhelos más profundos de aquellos que se sentían en una prisión, los Desterrados no tenían miedo del paso que iban a dar, aquello no estaba en su genética, pero sabían que si llegaban a descubrirlos los destrozaría, Lillith observaba la Luna, mientras Lilibeth correteando se acercó a su madre, faltaba que sonase una sola campana más, la última campanada que definiría el futuro de muchos Licántropos, que confiaban a plenitud en la loba Blanca.
Aquel sitio en donde estaban se sentía desierta en ese preciso momento, y Dean Ashford había cometido un grave error al confiar en los lobos, cuya Lealtad nunca estaría con el causante de sus torturas, la luna ya brillaba intensamente para que los Mestizos lleven a cabo sus rituales, pero no brillaba de esa manera por ellos, su brillo se debía a que una buena cantidad de Lobos se encontraban a escasos centímetros de cruzar los perímetros, aquello que siempre estuvo tan cerca de ellos, pero les faltaba el valor que en esta noche de invierno ellos habían encontrado.
— Rombel, llevátela hasta el Perímetro que separa el Campo de la Ciudad, espérame en el último asiento del tren, los mismos para ustedes, no se separen - Lillith sabía perfectamente como llevar esta fuga.
— ¿Por qué tardar, por qué no vienes ya con nosotros? - Preguntó Rombel mientras agarraba de las pequeñas manos de Lilibeth.
— Debemos de dejar la fragancia de Lobos, si nos apartamos abruptamente, ellos sentirán la ausencia— Fue allí que los lobos entendieron que Lillith una vez más los estaba protegiendo.
— Vamos - Uno de los lobos se colocó al lado de la loba - Ustedes váyanse ahora, yo me quedaré con la Alfa a realizar el último tramo de esto.— Era el mismo Guardia que Lillith había encomendado proteger el Perímetro Norte aquella última noche que estuvieron en el Territorio de la Hermandad, los desterrados se alejaron bajo la atenta mirada de Lillith, no tenían un reloj, pero el reflejo de la Luna les decía que debían de apurarse, los Mestizos sentían la Fragancia de los lobos, mientras se mantenían envueltos por la atmósfera de aquello que estaban realizando.
Mientras Lillith y el Lobo culminaron con aquello que se propusieron.— Ha llegado el momento Alfa, vamos de aquí.— Expresó el lobo, Lillith le dedicó una última mirada al lugar y Murmuró unas palabras.
— Nos volveremos a ver Dean - sus ojos azules tenían una pizca de maldad, aquellas palabras contenían una amenaza, unos segundos después la loba en compañía de otro lobo habían llegado hasta el perímetro que los separaba de aquel sitio en donde durante 7 años conocieran del dolor, una brava agonía con el que dormían y despertaban, eran serenos, eran como animales domesticados, tan nobles y tan buenos, pero en esa noche se iban, y muchos lo hacen para no regresar; sin embargo, otros como Lillith tenían claro que el retorno era obligatorio.
Las patas de los 2 lobos cruzaron y no sabían si fue una estrella fugaz aquello que se había cruzado ante sus ojos, los latidos del guardia que acompañaba a Lillith parecían desbordarse mientras sentía que el Infierno quedaba a espaldas de ellos, no había porque mirar atrás, y si lo llegan a hacer que sea hasta donde habían llegado, territorios desiertos, ninguno de los 2 animales seguían sin mirar atrás, quizás por el temor de que unos ojos rojos los observé, y de hecho sus temores no estaban muy cerca de que ocurra.
No obstante, no eran un par de ojos rojos lo que los estaba observando, a la par de los pasos de Lillith y su acompañante, otros pasos también los perseguía, sus ojos chocolate tenía al acecho a los dos animales, quizás por la emoción del momento la fragancia de otro nuevo acompañante no fue captada por ambos.
Entonces, algo que si obligó a los lobos a detener sus pasos se cruzó por delante de ellos - Ni un paso más— la voz del Hada se escuchó - Loba, estoy a 5 segundos de dar aviso a mi Amo de tu sucia traición, loba de mierda.
No muy lejos la mujer de ojos chocolate los observaba negando con la cabeza, el Hada era fiel a Dean Ashford y no dudaría en dar aviso al hombre.
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— ¡Su alteza! - Sus ojos amarillos fue visible al darse la vuelta para observar al Guardia que ingresó a sus aposentos.
— ¿Qué ocurre? - Su apariencia única podía hacer temblar a cualquiera, no obstante sus ojos siempre estaban vacíos, carecían de algún brillo o de alguna calidez.
— La Futura Reina ha llegado - Informó el hombre, manteniendo la cabeza agachada ante aquel poderoso hombre.
— Dile que bajo en un momento - Respondió el hombre con una sonrisa cálida, la única que podía llegar a lograr aquella reacción en el hombre impenetrable era la joven Princesa del Reino Monte Zafiro, una aldea llena de hermosos árboles, pero rodeada de un Río, por ende se adquirió aquel nombre.
El hombre se acomodó su prenda, mirándose al espejo un fuerte dolor en el cuello lo había azotado, llevándose la mano de manera inmediata hasta él sitió.
— Ella está cerca, no cometa un error del que se puede arrepentir durante toda su vida - una voz que no se sabe de donde provenía, se escuchaba.
— No hay nada de lo que Killian Vankford se arrepienta, en mi vida nada es tan importante como la Princesa Alana, mi Futura Reina, la única mujer digna de ser mi esposa - Sentenció el hombre, pero entonces en su cuello visualizo unas palabras que hicieron que todo su cuerpo sintiera pequeños temblores.
{— Yo Killian Vankford, Beta de la Hermandad de lobos desterrados 《 La Manada》juró solemnemente que mi sangre derramada significa que el mismo Líquido Carmesí estoy dispuesto a derramar por Lillith Becker, ella es la Loba para el Beta por ella soy capaz de convertir la tierra en cenizas, el Cielo de muchos en Infierno, mi unión con ella significa, el poder, la entereza y la lealtad a la Manada, al amor y a la Luna, mi fidelidad es para ella y para los Lobos.
— Un amor eterno, en esta y en 7 vidas venideras más— aquella voz hizo que el hombre que se miraba al espejo contuviera la respiración.
— Un amor eterno, en esta y en 7 vidas más venideras más— aquella voz femenina suave, estremeció el alma del Hombre —} Perteneces a otra mujer, en esta y en 7 vidas - sentenció la voz.
— Yo renunciaría a todos por Alana, en esta y en 7 vidas más, si yo pertenezco a esa otra, porque no vino a mí, porque estamos separados, quizás el amor de aquella mujer no es tan leal, como el amor de Alana que se mantuvo durante todos estos años a mi lado, Killian Vankford solamente es hombre de Alana Clifford.