Capítulo 22
1714palabras
2023-09-23 19:03
— No porque quisiera, pero mirar a la persona que tenía ante era considerada una falta de respeto, puesto que nadie podía verle el rostro a la mujer que estaba cubierta por una capa Roja en su totalidad, y es que la persona que estaba ante Saúl era la Diosa Luna.
— No he tenido una vida fácil mi Diosa - El Alfa cerro los ojos - Esperó que no se te olvide que mi padre ha matado a mi madre, mi hermano mellizo había muerto, tenía todas las enseñanzas para ser un gran Líder, pero mi hermano ha utilizado trucos para que mi ladre me destierre.
— Nadie tuvo una vida fácil, Saúl, para convertirme en Diosa, yo caminé por el Infierno, el calvario que he vivido me llevo a ser un Licántropo, y el hecho de que seas desterrado no te hace menos líder, pero tu cambiaste de dirección.

- ¿Que pásaste para ser Diosa? - Saúl sin mirar a la mujer había cambiado la dirección de la conversación.
- Ninguno conoce de la historia de la Diosa, ustedes simplemente me veneran por brindarles el Verdadero amor, pero se olvidan de mis Legados - Saúl se mantuvo en silencio, las palabras de la Diosa eran verdaderas, nadie conocía la Historia detrás de la Diosa Luna.
— Mi sueño era ser el Alfa de Rosas de Luna - Murmuró el Alfa - Nadie más que yo sabe cuánto anhelaba ser el Alfa de Rosas de Luna, pero ahora ni siquiera existe.
— Saúl, cuándo cumplí 10 años fui víctima de muchos golpes he crecido sin mis padres en un orfanato, pero la misma había sido demolido siempre limpiaba casas hasta que los niños de mi barrio en dónde dormía encima de cartones empezaron a tenerme como su juguete una noche me habían golpeado hasta matarme, aquella noche recuerdo que era Luna Llena y la luz de la misma había enfocado en mi cuerpo herido, lleno de sangre, en la tierra no conocí ningún brazo que me dé el calor, pero en el lugar en donde estaba me acogió la enorme Luna, su manto se posó en mí, vi mi cuerpo en el suelo y entre sollozos y súplicas intentando de sacar todos los malos recuerdos he conocido a una compañera que me duraría toda la vida y era mi Loba.
— Saúl seguía escuchando - De allí nacieron los Lobos, como regalo de cumpleaños en aquel sitio solitario se encontraban dos lobos más ellos eran mis compañeros entonces como estábamos cerca de Navidad y como nunca tuve regalos de Navidad he decidido probar mi suerte aquella noche, pinché mi dedo índice y allí empecé a escribir mi deseó con mi sangre, le he pedido a Santa Claus y era que en la Tierra los lobos fueran la compañía de aquellas almas solitarias, mi sueño fue cumplido y como un Lobo no puede estar solo con los días que pasaba en el Olimpo y con mis compañeros encontré una posible solución y era la Pareja Predestinada, alguien con quien compartir todo lo que quede de vida, pero nada es perfecto porque también en la vida está el rechazo así como me habían rechazado a mí, ustedes fueron creados a mi semejanza, el sufrimiento de la transformación es dolorosa como los golpes que recibí, el amor y la pareja predestinada es con la intención de que ustedes encuentren su compañía como yo lo había encontrado con mi loba, pero también podían ser rechazados como yo lo fui.
— ¿Quién te cuido y te convirtió en Diosa? - Preguntó Saúl - Tú no estabas sola, por eso has conseguido todo.

— El Olimpo era habitado por Ángeles y Hadas que cumplían sueños y es ahí tambien dónde nace la traición, porque así como a mí me traicionan ustedes traicionan sus Legados y a sus manadas, yo los protejo o hago lo mejor que puedo, pero hubiera deseado que sean leales a su manada, al amor, que no traicionen, pero no todo puede ser posible, para la convivencia a lo largo de los años se había creado más especies dentro de los lobos, pero solamente se asesinan entre ustedes, me decepcionan, tú me decepcionas porque si permití que te desterraran fue para que te vayas por el buen camino, que tomes decisiones es por eso que puse a Killian en tu camino, pero me has fallado, tú, no él, porque él lo tiene todo más allá de sus errores, él conoce la palabra Lealtad.
— Entonces porque no lo has puesto como Alfa, si tanta decepción soy para ti, porque dejaste que Seúl cumpliera su objetivo de lograr que me destierren, porque nunca olvidaré el juego sucio de mi hermano, es esa la razón por la que voy a matarlo - Al momento en que Saúl había expresado aquellas palabras las manos de la Diosa lo agarró con fuerza.
— Me arrepiento de aquel error, pero también todo sucede por algo, no vayas muy lejos porque te costará muy caro, recuerda que tu Lealtad es con la Hermandad, que mis hijos no tienen por qué enfrentarse.
— Has llegado tarde para enseñarnos eso, porque ya nos hemos asesinado entre nosotros y disfrutamos hacerlo y déjame agregar algo más, lo seguiremos haciendo.

— Basto Saúl - A la Diosa le dolía aceptar las palabras del Alfa, pero era verdad los Licántropos ahora no buscaban una compañía, solamente buscaban derramar la sangre de otro Licántropo.
— Solamente, encárgate de brindar el amor verdadero que de destruirlo nos encargamos nosotros - El Alfa siguió su camino dejando a la mujer a solas, no había nada que hacer más que solamente cuidar de ellos desde la Oscuridad, aunque los más débiles serán los que más sufrirán.
- Mañana, la especie de Lobos sufrirá, los actos tienen consecuencias mortales - La Diosa desapareció, los lobos han cambiado, no conocen la Lealtad y la palabra Morir por la manada, ellos prefieren dejar morir a la Manada, la Diosa supo que con Saúl está visita no valió la pena - Los dejaré a su suerte, quien tenga que morir por traicionar lo hará, quien defienda sus legados y a los suyos la Gloria encontrará - Fue la sentencia de la Diosa.
— La Casa de la Manada de Rosas de Luna se encontraba custodiada, ya varios desterrados estaban siguiendo los pasos de Killian, pero para su sorpresa el Alfa que había perdido el Territorio no se encontraba con su Beta y los demás al mando, Killian agudizó sus instintos y salió al exterior que da por detrás de la casa ordeno que Rox no lo siguiera y al momento de salir vio a Lillith con Seúl mientras esté le acariciaba el rostro.
— ¡Lillith! - La voz de Killian era profunda y la mirada del Beta se posó en Seúl, una mirada de claro recordatorio de la advertencia que le había dado, mientras la Loba solamente enmarcó una de las cejas.
— Seúl renunciará a ser Alfa y volver a levantar una manada, él está dispuesto a ser desterrado y que juntos solicitemos un culto de amor a la Diosa, aquella es la Tradición de los Pícaros, tenemos una oportunidad de enmendar el error del pasado - Expresó Lillith mirando fijamente a los ojos de Killian mientras expresaba aquellas palabras.
- Ve a la Oficina de tu manada - Ordenó Killian con furia en su voz y en sus ojos amarillos, aquella orden era par Seúl - No me hagas repetirlo— Agregó el Beta.
— No puedes ordenarle, a él no - Lillith se interpuso en medio de los dos hombres.
— Dame una buena razón para no hacerlo loba - Killian se acercó a ellos con una mirada fría y asesina.
— Seúl, espera por nosotros en la oficina, tengo varios asuntos que aclara con el Beta - Lillith se había dado la vuelta acariciando el rostro del Alfa en cuyo rostro se había dibujado una sonrisa, pero mientras el Alfa sonreía, el Beta estaba por entregar el control a su lobo, Seúl se alejó y segundos después Killian se llevó el cuerpo de Lillith por detrás de uno de los árboles, había que recalcar que aquella parte de la casa estaba llena de enormes árboles.
— ¿Qué demonios quieres? - Lillith se deshizo del agarre del Beta - ¿No te llego a complacer tu mujer? - Preguntó la loba ya no pudiendo contener sus celos.
- ¿Estás celosa? - Killian aspiró la fragancia de Lillith, pero las manos de la loba estiraron con fuerza el cabello del Beta.
— ¿De quién, ah, de ti? - Lillith se burló. Ambos estaban a escasos centímetros y cada segundo que pasaba sus narices estaban más cerca, un pétalo de rosa había volado y el hombre lo había agarrado en las manos, su fragancia era única como la de Lillith.
— ¿Quieres jugar con Fuego? - Preguntó Killian levantando ambas manos de la loba a la altura de su cabeza, dejando que su cuerpo apriete el de la loba por la corteza del árbol.
— Ya son muchas preguntas, tú no tienes ningún derecho de ordenar a Seúl absolutamente nada, porque estas ante la Loba que mañana dominará el Congreso Lobuno.
— Y tú tienes totalmente prohibido solicitar un culto a la Diosa, lo tienes prohibido.
— ¿Ah, sí? - Lillith hizo un puchero encantador - ¿Quién me va a impedir hacerlo? - Seúl es mi primer novio, mi primer amor y yo quiero estar con él - La fragancia de pícaros que estaban desprendiendo en sus alrededores era fuerte, Seúl que se encontraba en las cercanías había sonreído, puesto que aquellas palabras solamente había sido un juego entre ella y Lillith, puesto que él ya había encontrado a una nueva destinada y era Rombel, el Alfa se alejó dejando al Beta y a la loba en su intensa atmósfera.
- Si eres muy valiente vuelve a repetir aquellas palabras - Killian la agarró de la barbilla.
— Si he acabado con un Alfa, ¿Qué te hace suponer que no acabaré contigo? De hecho muerto, la marca deja de tener validez y podre estar con Seúl.
— Tú eres mía Lillith, eres jodidamente mía y ahora te voy a demostrar que me perteneces - Expresó Killian