Capítulo 46
1133palabras
2023-08-08 00:02
Versión de Emanuel.
Esta última semana ha sido una de las más difíciles de toda mi vida. Luego de que Triana se negara a hablar conmigo, me fue imposible explicarle mi situación. Ella es demasiado terca cuando quiere serlo. Solo trataba de hacer lo «ético», lo que ella siempre dice que debería hacer, pero cuando al fin lo hago, no me deja, ¡d*monios!
No creí que llegaría a agradarme, y de hecho pensé que esto era solo otro trabajo. En un principio, me enviaron al campus para hacerme amigo de Cirino y luego matarlo cuando me ganara su confianza. La mejor manera de deshacernos de la manada, sería destruyendo la estabilidad de los Betas, dado que su Alfa, no tenía pareja. La muerte de Cirino mataría al Beta Alpidio, y mi aquelarre podría así atacarlos y destruirlos para que nosotros, los seres mágicos, finalmente pudiéramos practicar la magia libremente y sin preocuparnos por lo que los est*pidos humanos pudieran ver.
Cuando descubrí que el Alfa Gonzalo podría tener una compañera humana, mi misión cambió al instante. Ahora, mi objetivo era entablar amistad con tal chica, para asegurarme de que en realidad fuese la pareja del Alfa. Mi problema fue que, en el tiempo que me llevó esto, me empezó a gustar, y mucho. Se convirtió en una fuente de alegría en mi vida, por lo demás aburrida y monótona. Sus argumentos éticos eran sumamente defectuosos y humanos, pero no pude evitar esforzarme por ser como ella en ese sentido.
Nunca había tenido que ser ético, ya que al aquelarre no le importan una mi*rda las vidas humanas. Solo les interesa su propia magia. Dado que los hombres lobo actúan como guardias de nuestra práctica de la magia, los líderes estaban molestos con ellos y me reclutaron para que los debilitara. De esta forma podríamos prepararnos para una guerra. Sin embargo, ahora siento algo que jamás había experimentado: culpa.
A decir verdad, no pensé que doliera tanto. Ahora, me siento sumamente mal por lo que le hice a Triana. Tenía la orden de matarla, pero en lugar de eso, quise ganar algo de tiempo para descubrir cómo salvarla. Por ser mi gemela, Emanuela de inmediato supo de mis sentimientos, así que me llamó al salir de Vegas la vez que se conocieron.
El m*ldito vampiro probaría al aquelarre si ella era la pareja del Alfa Gonzalo. Se suponía que iríamos a Páramo Rubí, y cuando ella estuviera en peligro, Gonzalo y los miembros de su manada debían aparecer. De esta forma, el aquelarre estaría absolutamente seguro de que Triana era la compañera de Gonzalo. Luego, se suponía que nos ganaríamos más su confianza, haciendo que sin querer compartiera los secretos de la manada, y luego la mataríamos, así de fácil.
Pero de pronto, esa m*ldita cosa est*pida llamada culpa se interpuso en el camino. Triana se sinceró acerca de ser cercana a Gonzalo, y no pude detener el ataque del vampiro a tiempo. Los miembros del aquelarre invadieron el lugar y se negaron a dejarme detener la violencia y ella resultó herida, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. ¡Debió asustarse tanto!
Después de eso me sentí muy mal, creyendo que tuve la culpa de todo; y aunque intenté disculparme, ella no quiso hablar conmigo. ¡Los humanos a veces son tan sensibles! Entiendo que fui partícipe del plan para matarla, ¡pero ella no lo sabía!
Fue entonces que me dieron la orden de asesinarla. Mataría a Triana, mi débil, ética y pequeña amiga humana que me había enseñado más de la vida de lo que nunca imaginé. Sabía que no podría continuar con ello, así que, para ganar tiempo, le lancé un hechizo llamado «somnia in somnus». Este mata a la víctima lentamente, al no dejarla descansar. Sus sueños se plagan de sus peores miedos y, tras unas pocas semanas, finalmente mueren por una combinación de falta de sueño, miedo y tristeza.
Lloré hasta quedarme dormido la noche que lo lancé, y a pesar de que mis superiores me elogiaban porque Triana fallecería lentamente, yo sufría por ella. Vi que seguía enviándome mensajes de texto, pero no podía responderle sabiendo que pronto moriría, y que sería por mi culpa.
Hace dos noches, Emanuela entró en mi habitación en la madrugada mientras estaba despierto escribiendo poemas, algo que solo hago cuando estoy molesto. Debe ser algún tipo de telepatía de gemelos porque supo cuál era el momento exacto para venir.
“Hola, hermanito”, dice ella, dejándose caer a mi lado, y yo aparto mi cuaderno de sus miradas indiscretas y sigo con mi estrofa.
“Literalmente eres solo tres minutos mayor que yo”, murmuro, molesto al ver que ella sigue sacando a relucir este hecho.
“Oh, cállate. Soy mayor que tú y, por lo tanto, más sabia. También sé cuando mi hermano está alterado por algo. Así que dime, ¿por qué estás más deprimido que de costumbre?”.
Dejo de escribir frases en mi cuaderno y lo pongo sobre mi regazo, y ella me da una mirada de complicidad, como si ya supiera todas las respuestas. Pero sé bien que es una sabelotodo, así que no me sorprende. Sin embargo, esta vez ella no sabe lo que está plagando mi mente. Por lo general, es la única persona con la que soy sincero, pero la he estado bloqueando, ya que mi mente está atormentada por la culpa como nunca antes.
“No estoy deprimido”, digo en voz baja, evitando el contacto visual.
“Claro, y por eso estás escribiendo poesía deprimente. Tiene bastante sentido”.
“¿Sabes qué?”, digo, levantando la voz. “¡No sabes ni una m*erda! No necesito contarte todo. Justo ahora, estoy lidiando con muchas cosas, y lo que menos necesito es que vengas y finjas que lo entiendes todo”. En cuando termino mi perorata, mi pecho sube y baja rápidamente mientras respiro.
“Oye”, dice suavemente y toma mi mano. “Tienes razón, no entiendo. Ayúdame a hacerlo, por favor”.
Y le conté todo: desde lo de mi amistad con Triana, hasta cuán culpable me sentía por su muerte inminente. Fue entonces cuando ella ideó un plan, uno quizá muy estúpido y que muy probablemente haría que termináramos muertos, pero que podría salvar a Triana, alguien especial para mí. Ya no me importaban las consecuencias. Todos en el aquelarre se enfurecerían, seguro, pero no me preocupaba. De todos modos, soy más poderoso que la mayoría de ellos.
La noche en que Gonzalo y los miembros de su manada deciden venir al cuartel general del aquelarre, y exigirnos que revirtamos el hechizo, Emanuela y yo salimos de mi habitación y vamos directamente hacia la boca del lobo.
Al ser gemelos, nuestra magia es más fuerte juntos. Me pone nervioso que me destrocen la cara, pero por Triana arriesgaría cualquier cosa. Ella significa más para mí de lo que me gustaría admitir.