Capítulo 45
1034palabras
2023-08-07 00:02
“Es demasiado, ¿no crees?”, respondo, mirando a Gonzalo con ojos cansados y juguetones.
Gonzalo no parece estar de humor para bromas. “Debes beber café constantemente”, dice, y se agacha frente a mí, poniendo sus manos sobre mis mejillas y trazando luego las ojeras de mis ojos y frunciendo el ceño. “Debo dejarte. Me duele hacerlo, pero soy el Alfa y la única forma en que el aquelarre entregue a Emanuel es si voy y los amenazo. Cirino se quedará contigo para ayudarte a estar despierta, y habrá dos guardias afuera de la habitación para protegerte”.
Me molesta que Gonzalo no pueda quedarse conmigo, pero agradezco que esté tratando de salvarme. Emanuel no ha respondido mis llamadas o mensajes de texto, y no tengo idea de dónde está. Por eso, el que mi compañero vaya a buscarlo, es lo mejor que podemos hacer para que me recupere. Frunciendo el ceño y dejando la taza, lo abrazo del cuello suspirando. “Está bien. Te extrañaré”.
Ya sé. Al estar tan cansada, me es imposible tragarme mis palabras.
Así, lo suelto, y aunque Gonzalo no está muy feliz por ello, comento. “Debes prometerme algo antes de irte”.
“Lo que sea”, dice, tomando mi mano entre las suyas. Mi tono es muy serio, y puedo decir que entiende lo importante que es esto para mí.
“No lo lastimes”.
Él se burla: “Lo que sea, menos eso”.
“¿Por favor? Gonzalo, por muy enojada, frustrada, cansada y confundida que esté por esta situación, él una vez fue mi amigo. ¡No sabemos los motivos por los que hizo esto! Quizá no tenía otra opción o lo obligaron a hacerlo…”.
Gonzalo sacude la cabeza rápidamente. “Me encanta que trates de ver lo bueno en todas las personas, pero a los brujos les importan un comino las vidas humanas”, dice. “Tu amigo lo hizo porque él y su aquelarre intentan librar una guerra con mi manada a través de ti, y saben que estaré más vulnerable si no estás tú. Entonces, no. Seguro que lo lastimaré, y en cuanto estés mejor, lo mataré por el simple hecho de haberte tocado”.
“¡No!”, grito, y me pongo de pie rápidamente, empujándolo hacia atrás. Pero él ni siquiera se mueve, por esa est*pida fuerza de hombre lobo. “¡No lo matarás! Debes dejarme hablar con él porque estoy segura de que hay una razón para que pasara esto”.
Me aferro ahora mismo a mi idea y a mi petición. Mi primera reacción fue sentirme traicionada por Emanuel, pero cuando recordé su rostro lleno de lágrimas la última vez que lo vi, comencé a considerar que debió haber tenido una razón. ¡No hay forma de que nuestra amistad fuera una mentira! Trato de ver siempre lo mejor en las personas, y realmente espero acertar al suponer que Emanuel no quería lastimarme.
De pronto, alguien llama a la puerta, interrumpiendo nuestra discusión. Cirino está de pie, en la entrada, con una taza de café en sus manos mientras entra vacilantemente a la habitación. Gonzalo solo lo mira, claramente molesto por la interrupción.
“La manada ha estado tratando de vincularte mentalmente. Ya están listos”.
“Ya sé”. Gonzalo me mira y me da un largo beso en la frente. Con su gesto, puedo sentir todo su amor y protección, lo cual me conmueve mucho. Luego baja la cara, poniendo sus labios justo al lado de mi oído.
“Jamás hablarás con ese brujo. No me retes”.
Lo miro con los ojos muy abiertos, retrocediendo ligeramente por su tono de voz. Él nunca me había hablado tan severamente, por lo que me intimida un poco. Mordiéndome el labio, aparto la vista de él, demasiado alterada para responder. Acaba de usar su tono «alfa», y lo sé porque espera que lo obedezca como si fuera uno de los miembros de su manada. Le frustra darse cuenta de que no puede decirme qué hacer.
“Yo… yo…”, comienza Gonzalo, y luego se aclara la garganta. “Volveré tan pronto como pueda”. Luego se vuelve hacia Cirino, quien también parece un poco asustado por él. “Si dejas que se duerma habrá consecuencias”.
Cirino traga saliva y asiente con la cabeza. Por su parte, Gonzalo se va sin decir una palabra más, quedándose ahora la habitación libre de tensión.
“Tu compañero sí que da miedo”, se queja Cirino, llevándome hacia el cómodo sillón y sentándose a mi lado. Luego me da una taza de café y busca una película para verla, y yo bebo un trago de mi bebida, haciendo que el calor me despierte un poco más.
“¡Oh, espera! ¡Ya sé qué veremos! ¡Es perfecto!”. Cirino sale corriendo de la habitación, y debido a su gran velocidad, hace que mi cabello vuele hacia mi rostro. En un segundo está de regreso con cinco DVDs. Tras poner uno, se sienta a mi lado de nuevo.
“Vamos a ver «Crepúsculo», pero con un pequeño toque extra”, sonríe con picardía.
¡Oh, no!, ¿qué planea? Me gusta la serie de «Crepúsculo», así que me agrada la idea de verla con él. Sin embargo, sigo un poco confundido sobre cuál será el «toque».
“¿Cuál será ese toque?”, pregunto vacilante.
“Cada que Edward actúe como un novio sobreprotector, tomaremos un trago. En este caso, uno de café. Así que prepárate para terminarte toda esa taza en tan solo la mitad de la película”.
Me río mucho, al recordar cuántas veces Edward actúa irracionalmente por Bella. Esto será divertido.
Viendo la película, hemos tomado mucho café, pues, bebemos cuando Edward mira a Bella en su clase de biología, cuando la sigue por la ciudad en su coche, o cuando la observa dormir… Al final de la primera película, ya me terminé casi toda mi taza de café, y estoy hecha un manojo de nervios. Aún sigo cansada, pero al menos estoy entretenida y sacando lo mejor de esta situación.
Cirino pone «Luna Nueva» a continuación. “Está bien, ahora cada vez que veamos a Jacob siendo patético por el amor no correspondido entre él y Bella, ¡beberemos!”.
Tras solo diez minutos de la película, un sonido parecido a una ráfaga de viendo llena la habitación. Cirino y yo nos damos la vuelta, y abro los ojos de par en par, cuando este me protege de los intrusos.