Capítulo 43
1204palabras
2023-08-05 00:02
Gonzalo se sienta en una gran silla giratoria, detrás de un escritorio cubierto de documentos. Él me coloca sobre su regazo mientras yo me recargo en su pecho. No trae puesta su camisa, y aprecio mucho ese hecho al estar acurrucada en él.
No ha pasado ni un minuto, cuando un movimiento en la entrada llama mi atención. Veo a Alpidio, con aspecto malhumorado y mechones rubios cayendo desordenadamente sobre su rostro, seguido por un somnoliento Cirino quien trae puesta una playera y bóxer. Parece que a ambos los despertaron a mitad de su sueño. Junto con ellos dos, Iker llega con una pelirroja a quien vi en la cena, y viendo que van de la mano, asumo que es su pareja. Todos lucen agotados.
“Alfa, ¿qué pasa?”, pregunta Iker de inmediato, saltándose las cortesías. Los cuatro se ven preocupados. Honestamente, yo también lo estaría si me despertaran en medio de la noche para reunirme con el enojado Gonzalo. Ahora que lo miro, no solo parece molesto, sino furioso. Sus ojos son de un negro puro y su cuerpo está rígido.
“Triana ha estado teniendo pesadillas”, comienza, e intento decirle que la situación no es tan importante como para despertarlos en medio de la noche. Sin embargo, me ignora por completo. “Durante la última semana, ha estado soñando que muero de varias formas, y en todas sus pesadillas aparece una p*ta niebla azul”.
Ante la mención de esto, todos me observan con preocupación. Alpidio se ve consternado, Cirino petrificado, Iker parece compadecerse de mí, y la pelirroja me mira con comprensión y lástima.
“¿Cómo pudo pasar esto?”, pregunta Alpidio, siendo el primero en hablar al tiempo que todos los demás se recuperan del susto.
“¿Por qué d*monios crees que lo sé? ¡Es tu trabajo resolver esta m*erda! ¡Ahora! ¡Ella ya no está durmiendo!”. Gonzalo golpea su escritorio con tal fuerza que agrieta la superficie de madera, y me hace lloriquear de sorpresa.
“Contrólate, Alfa. Estás asustando a tu compañera”, dice Iker, mientras tiemblo en el regazo de Gonzalo.
“M*erda”, murmura él, observando mi cuerpo encogido. Cerrando los ojos, me besa varias veces en la frente, pasando una mano por mi espalda con dulzura. Al instante, vuelvo a relajarme en sus brazos. Cuando abre los ojos, me alegro de ver que son azules otra vez y de que ya se ha tranquilizado.
Respirando hondo, se relaja y se vuelve hacia los demás. “Cirino, tú pasas la mayor parte del tiempo con Triana. ¿Hay alguien sospechoso en la escuela que podría haber hecho esto?”.
¿Qué cosa? ¿Causar mis pesadillas? Es obvio que está hablando sobre algo sobrenatural que podría haber alterado mágicamente mis sueños, pero ¿qué tipo de criatura podría hacer eso? ¿Y por qué razón lo habría hecho?
Cirino retuerce la cara, algo que suele hacer cuando intenta concentrarse. Prácticamente, puedo ver los engranes girando en su cerebro. Tras unos instantes, sus ojos se abren de par en par y se queda boquiabierto. “¡M*erda! ¡Ese hijo de p*ta!”. Comienza a pasearse por la habitación, reflexionando y soltando un montón de malas palabras.
“Explícalo ahora mismo”. Gonzalo se impacienta y Cirino lo mira, con la vergüenza reflejada en su rostro.
“Lo siento mucho. En aquel momento no pensé nada, pero alguien que hablaba con Triana tenía un olor extraño. No obstante, el aroma era tan sutil, que simplemente lo dejé pasar. Ahora que lo reflexiono mejor, supongo que debió ser un brujo enmascarando su olor. ¡M*ldita sea! ¡No puedo creer que cometí ese error! ¡Lo siento mucho, Triana!”.
Cirino se me acerca y me toma de la mano, arrodillándose a mi lado. Sus ojos se llenan de lágrimas por el remordimiento. “Eres mi Luna, y a pesar de que mi único trabajo es protegerte, te fallé. Esta vez lo haré bien, te lo prometo”.
Estoy sumamente confundida al escuchar tantas cosas que no entiendo. ¿Un brujo me provocó estas pesadillas? Ni siquiera sé lo que puede hacer un sobrenatural de ese tipo. Es más, al único que conozco es a Magnus Bane de «Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso», ¡y es ficticio!
“¿Están diciendo que un brujo me hizo esto? ¿Puede revertirlo? ¿Y quién es?”. Hago un montón de preguntas, insegura de cuál quiero que me respondan primero. Gonzalo se acerca y menciona, dando un gruñido: “¿Que quién es?”. Por alguna razón, puedo mencionar de que el hecho de que sea hombre multiplica su enojo. Antes ya estaba furioso, pero ahora temo que vaya a matar a tal brujo. En verdad deseo que este último pague por lo que hizo, pero no con la muerte.
“Es ese joven de cabello blanco de tu clase de ética. El que no permitió que hablara contigo la semana pasada”.
“¿Emanuel?”, pregunto, sorprendida por la revelación. Pero ahora que lo pienso, la niebla azul que aparece en mis sueños coincide con el brillo azul que tenían los ojos de Emanuel mientras discutíamos. Además, cuando él me tocó la mano, unas descargas se liberaron en mi cuerpo y me debilitaron por un instante. Todas las situaciones terminan conectándose, ya que esa fue la primera noche de mis pesadillas. ¿Cómo no pude darme cuenta antes? Sabía que Emanuel podría ser parte del mundo sobrenatural, pero jamás creí que trataría de lastimarme.
Consideraba a Emanuel y Emanuela mis amigos, pero eso no era más que una mentira. Probablemente, solo se acercaron a mí, porque era la pareja de Gonzalo y buscaban una forma de debilitarlo. La mejor manera de hacerlo, indudablemente, era atacando a su débil compañera humana.
Ahora más que nunca me molesta mucho mi falta de fuerza. Soy una simple humana débil e indefensa, que depende de hombres lobo para mantenerse a salvo. ¡Soy el peor tipo de damisela que pueda existir porque ni siquiera me doy cuenta del peligro, aun estando frente a mí! Ni siquiera consideré que mi situación se debía a algo sobrenatural, y una vez más, Gonzalo debe ahora rescatarme. ¡Es sumamente mortificante!
Más que nada, me siento traicionada. Confiaba en Emanuel y hasta lo consideraba un amigo, por lo que ahora que me doy cuenta de que todo era una farsa, me dan ganas de llorar otra vez. Me siento usada y herida.
“¿Quién d*monios es Emanuel?”, nos pregunta Gonzalo tanto a mí como a Cirino. De nuevo está furioso.
“Él es mi amigo, bueno, era un amigo de mi clase de ética. Estudiamos juntos un par de veces y yo… ¡Por Dios soy tan est*pida! ¡Él y su gemela Emanuela me llevaron a Páramo Rubí! ¿No es ese un club sobrenatural? ¿Es por eso que apareció el vampiro cuando ellos estaban allí? ¡Dios mío!”.
Tantas emociones me superan y comienzo a llorar. Esta traición, junto con mi falta de sueño, me están costando muy caro. No estoy nada bien ni en mi mejor momento, y creo que Gonzalo lo sabe, ya que gruñe y me abraza protectoramente.
“No eres est*pida, cariño. Él lo es, al pensar que puede salirse con la suya luego de lastimarte”. Gonzalo me habla con una voz infinitamente más suave que cuando se dirige a Iker. Agradezco mucho que se preocupe tanto por mí y que sea tan bueno específicamente conmigo.
“Lo quiero en las celdas para el amanecer”.
“Sí, Alfa”.