Capítulo 39
2058palabras
2023-08-01 00:02
Con cada atuendo que me pruebo, cada uno da su opinión. Me gusta mucho la ropa que eligen, pero odio tener que probarme cada pieza. No le veo la gracia a ponerme y quitarme cosas y probarme esa camisa con esta falda y esos zapatos con aquel vestido. Estaba exhausta antes de llegar aquí, pero ahora sé que voy a caer en la cama como una piedra cuando llegue.
Mientras me voy probando la ropa, voy calculando el costo en mi cabeza. El precio no deja de subir y me preocupa cómo voy a pagar toda esta ropa que siguen escogiendo para mí. El papá de Carla es abogado, así que ella es pudiente. Cirino es parte de la manada, que está forrada, lo que significa que no tiene que preocuparse por el dinero. Lo que haré es, tal vez, cargarlo a mi cuenta y volver este fin de semana a devolverlo todo…
Me acerco vacilante al mostrador y observo horrorizada cómo el precio sube como la espuma. 243.19 dólares. No tengo tanto dinero en mi cuenta. Me muerdo el labio mientras trato de averiguar la mejor manera de devolver dos tercios de la ropa sin hacer el ridículo, pero me detengo cuando veo que Cirino le entrega a la cajera una tarjeta de crédito negra sin siquiera parpadear.
"¿Qué estás haciendo?", digo sin poder contenerme. Me quedo allí conmocionada mientras él paga toda mi ropa. "Cirino, no puedes...".
"Silencio". Pone los ojos en blanco, en broma, mientras toma la tarjeta y la vuelve a colocar en su billetera. "¿Crees que te iba a dejar pagar todo esto? ¿Crees que Gonzalo te dejaría hacerlo?".
Me quedo allí como una gallina en corral ajeno al paso que trato de encontrar las palabras para decirle cuán innecesario es todo esto. Él no tiene que pagar mi ropa. Eso es mucho dinero. Tengo un trabajo precisamente para eso. Soy totalmente capaz de comprarme mi ropa, y no quiero que Cirino piense que me estoy aprovechando de su amabilidad.
A juzgar por su expresión seria, me queda claro que discutir con él no ayudará, porque ya tomó una decisión. Tardaré un poco en devolverle el favor, pero juro que lo haré.
"Gracias, pero no debiste hacerlo; de veras que no".
Me abraza por un costado y me conduce a la entrada de la tienda mientras esperamos que Carla pague. Termina comprando dos camisetas sin mangas y un short lindo de color morado, parecido al de mis ojeras. Este color no me queda muy bien...
Antes de que me dé cuenta, me están llevando a la tienda que quiero evitar a toda costa.
"¡No! No quiero entrar ahí...". Miro las fotos de las modelos que posan de manera provocadora en el frente de la tienda. Sé que nunca me veré así. No me avergüenzo de mi apariencia, pero soy consciente de que tengo un poco de peso adicional en el abdomen, y los muslos de las modelos no lo tienen. Desde que fui a la casa de la manada y vi que todos los hombres lobo parecen instructores de fisiculturismo, he sido muy consciente de mi cuerpo. Gonzalo es absolutamente increíble y nunca se olvida de decirme lo hermosa que soy, pero sigo con dudas en relación con mi aspecto, en comparación con todos los demás con los que él suele reunirse.
"Oh, claro que entraremos allí", dice Carla mientras me toma del brazo. "Si tengo en cuenta todo lo que tú y Cirino me han dicho sobre Gonzalo, y lo obsesionado que está contigo...".
"Él no está obsesionado conmigo", interrumpo.
"Definitivamente, está obsesionado con ella", agrega Cirino, y lo fulmino con la mirada por llevarme la contraria.
"Sé que él valorará muy bien lo que compres aquí. No lo pienses, compra algo lindo y solo muéstraselo cuando estés lista". Carla me muestra una sonrisa sosegadora e intenta avanzar hacia la tienda, pero permanezco inmóvil frente a Victoria's Secret. ¿Realmente puedo comprar sostenes y ropa interior lujosos con el único propósito de usarlos con Gonzalo?
"De todos modos, necesitas más ropa. Tienen camisones lindos, y siempre viene bien tener más ropa interior". Cirino habla con total naturalidad. ¿Cómo sabe lo que hay en esta tienda? ¡Él es homosexual! No debería estar interesado en la lencería.
Antes de que pueda preguntarle, me toma del brazo izquierdo. Quedo atrapada entre dos adictos a las compras, que me están llevando a la tienda a la fuerza, literalmente hablando. Mis pies chirrían contra las baldosas brillantes del centro comercial. Refunfuño y termino apartándolos de mí y poniéndome a buscar. Veo unos sostenes muy lindos...
Tal vez sea porque desisto de pelear con mis amigos debido a mi extremo cansancio, o porque realmente quiero comprarle algo lindo a Gonzalo, pero lo cierto es que, al final, elijo algunas cosas y me las pruebo en el vestidor. Escojo un sostén de encaje de color violeta, otro de color rosa claro con un lindo brillo a lo largo del borde y, a solicitud de Carla, un conjunto de lencería a juego, de color rojo brillante. No estoy segura de cuándo lo usaré, pero al menos tengo opciones para cuando quiera impresionar a Gonzalo.
Miro la hora y me doy cuenta de que son casi las 6:00. Decididamente, una compra de tres horas es suficiente para mí. Estoy luchando contra el sueño, y quiero cenar y luego dormir.
"¿Puedo irme a casa ya?". Doy un matiz de gemido a mi voz para que entiendan lo desesperada que estoy por irme. He sido una buena chica hoy.
"No te preocupes. No creas que no te vi quedándote dormida mientras pagaba. Ya llamé a Gonzalo para que venga a recogerte".
No debería sorprenderme que Cirino llamara a Gonzalo, pero no lo vi tomar el teléfono. Estoy segura de que se conectó mentalmente con él.
"¡Dios mío! ¿Por fin podré conocerlo?". Carla comienza a dar saltos y alegremente prorrumpe en un baile en medio del centro comercial. Me río de su baile y, cuando Cirino se nos une, me agacho con las manos en la barriga. No sé qué cree Cirino que él está bailando, pero parece estar a medio camino entre el tobogán eléctrico y el baile del pollo.
Cuando terminan de bailar, decidimos ir la zona de restaurantes al aire libre y esperar a Gonzalo allí. Como tengo sed, subo a un restaurante y pido tres aguas. Veo que Cirino va a pagar, así que me encaro con él e insisto en que puedo pagar el agua. Por suerte, me lo permite.
Mientras nos sentamos, Carla comienza a buscar chicos lindos en el centro comercial. "¡Oh! Es lindo, ¿verdad? ¿Crees que tenga dueña?".
Me doy la vuelta despacio y con la mayor discreción posible, y veo a un trigueño bien parecido de ojos oscuros que está mirando para nuestra mesa. No es tan musculoso ni tan guapo como Gonzalo, pero percibo por qué Carla se ha interesado en él. Sus ojos oscuros son atractivos, pero los únicos ojos que me interesan son de color azul grisáceo.
"Sí, es lindo. Acércate a él, si quieres". Sin proponérmelo, le respondo con un tono desanimado.
"¡Guau!", exclama Carla con los ojos bien abiertos mientras golpea la mesa con entusiasmo. "Realmente te gusta Gonzalo. Ni siquiera miras a este muchacho".
Me sonrojo y me muerdo el labio con timidez al tiempo que miro para la mesa. Ella está en lo cierto...
"¡Mi*rda! Triana, no mires ahora, pero acaba de entrar un chico que es diez veces más sexi. ¡Oh, Dios mío! Se escapó de una revista. Sus brazos son enormes. Debe de hacer ejercicios todo el tiempo".
Giro la cabeza y se me dibuja una amplia sonrisa en el rostro. Gonzalo se dirige hacia nuestra mesa, y tengo que estar de acuerdo con Carla. Se ve increíble hoy con su jean ajustado que ciñe sus muslos como anillo al dedo. Su sencilla camiseta blanca se ajusta a sus musculosos brazos y muestra sus excepcionales músculos abdominales.
Parece un dios entre los hombres. Cuando me sonríe, mi corazón estalla, estrictamente hablando. Aunque estoy exhausta, su mera presencia me despierta un poco.
"Ese es su novio". Cirino se ríe, observando cómo mi mejor amiga queda deslumbrada con Gonzalo.
"¡Cállate! Estoy extremadamente orgullosa de ti. Es bello. Oh, Dios mío. ¿Él lleva la voz cantante? ¿Te agarra y ...?".
"Cállate, Carla. Puede oírte". Le lanzo una mirada de la amiga que censura, y se encoge de hombros.
"No podrá oírme estando tan lejos. Dime cuán bueno es en la cama".
La empujo por el hombro, en parte por vergüenza, pero también porque no me escuchó. Ella no cree que Gonzalo puede oír lo que ella dice porque está en el otro lado de la zona de restaurantes, pero es que ella no sabe que él tiene oído de licántropo. Por la sonrisa de satisfacción que trae, sé que oyó todo lo que ella dijo. Su ego solo necesita un empujoncito.
Cuando llega a nuestra mesa, lo primero que hace es levantarme de la silla y abrazarme. Su rostro encuentra su lugar habitual en la entrada de mi cuello, y me envuelve en sus brazos.
"¡Ah! Son tan lindos". Carla sonríe, y yo abrazo más fuerte a Gonzalo.
"Te lo dije", dice Cirino mientras nos observa a los dos con un brillo de orgullo en los ojos. Estoy segura de que él está pensando que nos conocimos gracias a él. Pequeño lobo presumido.
"Pero debes saber que mi novio es más sexi". Cirino saca su teléfono y comienza a mostrarle a Carla algunas fotos de Alpidio y, según los gritos de emoción y asombro de ella, infiero que él le está mostrando fotos de Alpidio sin camisa, con mucho orgullo.
Gonzalo se acerca y mira las fotos que Cirino le muestra a Carla, y se burla. Se burla de veras.
"Tengo mejores abdominales que él". Luego, se levanta la camisa y le muestra a Carla su vientre tonificado. Honestamente, no sé decir si es inseguro o si sencillamente está fanfarroneando.
Carla parece estar a punto de babear, así que me apresuro a agarrar la camisa de Gonzalo y jalarla hacia abajo para cubrir la vista celestial. Admiro su cuerpo, y no quiero que otras personas se deleiten con él. Me parece razonable.
"Basta, Gonzalo. No te quites la camisa". Después de que lo regaño, hace un puchero y me toma por las caderas para acercarme a él.
"Solo tenía que recordarte quién es más atractivo". Me sonríe y, si no lo conociera tan bien, pensaría que ha perdido parte de su confianza.
"Eres el chico más guapo que he conocido. ¿Complacido? ¿Ahora podemos irnos?".
Mis palabras lo complacen. Se inclina y me da un beso que es demasiado público para mi gusto, pero me quedo con deseos de que me dé más. Se aleja y agarra las bolsas de mis compras. Cuando ve la de Victoria's Secret, me sonríe de manera maliciosa. Me ruborizo mientras me despido rápidamente de Carla y de Cirino.
Salimos del centro comercial tomados de la mano y él me abre la puerta del lado del pasajero. Coloca las bolsas en la parte trasera y enciende el motor. En lugar de llevarme a casa, se vuelve hacia mí y toma mi mano. "¿Te gustaría quedarte esta noche en la casa de la manada?".
¿Dormir en su casa? ¿Con todos los otros hombres lobo haciéndome preguntas sobre mi relación con su alfa? ¿Y si tengo otra pesadilla y no consigo dormir? Él querrá saber por qué no concilio el sueño, y tendré que contarle los pormenores de su muerte imaginaria.
Me aprieta ligeramente la mano, sacándome de mi reflexión, y entramos al auto. "Oye, no tienes que hacerlo si no quieres. Solo quiero pasar más tiempo contigo, y te ves muy cansada. Tienes toda la semana, y pensé que la separación te estaba poniendo tensa".
Solo la idea de pasar la noche con él me provoca un hormigueo en la barriga. Me invade una mezcla de ansiedad, miedo y emoción. Lo miro a los ojos y veo la esperanza, y preveo lo que va a pasar. Respondo con el corazón y no con el cerebro. "Sí. Pasaré la noche contigo".
Me sonríe de tal manera que no puedo menos que devolverle la sonrisa. Esperemos que la ansiedad no asome su rostro feo y me arruine la noche.