Capítulo 38
1784palabras
2023-07-31 00:01
Durante el resto del desayuno, varios miembros de la manada se pasan el tiempo haciéndome preguntas sobre mi vida, algunas de naturaleza inocente: sobre mi familia, qué me gusta hacer y mi comida favorita. Cuando comienzan a preguntarme sobre mi relación con Gonzalo, este empieza a gruñirles, hasta que me dejan en paz. Ha sido lindo verlo comportarse de manera gruñona cuando han inquirido sobre nuestra relación. Hay quienes ven esto como una conducta irritable, pero yo lo veo como lo que realmente es. Quiere mantener nuestra relación entre nosotros. ¿Cómo puedo quejarme de eso?
He tenido pesadillas y me he desvelado noche tras noche, y siempre, independientemente de dónde haya estado o qué haya hecho en el sueño, el desenlace es el mismo: la muerte de Gonzalo. O le cortan la cabeza, o le clavan una estaca en el corazón o lo lanzan de un edificio, pero siempre termina muerto, y todas las veces me despierto llorando. Una vez despierta, me doy cuenta de que no fue más que un sueño, por más real que me pareciera. Pero lo cierto es que esa situación me dificulta las cosas.
Gonzalo empieza a sospechar. Incluso Cirino ha dicho algo sobre mí, que "me veo peor que un muerto vivo". Intento restarle importancia a mi falta de sueño y evito la situación por completo. Sigo bebiendo demasiado café, más de lo habitual. Estoy hecha un manojo de nervios, y entro y salgo del salón de conferencias constantemente. Espero que estas enervantes pesadillas desaparezcan antes de nuestro primer examen. Apenas puedo funcionar de manera adecuada.

Finalmente, cuando llego a mi clase de Ética, me doy con que Emanuel no está en su asiento habitual. La conferencia comienza con él ausente, y siento que extraño sus irritantes debates de índole ética. Solíamos estar en desacuerdo cuando se trataba de filosofías morales, y siempre me entretenía con su desconcierto a causa de mi honestidad y mi toma de decisiones éticas en las tareas asignadas. Nunca pudo entender cómo yo podía ser capaz de sacrificar mi propio bienestar por el de un extraño, solo porque era lo correcto.
Después de agradecer a todos por la comida, Gonzalo me lleva de vuelta a su habitación para poder ducharse. Una vez allí, cierra la puerta, se me acerca y me recuesta sobre la puerta. Parece que le gusta tenerme recostada sobre superficies...
Me araño las manos con el áspero pavimento cuando aterrizo sobre mis manos y mis rodillas. Aunque llevo puesto un jean, estoy segura de que tengo rasguños en las rodillas. "Ay". Exhalo un gemido mientras me voy poniendo de pie. Espero ver a Cirino con los ojos abiertos como platos y mirándome con cara de remordimiento.
"No pensé que llamarte por tu nombre te provocaría una caída ¡Lo siento!". Se disculpa de manera locuaz y me jala para un lado del ala de Psicología, con el objetivo de alejarme de las personas que me miran. Sinceramente, estoy demasiado cansada para preocuparme por la atención de la gente.
"M*ldita sea. Ustedes los humanos y su frágil piel". Frunce el ceño mientras me examina las manos, que están sangrando debido a los rasguños que me hice en la palma. Me apresuro a zafarme de él y me limpio las manos con el jean. Todavía me duelen un poco, pero no quiero que él se preocupe por mí innecesariamente.
Trato de convencerlo de que estoy perfectamente bien, pero, en lugar de hablar, lo que me sale es un bostezo grandísimo. Mis ojos comienzan a cerrarse y Cirino me sacude ligeramente para despertarme.

"¿Qué diablos te pasa? Has sido un zombi toda la semana. ¿Estás enferma o algo que se parezca? Los lobos no se resfrían, pero te puedo encontrar los medicamentos adecuados". Me rodea con un brazo y se lo agradezco, apoyando parte de mi peso sobre él. Y camina en dirección a Vegas, lo cual también le agradezco. Necesito café para poder aguantar el resto del día.
"No he estado durmiendo bien", murmuro, con la esperanza de no tener que entrar en detalles sobre mis pesadillas y con qué sueño.
"Tengo una hipótesis sobre la causa de tu mal dormir". La expectativa y la esperanza encuentran un terreno fértil en mi interior. Tal vez haya una razón lobuna responsable de estos sueños y de por qué no puedo dormir. Soy una estúpida por no haber pensado en esa posibilidad. Solo he pensado en volver a estar con Gonzalo, y en mi temor de que muera. Empero, quizás sea el vínculo de pareja o alguna otra magia que no entiendo.
"Creo que tiene que ver con el vínculo de pareja", agrega Cirino. Detengo la marcha y lo miro, esperando que continúe. "Bueno, no estoy totalmente seguro, pero eres un ser humano y el vínculo de pareja funciona de manera diferente en cada individuo. Creo que, debido a que no lo has visto muy a menudo, el vínculo te está atormentando mientras duermes y no te permite relajarte por completo".

"Pero he visto a Gonzalo todos los días durante esta semana...".
"Pero no te has acostado con él". Me quedo boquiabierta y las mejillas se me iluminan cuando menciona lo de acostarme con Gonzalo. ¿Está diciendo que necesito tener s*xo para poner fin a esos sueños?
Da la impresión de estar en un dilema, pero cuando sus ojos siguen el rastro de la lágrima solitaria que cae por mi mejilla, parece tomar una decisión. Se me acerca y me da un abrazo suave y reconfortante. "Te prometo que trataré de controlar mi ira cuando esté cerca de ti. No puedo prometer que no pondré físicamente a alguien en su lugar con respecto a ti. No te voy a mentir. Sin embargo, lo haré con menos frecuencia y voy a controlarme más. Por ti".
Es una teoría interesante, pero no estoy segura de que eso sea la causa de estas pesadillas. Cuando dormí en la casa de Gonzalo la semana pasada, me desperté con una horrible pesadilla, y él había pasado toda la noche conmigo. Quiero contarle a Cirino mis sospechas, pero mi teléfono suena antes de que pueda hacerlo.
Farfullo algunas malas palabras mientras busco en mi mochila, hasta que encuentro el teléfono. Es una llamada de Carla. ¡Oh, mi*rda! Olvidé que debo ir de compras con ella hoy. Cuando me ayudó a evitar a Emanuel, le prometí que iríamos de compras juntas, y todavía no he cumplido esa promesa. Deslizo lentamente el dedo por la pantalla y me llevo el teléfono al oído. "Hola".
"Adivina qué día es hoy". Siento el estridente chillido de Carla a través del teléfono y echo la cabeza hacia atrás, por instinto, debido al gran volumen de su voz.
"Lo sé, no lo he olvidado". Hago un puchero y, afortunadamente, ella no puede ver lo desinteresada que estoy en esta salida que hemos planeado.
"Ah, no te pongas triste. Te conseguiremos alguna ropa linda para ese chico misterioso. Tu apariencia hará que él se obsesione contigo. Iremos a Forever 21, y tal vez a H&M. ¡Oh! Y, por supuesto, iremos también a Victoria's Secret para ver algunos...".
"No. No vamos a ir allí". Tengo que detener el hilo de sus pensamientos antes de que su imaginación la lleve demasiado lejos.
"Ya veremos", dice con aire de suficiencia, y sé que está sonriendo. Cuando ella tiene ese estado de ánimo de agradar y atraer a los chicos, nunca sé cómo calmarla. Es una obsesión, y ahora que sabe que tengo interés en alguien, hablará de eso sin parar. Por los dos turnos que he trabajado con ella esta semana, estoy segura de que no me dejará escapar sin contarle los detalles de las veces que hemos salido. La mayoría de las veces es realmente agradable hablar con ella sobre Gonzalo, pero no quiero hablar de comprar sujetadores y ropa interior femenina... Ni siquiera hemos hecho nada que sugiera que estamos cerca de esa fase de nuestra relación.
"Lo que sea sonará", digo entre dientes. "Te veré en el centro comercial a las tres".
"Está bien. Te veo luego".
Cuelgo y guardo el teléfono en el bolsillo trasero del jean. No estoy de humor para volver a sacarlo de la mochila.
"¿Así que vamos al centro comercial?", pregunta Cirino con los ojos brillándole como un niño en Navidad. "Porque he querido llevarte allí desde que nos conocimos".
"Oh, no. No, no, no. Voy con Carla. No puedes ir. No puedo lidiar con más de un crítico de moda a la vez. De ninguna manera, lo siento".
Cirino me sonríe mientras me rodea el hombro con un brazo y entramos a Vegas. "Claro que iremos de compras. A mí que me encanta pasar el rato contigo, en este momento estoy actuando como tu guardaespaldas sobrenatural. Son órdenes del alfa".
Me separo de él y su brazo cae a un costado. Estoy en shock. ¿Mi guardaespaldas? ¿Qué?
"¿Por qué diablos Gonzalo te pidió que me cuidaras?". De hecho, estoy un poco molesta porque no me informaron de esto antes. ¿Por qué necesito que alguien me vigile si solo voy al centro comercial?
"Porque", dice arrastrando las palabras, "eres la pareja de un alfa, y porque eres humana. Porque eres físicamente débil y necesitas protección. Siempre habrá al menos dos lobos protegiéndote dondequiera que vayas, pero ahora Gonzalo quiere que la escolta permanezca cerca de ti, ya que...".
Espero que termine de hablar. Pide café para los dos y, cuando nos lo sirven, el mío en una taza grandona, lo saco de Vegas para poder gritarle.
"¿Qué diablos quieres decir con eso de que siempre habrá lobos cuidándome? Jamás he visto uno a mi alrededor. ¿Y por qué necesito protección cercana? ¿Qué pasó? Oh, Dios mío. ¿Corro peligro?".
Quiero hablar y hablar sin parar, pero Cirino me pone una mano tranquilizadora en el brazo. "Relájate, Triana. Nadie te va a tocar, ¿de acuerdo? Y si pudieras ver a los guardias, no estarían haciendo su trabajo lo suficientemente bien. Solo estoy aquí porque Gonzalo está paranoico cuando se trata de ti, como es obvio".
Asiento con la cabeza lentamente, y decido tomarme mi café. Voy a necesitar energía, si tengo que seguir el ritmo a Carla y a Cirino mientras estoy de compras... Esto va a ser un despropósito.
Tal como lo imaginé, ir de compras resulta ser un sinsentido. Carla y Cirino terminan congeniando muy bien, lo que normalmente me haría feliz, pero deciden que es una gran idea hacer equipo conmigo. Solo llevamos veinte minutos en el centro comercial y ya me he probado diez vestidos veraniegos, siete tops, cuatro faldas y un mono. Ahora me están enviando de regreso al vestidor a probarme otras prendas. Esto es tortura pura y dura.