Capítulo 36
1258palabras
2023-07-29 00:02
"¿Quién es ella? ¿Tu novia?", un chico de piel oscura pregunta a modo de broma. Era el primer hombre que entró a la cocina, y espera que Cirino le dé una explicación. Si bien se ve agradable, hay una pizca de peligrosidad en él que me pone un tanto nerviosa. Me observa con sus profundos ojos marrones, pero no de una manera espeluznante, sino que lo hace de forma analizadora. Parece que me examina para descartar que yo represente una amenaza para ellos, aunque eso sería imposible. Luce como un joven de unos veinte años, sin embargo, desconozco su verdadera edad.
"Es Triana, mi mejor amiga, y antes de que me lo preguntes… Sí, sabe que somos licántropos", Cirino agrega, propinándome una palmada tranquilizadora en el hombro. "¡Waa, hay café!", exclama, salta hacia la cafetera, se sirve un poco de la bebida y lo mezcla con crema y azúcar. Entretanto, el resto de los presentes vuelven a hablar y reúnen los ingredientes para el desayuno. Algunos son tan amables que me saludan o me dedican una ligera sonrisa, lo cual me hace sentir más cómoda. No obstante, sigo sin saber dónde se encuentra Gonzalo…
"¡Vaya! ¡Esto sí que está fuerte!", Cirino exclama y se sienta a mi lado. Trato de ignorar su hedor y concentrarme en lo feliz que estoy por verlo.

"Lo siento, es que no dormí bien anoche", murmuro, bebo un sorbo de mi café y suspiro en lo que el líquido impregna mi lengua con su dulce sabor. Creo que agregué demasiada azúcar.
"Uy, me lo imagino", Cirino mueve las cejas de forma insinuante. "Sabía que se reconciliarían pronto, era cuestión de tiempo para que alguno de los dos cediera".
"¡¿Pero qué dices?! Nosotros no…", examino mi alrededor para asegurarme de que nadie esté escuchando nuestra conversación, y una vez que lo compruebo, me acerco a mi amigo y le susurro: "No tuvimos s*xo", retrocedo y, con mi voz habitual, le cuento cómo llegué aquí. Algunos se van sentando a la mesa mientras sigo relatando los hechos, y justo cuando finalizo, terminan de preparar y servir el desayuno.
Cirino se asegura de que reciba una gran ración de comida, y aunque insisto que es imposible que pueda acabarme todo el plato, no me hace caso. Por el contrario, agrega más cantidad de alimentos. "Me alegra que se hayan reconciliado", comenta y procede a meterse un gran pedazo de waffle en la boca, a lo que yo me quedo sorprendida.
Opto por ignorar la gran hazaña de Cirino y le hago la pregunta que ha estado rondando por mi mente durante los últimos veinte minutos: "¿Dónde está Gonzalo?", inquiero, a lo que el resto de los presentes dejan de charlar para enfocar su atención en mí. Siento que me están juzgando, ¿por qué me miran tanto?
Cirino termina de masticar y de tragar con calma, parece que es ajeno a las miradas de los demás. "Está terminando de instruir a algunos lobos, quería que recibieran entrenamiento adicional. No debe tardar en llegar, Tria".

Asiento con la cabeza y sigo comiendo. Por miedo a causar un desastre como de costumbre, me aseguro de tomar pequeñas porciones de comida e ingerirla con calma en lugar de devorarla como en verdad quiero hacer.

"¿Todos viven aquí?", le pregunto a Cirino, pero un chico rubio que tiene el cabello hasta los hombros me responde: "Sí, eso hace que sea más fácil seguir las órdenes del alfa Gonzalo".
Asiento con timidez con la esperanza de que vuelva a desayunar en lugar de conversar conmigo, sin embargo, no corro con tanta suerte. "¿Cómo te llamas, pequeña humana?", inquiere, y la sonrisa en su rostro me indica que coquetea conmigo. Aunque no me agrada la forma en la que me habla, le respondo de todos modos. Además, no puedo ignorarlo dado que me mira directamente.

"Ya te dije que se llama Triana. Y yo que tú, no haría eso, Imanol", Cirino interviene para rescatarme una vez más de la atención no deseada, y no podría estar más agradecida con él. Imanol solo le sonríe y continúa hablando sobre mí.
"Ay, ¿por qué no? ¡Es tan chiquita y linda! Apuesto a que se sentiría muy bien con mi…".
Ni siquiera le dan oportunidad de que Imanol termine su oración, ya que alguien lo levanta de su asiento y lo toma por el cuello. Todo lo que alcanzo a ver es un destello de colores, y no es hasta que escucho un gruñido que me percato de que se trata de Gonzalo. Como se encuentra golpeando a Imanol, me aparto de mi asiento y corro hacia su lado. Me aseguro de mantener cierta distancia para que el alfa enojado no me lastime por accidente. Estoy bastante segura de que los licántropos se calman con la ayuda de sus parejas, así que solo debo idear una manera de tranquilizarlo para que no mate al chico. A pesar de que no me agradó cómo me habló, no merece morir.
"¡Hijo de p*ta, no te atrevas a hablarle así a mi pareja! ¡¡¡Es tu luna!!!", Gonzalo ruge y solo realiza una pequeña pausa para hablar, ya que enseguida continúa atacándolo. Nadie hace nada para ayudar a Imanol y, como en una película, sus ojos se abren como platos al escuchar la revelación de Gonzalo. Supongo que no le había dicho a nadie que soy su pareja…
"Gonzalo, por favor, detente o lo vas a matar", le digo con serenidad o, al menos, eso trato de hacer. Sin embargo, la realidad es que no puedo mantener la calma cuando Gonzalo no deja de golpear a un tipo que está sangrando y que, para colmo, se ha desmayado.
"Gonzalo…", susurro. De pronto, deja de atacar a Imanol, aprieta la mandíbula, emite un gruñido, se endereza y se me va acercando. Si se tratara de cualquier otro hombre dirigiéndose hacia mí en ese estado, saldría corriendo como si mi vida dependiera de ello. No obstante, como es Gonzalo, confío en que no me va a hacer daño.
Una vez que me alcanza, posa las manos en mi cintura y me jala a él para abrazarme. De inmediato, hunde el rostro en mi cuello y me olfatea, posiblemente haciendo uso de mi aroma para tranquilizarse. Creo que Cirino mencionó algo similar una vez…
Ignoro el hecho de que está sudando y correspondo el abrazo, sabiendo que necesita mi consuelo en este momento. Todavía respira con dificultad, pero al menos no está pegándole a Imanol. Tras calmarse lo suficiente, me carga y se acomoda en donde me había sentado antes. Hace que me siente en su regazo y apoya la barbilla en mi cabeza.
"Voy a arrancarle la lengua por lo que te dijo", Gonzalo gruñe. ¡Está más malhumorado que de costumbre, y apenas son las ocho de la mañana!
Nadie mueve un solo músculo en la mesa, todos tienen miedo de su alfa que perdió los estribos y le dio una paliza a una persona que dijo algo inapropiado sobre mí. Para apaciguar la tensión, decido hablar.
"Solo bromea…", me río, incitando a que ciertos integrantes de la mesa emitan risas vacilantes junto a mí. Entonces, giro la cabeza para mirar a Gonzalo y veo que sus ojos se vuelven de un tono azul. "¿No es así?", a pesar de que inquiero en un susurro, parece que todos me escuchan, pues empiezan a reírse de mi pregunta. M*ldita sea, ¿por qué tienen los oídos tan agudos…?
Tan pronto como atisbo el semblante de Gonzalo, me percato de que lo decía en serio…