Capítulo 7
1305palabras
2023-07-17 11:11
Después de su seductor comentario, y de mi extremo rubor, Gonzalo va a recoger a Alpidio y Cirino en la cafetería. Luego mi madre me acribilla a preguntas sobre el señor alto, hidalgo y guapo, y le cuento los acontecimientos del día. Se lo cuento todo, y le digo que Cirino me había invitado a Vegas para que conociera a Alpidio y Gonzalo. Ella está muy interesada en Gonzalo, y me muestra su típica sonrisa maternal cuando dice su nombre. A veces me asusta.
Se va a trabajar y paso el resto de la noche cuidando a Emilia. Jugamos a las muñecas, cenamos, coloreamos y luego la preparo para que se vaya a la cama. A las nueve ya está dormida, y decido leer un libro.
Cuando estoy leyendo el libro, en la parte en la que el chico confiesa su amor imperecedero por la chica, veo que tengo un mensaje de Cirino.
Cirino: Tria. ¡Ayúdame!
Yo: Hola. Hey, ¿qué pasa?
Cirino: Necesito tu ayuda. Me está matando.
Yo: ¿Quién?
Acto seguido, entra una videollamada de él. No hay duda de que es la persona más dramática que he conocido. Aunque tengo el moño todo desgreñado, me encojo de hombros y acepto la llamada.
“Gracias a Dios que respondiste. Él me está volviendo loco", grita. Doy un brinco y luego bajo el volumen del teléfono a la mitad, para evitar que él despierte a Emilia. "¿Quién te está volviendo loco?", le pregunto. Lleva puestos unos espejuelos, que ni siquiera sabía que usaba, y tiene el cabello rizado y desordenado. Ante mi pregunta, deja escapar un fuerte suspiro y se tira sobre su cama con histrionismo, lo que lo hace rebotar hacia arriba y hacia abajo sobre el colchón.
“¡Gonzalo! Me sigue molestando por ti. Me pregunta: 'Amigo, ¿puedes darme su número'. Y yo le digo: 'Claro. Aquí lo tienes'. Entonces me dice que no quiere parecer uno de esos acosadores que meten miedo. Y cuando le respondo que no hay problema, que no le daré tu número, me dice que quiere hablar contigo. ¿Qué debo hacer en relación con todo eso?".
El reclamo de Cirino me sorprende. ¿Gonzalo piensa en mí? ¿Y quiere hablar conmigo? No puedo evitar una sonrisa de oreja a oreja, la cual no pasa desapercibida para Cirino. "¡Ah! ¡Mírate, y mira tu sonrisita!".
Me tapo el rostro con una mano para que él no pueda ver mi sonrojo al pensar en Gonzalo. Pone una falsa voz de tenor, afectada, para burlarse de lo que este me dijo en la cafetería: "No te me escondas, Triana". Me limito a murmurar: "Oh, Dios mío" mientras cierro los ojos y rezo para que deje de molestarme. Él sabe bien cómo humillarme. No puedo creer que haya traído eso a colación.
Parece que mis oraciones son respondidas. Escucho en off la voz de Alpidio. "Ciri, deja ya de molestarla".
"¿Qué vas a hacer al respecto?". Cirino se burla y veo que Alpidio le dice algo al oído. Cirino abre los ojos desmesuradamente mientras lo escucha, pero, sinceramente, no tengo ningún deseo de saber qué es lo que le está diciendo. Cirino parece haberse puesto nervioso, ya que enseguida dice que tiene que marcharse y que me enviará el número de Gonzalo.
Veinte segundos más tarde, me envía el número y agrego el contacto en mi teléfono con el nombre de Malhumorado. ¿Debo llamarlo? No, eso sería demasiado atrevido y, además, ¿qué le voy a decir? Parece que Cirino piensa que Gonzalo quiere hablar conmigo, pero podría estar mintiendo para hacerme sentir mejor. Es bien capaz de hacerme una broma para que yo crea que Gonzalo está interesado en mí. Pero ¿y si está hablando en serio?
Está bien, solo voy a enviarle un mensaje de texto. Nada especial, un simple 'Hola'. Le escribo un mensaje, lo borro y luego lo vuelvo a escribir. Hago lo mismo durante un minuto, hasta que decido que necesito hacer esto. Tengo que actuar como una adolescente normal y enviarle un mensaje al chico.
Yo: Hola, Gonzalo. Soy Triana. Cirino me dio tu número.
Lo hice. ¡Dios mío!... Lo hice. ¿Y si él piensa que soy...?
Rechazo cualquier pensamiento negativo cuando veo los tres puntos, lo cual indica que me está respondiendo. Tengo el corazón acelerado y las palmas me sudan debido a la ansiedad. Mis ojos no se mueven de la pantalla y, cuando recibo su mensaje, inmediatamente sonrío.
Malhumorado: Oye, amor. ¿Qué tal te fue el resto del día?
Yo: Bastante bien. Acabo de salir con Emilia. ¿Cómo fue el tuyo?
Malhumorado: Terminé yéndome a casa. Pero nada tan emocionante como esa chiquilla de seis añitos.
Yo: Sí. Ella es terrible. Ja, ja, ja.
Envío este mensaje y me pongo a esperar el siguiente de Gonzalo. Cuando pasan cinco minutos sin que me haya respondido, me decepciono. ¿Desde cuándo soy así? Una chica que se molesta cuando un chico no le responde de inmediato. No voy a quedarme sentada esperando su respuesta, así que, me doy una ducha rápida y dejo la puerta del baño entreabierta para escuchar a Emilia, en caso de que me necesite. Luego me lavo los dientes, me peino y saco El gran Gatsby, mi clásico del día. He leído este libro al menos cuatro veces, y probablemente pueda citar algunos pasajes.
Después de leer durante veinte minutos, consulto la hora en el teléfono y mis ojos se desorbitan cuando veo tres mensajes de Gonzalo, enviados media hora antes.
Malhumorado: Lo siento, tuve que ocuparme de un asunto.
Malhumorado: No te ignoré.
Malhumorado: ¿Qué estás haciendo ahora?
Me apresuro a desobstruir el teléfono, y abro mis mensajes. Tengo la vista un poco borrosa por la fatiga del día, pero no podré conciliar el sueño sabiendo que, pudiendo enviarle un mensaje de texto, no lo hice.
Yo: Estoy releyendo El Gran Gatsby. Ja, ja, ja.
Responde enseguida.
Malhumorado: No lo he leído. ¿De veras es tan bueno que lo estás leyendo de nuevo?
Yo: Dios mío, ¿estás bromeando? ¡SÍ! A primera vista, parece una simple historia de amor, pero debajo de ella subyacen, además del amor, las pasiones y la añoranza; es increíble.
Yo: Disculpa la conferencia...
Malhumorado: Ja, ja, ja. No te disculpes. Me parece una linda historia.
Cuánto me alivia que no esté aquí ahora mismo y vea lo sonrojada que estoy. Yo tampoco puedo dejar de sonreír. Jamás me había sentido tan atraída por un chico. Claro, he visto muchachos atractivos antes, pero ninguno es como Gonzalo y ninguno me ha mirado con la intención de tener algo serio conmigo. Además, él es muy dulce y galante conmigo. Lo conocí hoy, y solo de pensar en él me pongo nerviosa.
Mientras pienso en esto, bostezo y me tapo la boca con la mano. Al consultar la hora en el teléfono, veo que son las 12: 45 a. m. ¿¡Cómo se ha hecho tan tarde?! Recibo un mensaje de Gonzalo, como si me estuviera leyendo los pensamientos.
Malhumorado: Probablemente tengas clase mañana, así que mejor te dejo. ¿Hablamos mañana?
Yo: Me encantaría.
Malhumorado: Buenas noches, mi ángel.
Yo: Buenas noches :)
Apago el teléfono y lo pongo a cargar. Luego me acerco a la ventana para correr las cortinas. Sin embargo, antes de hacerlo, miro para afuera y percibo el crujir de los arbustos, provocado el viento, en el lado opuesto de la calle que da a mi casa. Por un instante, creo ver un animal, pero esta fugaz visión desaparece y solo veo el follaje.
Cierro las cortinas y pongo la alarma para la mañana. Tengo que levantarme temprano para llevar a Emilia a la escuela, porque mi mamá trabaja durante la noche. Me tapo todo el cuerpo y lo ciño con la colcha hasta quedar envuelta como un burrito. Soy muy friolenta. Me quedo dormida con una sonrisa en el rostro.