Capítulo 4
1447palabras
2023-07-17 10:02
Narradora: Triana.
En lo que me dirijo al edificio de psicología en la mañana, me froto las manos de arriba abajo. Pensé que un suéter de manga larga sería suficiente para mantenerme cálida, no obstante, tan pronto como salí, supe que tendría frío el resto del día. Por desgracia, no tuve suficiente tiempo para devolverme y cambiarme, por lo tanto, ahora trato de generar un poco de calor con las manos.
Hoy es mi tercer día de clases y hace un frío inusual. Mientras camino a mi salón, veo que todos, a excepción de mí, visten al menos un abrigo, algunos hasta traen gorros y bufandas. Al menos, yo estoy usando jeans.

Al momento de llegar a la facultad, quedo como una paleta congelada, aunque la calidez del edificio no tarda en recorrer mi cuerpo, haciendo que me estremezca. Me froto las manos una vez más para recuperar el flujo de sangre en los dedos. Entro al salón diez minutos antes de que comience la clase, por lo que hay más personas que el lunes. Ayer vi lecciones de biología y cálculo, fueron tan aburridas que casi me quedaba dormida. Espero que aprendamos conceptos más interesantes en esta asignatura.
Tras cruzar por la puerta del salón, miro a mi alrededor en busca de un asiento vacío en donde pueda sentarme y que al mismo tiempo no me haga lucir tan asocial y pueda parecer que pertenezco a la multitud. De pronto, atisbo un rostro familiar que empieza a saludarme, a lo que no puedo evitar sonreír un poco. Es el chico que me prestó el bolígrafo la otra vez. Decido acercarme y una vez que estoy lo suficientemente cerca, él palmea el puesto a su lado para que me siente, así que le hago caso. Porta una camisa de manga larga, jeans y un gorro negro en la cabeza. "Hola, chico del bolígrafo", bromeo y caigo en cuenta de que ni siquiera me sé su nombre.
El muchacho jadea de forma dramática y se lleva una mano al corazón. "¡Ay, estoy tan dolido! ¿Es así como me pagas después de que te salvara en el primer día de clases? Al menos esperaba una compensación monetaria o un café", sonríe. Le doy un leve puñetazo en el hombro, a lo que él se cae al suelo. Todos los presentes giran la cabeza y detienen sus conversaciones para enfocarse en el chico que está causando una gran conmoción. "¡Ah, no puedo creerlo! ¡Incluso, eres violenta! ¿Qué hice para merecerme esto?", grita en broma o, al menos, es lo que yo creo, ya que no lo golpeé con tanta fuerza como para que cayera del asiento.
"¡Dem*nios! ¡Siéntate, la gente está mirando!", exclamo en un susurro, a lo que él se levanta del suelo y se inclina para decirme al oído: "Me detendré si me haces un favor".
¿Eh? Que yo sepa, lo único que exigen los chicos guapos son favores sex*ales y, en definitiva, no es algo que aceptaría. ¡Jamás lo haré!
"No, ni siquiera te conozco. Ahora, ¿podrías dejar de causar tanto drama?". Justo cuando va a responderme, la profesora entra por la puerta y comienza a prepararse para la lección. De repente, nuestras miradas se encuentran y veo que él esboza una sonrisa maligna, respira hondo y se alista para avergonzarme una vez más. No obstante, alcanzo a colocar una mano sobre su boca, impidiendo que emita cualquier sonido.

"¡Aj, está bieeen, pero prométeme que te vas a callar!", exijo con rapidez mientras rezo para que no siga ocasionando un alboroto. Detesto ser el centro de atención, y mucho más si es entre tantas personas, es algo que trato de evitar a toda costa. Entonces, el chico del bolígrafo me sonríe, revelando dos lindos hoyuelos en sus mejillas y provocando que casi se me olvide que acabo de aceptar el favor que sugirió.
"Muy bien. Por cierto, ¿cómo te llamas?", inquiere al tiempo que me extiende la mano para que se la estreche. "Triana, ¿y tú? No pretendes que te llame «el chico del bolígrafo» en todo el semestre, ¿o sí?", agrego en broma, a lo que él alza la cabeza para reírse. "Tienes razón. Mi nombre es Cirino".
Justo cuando la clase comienza, saco un lapicero de mi mochila junto a mi cuaderno. Tomé la previsión de traerme al menos dos lápices extras para que no volviera a suceder lo de la última vez. En el instante que empiezo a tomar notas, Cirino deja caer veinte bolígrafos sueltos sobre mi escritorio, algunos aterrizan en mi regazo y otros impactan contra el suelo, provocando que resuenen en todo el salón. Los compañeros que están sentados frente a nosotros giran la cabeza y me dedican una mirada de disgusto mientras la profesora hace una pequeña pausa antes de continuar con la lección.
Cirino se encoge de hombros como diciendo «no te queda de otra». "¿Qué? Solo quiero ser un buen amigo y cerciorarme de que tengas todos los bolígrafos que necesites". Sacudo la cabeza y me quejo de lo molesto que es en lo que recojo los objetos y los pongo en el bolsillo delantero de mi mochila. Si bien por fuera luzco enfadada y avergonzada, en el fondo me agrada el sentido de humor de Cirino. Ojalá podamos entablar una amistad.

Una vez que termina la clase, guardo mis pertenencias en la mochila, me despido de Cirino y me preparo para enfrentarme a la tormenta una vez más… Bueno, admito que estoy exagerando, ¡pero es que de verdad hace mucho frío afuera!
Salgo y camino hacia la casa, no obstante, Cirino me toma de la mano y me jala para arrastrarme por la acera. "Em… ¿Qué haces, Cirino?".
"Debes cumplir con el favor que me prometiste, tontita", dice a la par que me aprieta con más fuerza, a lo que mi respiración se agita y sacudo su mano para zafarme de su agarre y alejarme de él. "No, no quiero hacerlo… No voy a…".
Se voltea hacia mí con el entrecejo fruncido y se va acercando con pasos lentos, como tratando de calmar a una cachorra asustada. "Solo quería que me acompañaras a tomar un café". Me quedo boquiabierta con su comentario. "Ah, ya veo…". ¡Creo que lo malinterpreté todo!
"No me digas que pensaste que yo… ¡Ay! ¡Santos cielos, Triana! ¿Creíste que te iba a…?", enseguida, se ríe en mi cara. No solo es una simple risa, sino una fuerte carcajada que de nuevo atrae la atención de los demás hacia mí. Una vez que se calma lo suficiente como para respirar, se seca las lágrimas debajo de los ojos.
"Ay, dios mío, no me había reído tanto en mucho tiempo. Triana, soy gay, ¡muuuuy gay! Tengo una relación seria con mi novio". ¡Estoy tan avergonzada! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Acaso fue muy engreído de mi parte pensar que trataba de acostarse conmigo? Me voy a proponer a mí misma ser más cuidadosa al presumir lo que los chicos quieren de mí.
En lo que estoy atónica y sin saber qué decir, Cirino continúa explicando: "Como mi novio no va a la universidad y le preocupaba que yo no hiciera amigos en este nuevo ámbito, no paraba de insistirme con que lo dejara llevarme a clases, así que, para que se callara, le dije que ya hice una amiga y que la invitaría a tomar un café conmigo. Él también va a llevar un amigo suyo". Sonrío ante lo linda que es su relación e imagino que su novio debe ser muy dulce.
"Bueno, supongo que será un honor ser tu amiga falsa", comento un tanto decepcionada de que solo quiera llevarme para demostrarle algo a su novio. "¡Vamos! Ya eres mi mejor amiga en toooda la universidad. ¡Ni creas que te vas a deshacer de mí tan fácil! ¿Qué pasa si necesito un bolígrafo en el futuro?", responde con una sonrisa, a lo que yo me río.
Él me comenta que iremos a la cafetería Vegas, así que me animo a confesarle que trabajo ahí y que soy adicta al café. Al parecer, él también está igual de obsesionado que yo con eso. Durante nuestro trayecto, le cuento sobre las diferentes bebidas que ofrece el establecimiento y el menú secreto que tanto me encanta. Con solo pensar en el café, ya me estoy calentando del frío abrumador del ambiente.
Nos vamos acercando cada vez más a Vegas y se me empieza a revolver el estómago, es una sensación extraña… Casi como si tuviera mariposas revoloteando en mi interior. Bueno, supongo que el café no me ayudará a mejorar, pero aun así, ¡no hay nada que me impida beber mi dosis extra de cafeína!