Capítulo 3
1319palabras
2023-07-17 09:59
Narrador: Gonzalo.
En la casa de la manada.
¡Ah, m*ldita sea! Si me vuelve a preguntar dónde está su pareja, juro que voy a…
"Gonz, ¿has sabido algo de Cirino?", Alpidio, mi beta, me pregunta por enésima vez en los últimos veinte minutos a través del enlace mental. Me levanto de forma abrupta de la silla, sin importarme que esta golpea contra la pared, ocasionando un crujido tan atronador que de seguro toda la manada alcanza a escucharlo. Bajo los dos tramos de escaleras con pisadas bruscas para llegar a la entrada principal de la casa, en donde veo a Alpidio caminando de un lado a otro.
"Cálmate, Alpidio", dije en un intento de aminorar sus preocupaciones. Aunque no soy muy bueno consolando a la gente, doy mi mayor esfuerzo cuando se trata de mi mejor amigo y mi mano derecha. "Ya debería estar aquí, su última clase terminó a las 5:00, y ya son las 5:45. Aparte, no contesta por el teléfono ni por el enlace mental". Pongo la mano sobre su hombro y lo aprieto un poco para que deje de caminar, cosa que parece estresarlo más, ya que procede a agarrar su cabello rubio entre los dedos y tira de sus mechones mientras cierra los párpados. Me doy cuenta de que su lobo trata de tomar el control, pues sus pupilas fueron oscureciendo hasta llegar al mismo tono verdoso de los bosques, justo del mismo color que los ojos de su lobo.
"Vamos, de seguro está bien. Ya sabemos cómo es Cirino, lo más probable es que se haya distraído con algo y…", de pronto, el sonido de unos pasos crujiendo sobre la grava detienen mis palabras, y el aroma de Cirino me impregna. Veo cómo mi beta se relaja y corre a abrir la puerta. Su pareja se encuentra justo afuera, con la mochila puesta en el hombro y un café en la mano derecha. Tan pronto como Alpidio lo vio enfrente de él, sus ojos marrones se iluminaron o, mejor dicho, el único ojo que no está cubierto por su cabello rizado y desordenado.
"Hola, Al. Te extra… ¡Ay!", Cirino gime cuando Alpidio lo abraza con bastante fuerza. Si no fuera un licántropo, estoy seguro de que se le romperían los huesos. "¡Oye, cuidado con el café!", se queja, se zafa de sus brazos y le dedica una sonrisa a su pareja. "¿En dónde estabas? Traté de contactarte por el enlace mental y…".
"¡Lo siento! Después de clases, fui a una pequeña y linda cafetería llamada Vegas y me puse a hablar con alguien sobre sus marcas de café. Perdí la noción del tiempo, lamento haberte preocupado", Cirino se disculpa, y la respuesta de Alpidio es colocar las manos en las mejillas de su pareja antes de propinarle un abrupto beso. Aparto la mirada para darles algo de privacidad, no obstante, solo alcanzo a soportar diez segundos antes de indicarles que dejen de besarse en la puerta principal.
"¡Ey! ¡Ya fue suficiente! Mejor vayan a un hotel o algo", comento en broma y les sonrío con picardía. Me alegra que se hayan encontrado, son una pareja y almas gemelas. La diosa lunar empareja a cada licántropo con otra persona que encaje a la perfección con ellos en todos los aspectos. La mayoría encuentra a sus parejas predestinadas alrededor de los dieciséis años, sin embargo, todavía no he hallado a la mía a pesar de que tengo casi veintitrés.
La verdad es que suelo quedarme despierto por las noches imaginándome a mi pareja predestinada. Me pregunto cuál es su apariencia, cómo huele y qué le gusta hacer. ¿Nos amaremos mutuamente de la misma magnitud? Temo que le haya pasado algo. ¿Y si murió? ¿Qué pasa si la diosa lunar piensa que no merezco a una pareja y me condena a vivir una vida sin amor y llena de aventuras que se basan en noches de pasión?
De repente, Alpidio me golpea ligeramente el brazo antes de quitarle la mochila a Cirino para ayudarle a sujetarla. Ambos caminan tomados de la mano hacia la cocina, y yo los sigo con el fin de supervisar cómo va la cena. Veo que algunos compañeros de la manada caminan por el primer piso, todos me dedican una reverencia y me llaman «alfa» para saludarme con respeto. Asiento con la cabeza a cada uno de ellos para devolverles el gesto, y después de revisar la comida, que huele increíble, me acerco al comedor y me siento junto a Alpidio y Cirino.
"¿Cómo estuvo tu primer día de clases en la universidad?", le pregunto a Cirino, quien se voltea hacia mí con entusiasmo y se acerca a contarme sobre su día. Tan pronto como mueve su silla hacia delante, percibo un olor extraño que se asemeja al aroma de las rosas y de la miel. De inmediato, aquello despierta mi lado lobuno, la sensación que me provoca es demasiado dulce y embriagador. Mis pupilas se dilatan y me enderezo antes de inclinarme a Cirino e indagar sobre dónde viene el olor.
No tardo en percatarme de que proviene de un simple bolígrafo que se halla en el bolsillo de su camisa. Arranco el objeto de su prenda y lo llevo a mi nariz. Aunque el olor es débil, me resulta lo más dulce que he olido en mi vida y no me cabe duda de que le pertenece a mi pareja. Sin estar muy consciente al respecto, llevo a Cirino contra la pared más cercana en cuestión de segundos. Mi lado humano va cediendo poco a poco ante mi lobo interno. Agarro con fuerza su cuello y lo someto para que me diga lo que sabe.
"¿En dónde conseguiste este lapicero?", le gruño a Cirino. En este instante, no lo veo como una persona, sino un obstáculo para llegar a mi pareja. Alpidio me toma del hombro y me aparta de Cirino, quien ahora se agarra del cuello con la mano a la par que intenta recuperar el aliento.
"¡¿Se puede saber por qué diablos atacas a mi pareja?!", Alpidio grita en mi cara, parándose de forma defensora enfrente de Cirino. Los licántropos somos seres muy protectores, y yo lo soy aún más por ser un alfa. La única persona que puede competir conmigo es mi beta.
"¡Y a mí me gustaría saber por qué Cirino trae el olor de mi pareja!", le rujo directo a la cara para igualar su agresión. Justo antes de perder los estribos, Cirino se interpone entre nosotros y nos convence de que dejemos de pelear.
"Cálmense… Gonzalo, no sé quién es tu pareja, pero si mi bolígrafo huele a ella, al menos sé cómo luce. Es una chica que, al igual que yo, cursa la asignatura de psicología. Como su lapicero se quedó sin tinta, le presté el mío, y me lo devolvió al finalizar la clase. Esa fue la única interacción que tuvimos", me explicó con tranquilidad.
"Llévame a donde está", le ordeno, a lo que Cirino realiza un ademán con la cabeza antes de comentar: "Alfa, ella es humana". Sus palabras me destrozan, y no porque me desagrade que mi pareja no sea una licántropa, sino porque no sabe nada sobre parejas predestinadas, hombres lobo ni alfas. Aunque la reconozca como mi alma gemela, ella no sentirá la misma atracción que yo. Tendré que ganarme su corazón poco a poco, lo cual me llevará demasiado tiempo y será un proceso mucho más lento de lo que alguna vez imaginé.
Sería inapropiado acercarme a ella y besarla de la nada, pese a que es lo que suelen hacer los licántropos una vez que encuentran a su otra mitad. Hay lobos en mi manada que tienen parejas humanas. Si bien es poco común, no es imposible que suceda. En este caso, supongo que tendré que fingir ser un humano por un tiempo hasta que la convenza de que soy suyo, ya que ella es mía.