Capítulo 80
1842palabras
2023-08-07 16:07
Tomo conciencia de mi cuerpo con mucha dificultad, estoy muy cansada y dolorida, por primera vez en, no sé, ¿días? soy consciente de que puedo respirar. Abro los ojos muy poco a poco, la luz blanca me molesta y los ojos me lloran. Siento un peso en mi cabello y la parte derecha de mi cabeza, no necesito mirar para saber qué o quién está recostado ahí, pues las llamas encienden mi agotado cuerpo en cuestión de segundos. Aquí está mi dios griego, mi compañero, junto a mí, como me prometió. Huele a pinos frescos y a tierra mojada, es un olor fresco que me inunda y me atrapa, tirando de mi hacia él, la confirmación de que sí, somos compañeros.
Eros está dormido, siento su suave respiración cerca de mi nuca y su aliento me pone nerviosa, ¡oh, diosa!, ¿acabo de despertar e incluso dormido este hombre tira de mis instintos más básicos? No sé cómo voy a resistirlo cuando salga de aquí.
Giro suavemente mi cabeza y mi cabello me tira un poco atrapado debajo de la cara de mi compañero. Eros se mueve un poco, se está despertando, así que aprovecho para darle un suave beso en su revoltoso cabello. Da un brinco instantáneamente, apartándose de mí, lo que me provoca una mueca de tristeza.

"ELLIE!" Grita con los ojos abiertos y empañados, “¡estás despierta, mi vida!". Le sonrío débilmente y se lanza a mis brazos, el peso de su fuerte cuerpo cae sobre el mío, magullado y dolorido, y se me escapa un ligero quejido.
"Lo siento cariño, me he dejado llevar por la emoción, no sabía cuándo despertarías...o si despertarías siquiera... estaba tan preocupado", le interrumpo atrapando su cara con mis entubadas manos y la acerco con ansias a mí.
Le miro a los ojos, esos preciosos ojos que me miran como si hubiesen descubierto la cosa más bonita del mundo.
"Te he echado de menos, Eros... me sentía tan sola sin ti", una lágrima recorre mi mejilla mientras aprieto mis labios contra los suyos. Su beso es dulce y cauteloso al principio, pero sube de intensidad cuando mis hambrientos labios lo devoran sin compasión, no he pasado por un infierno para recibir besitos de colegiales.
Eros se separa unos centímetros de mi boca, lo mínimamente necesario como para que nuestras frentes se toquen y nuestros ojos se escudriñen.
Sus ojos se tornan más oscuros todavía, siento como su lobo avanza a través de sus ojos hacia mí. Aixa responde a su llamada, avanzando también en mi mente.

"Mía, compañera" dice con voz grave y puñeteramente sexy.
"Tuya. Mío, mi compañero" contesto yo, con una voz más ronca de lo que esperaba. Sus ojos se oscurecen más todavía mientras me responde.
"Tuyo, para siempre", y de nuevo me besa con pasión, con la intensidad y el deseo de dos almas unidas por fin.
“¡ELLIE!” Grita mi madre desde la puerta mientras me separo de Eros de un salto, asustada. La Ellie de hace unos meses se hubiese muerto de vergüenza, pero esa no soy yo ahora. He pasado por la experiencia más traumática de mi vida, me han secuestrado, drogado, atado, humillado y golpeado. Pensé que nunca más volvería a ver a mis amigos, a mi familia…pensé que nunca sabría si Eros era mi compañero. Pero he sobrevivido, me aferré a la vida y no voy a desperdiciar ni un segundo, lo quiero todo y quiero vivirlo todo.

“Mamá!” le respondo, con la voz entrecortada de la emoción. Mi madre se tira a mis brazos y se unen mi padre, Roy y Ari a este gran abrazo, siento que estoy en casa cuando aspiro sus aromas, que ahora percibo con más intensidad.
“Mi niña, estaba tan asustado, temía no volver a verte…” mi padre me aprieta contra él con fuerza, lo han pasado mal, se nota en sus miradas. Sus caras, aunque alegres y emocionadas de volver a verme despierta, son el vivo rostro de la desesperación y el cansancio.
“Yo también estaba asustada, papá...pero sabía que me ibais a buscar, intenté dejar rastro de mi paso, pero no sabía ni dónde estaba… ¿Dónde estoy, por cierto? ¿Sigo en tu territorio, Eros?”, no me había percatado de que el hospital en el que me he despertado no es el de mi manada.
“Sí Ellie, estás en el hospital de Dawn...nuestro territorio”. Eros pronuncia nuestro con énfasis en la palabra, ahora que sé que soy su compañera dada por la diosa respiro tranquila.
“Bienvenida de vuelta, Ellie”, me dice una voz que reconozco, pero que me desconcierta. Troy está en la puerta de la habitación, con un ramo de flores enorme en la mano, a su lado está Darla, que me mira con infinito amor.
“Gracias, Alfa Troy. Me alegro de verla, Luna Darla”, le respondo con cortesía, siento miedo y ansiedad. No tengo muy claro qué hace aquí pero no estoy preparada para una discusión. Eros siente mi ansiedad y me aprieta de la mano con fuerza, le miro y sé que entiende mi incertidumbre.
“No pasa nada, Ellie, todo está bien”, me susurra Eros muy bajito, lo miro con desconcierto, no entiendo nada.
“Ellie, quería pedirte disculpas, sé que te traté y te juzgué mal e injustamente. Fui un imbécil obsesionado con mantener el estatus de la manada y no supe ver en ningún momento el bien que le hacías a mi hijo. Tampoco te di la oportunidad de conocernos, de lo contrario hubiese sabido que no había mejor luna para la manada que tú, aparte de aquí mi querida Darla”. Darla sonríe y asiente. Estoy petrificada, no entiendo este cambio repentino de actitud, ¿es porque soy la compañera de Eros y no tiene más remedio que aceptarlo? Debe ser eso.
“Alfa Troy, le agradezco sus disculpas, pero con todos mis respetos, no sé si son sinceras o simplemente son fruto de la resignación por ser la compañera de tu hijo”. Sé que sueno extremadamente borde, pero no me fío de esta persona, sus duras palabras hacia Eros y sobre mí hicieron mella en mi confianza durante mucho tiempo, ¿por qué tendría que creerlo?
“Ellie tesoro, está bien. Sé que el Alfa Troy no te trató bien en su momento, y que sufriste mucho por como eso afectó (y podría afectar) a vuestra relación, pero está todo hablado, de verdad”, mi padre me habla con calma y sinceridad. Me asombro al oír eso, no esperaba que se pusiese de su parte. “Puedes estar segura de que Eros, Roy, él y yo hablamos largo y tendido sobre todo lo que pasó, pero queremos que sepas que es tu decisión perdonarle o no”.
“Ellie, entiendo tus dudas, y sí, si soy sincero en parte es porque eres la compañera de mi hijo…Pero el día que te localizamos, Darla y Eros me abrieron los ojos. Cuando vi a Eros despreciar a mi tercero y a su hija cómo lo hizo comprendí que si lo obligaba a seguir con el pacto lo iba a perder para siempre, Eros me había advertido que dejaría la manada si le obligaba a seguir con el pacto, pero no lo creí capaz, hasta ese momento. Nunca vi a mi hijo tan desesperado, nunca vi tanto terror en su mirada, ni siquiera cuando era un cachorro. Darla se encargó de recordarme valores que un alfa debe poseer y que yo aparté en pros de la fuerza y la búsqueda de lo mejor para la manada”. Troy suspira y se acerca a mí, camina con muecas de dolor. Me doy cuenta en ese momento de que lleva vendajes en el estómago y las costillas y le cuesta moverse. “Ellie, comprendí lo mucho que significas para Eros, incluso antes de tu transformación y de poder comprobar que sois compañeros, entendí que, si lo alejaba a la fuerza de ti, también lo alejaría de mí… Y la noche de la lucha te transformaste, con todo ese acónito en tu cuerpo sacaste fuerzas de dónde no las había para luchar por tu vida, atacaste como una auténtica guerrera, como una luna defendiendo su manada, y lo comprendí, comprendí cuán equivocado había estado. Te pido disculpas de verdad, Ellie.” Se agacha cerca de mi camilla y me enseña su cuello. Un jadeo de estupor se pronuncia al unísono en esa pequeña habitación.
Un alfa nunca se somete, un alfa nunca enseña su cuello, solo lo hacen con los reyes Lican o cuando pierden ante un futuro alfa, nunca hacia una doña nadie como yo. Suspiro, si acaba de hacer esto delante de 3 alfas es que la cosa va en serio. Miro a Eros, que sigue con los ojos abiertos de par en par y me devuelve la mirada. En ella solo veo asombro, está petrificado, como los demás.
“Eros, ¿has perdonado tú a tu padre después de todo lo que pasó? ¿estás bien con eso?” es lo único que me importa saber. Eros asiente.
“Después de la charla común, hablamos nosotros solos durante horas. Mi padre fue un imbécil y un gilipollas integral, pero mi madre le hizo entender las cosas… Él lo sabe, sabe que decidí perdonarlo porqué esto me estuvo reconcomiendo por dentro durante semanas, pero también sabe que llevará tiempo para que las cosas sean igual que antes. La decisión es tuya, cariño, nadie te juzgará por esto, puedes estar segura”. Suspiro, si Eros puede perdonarle, supongo que yo también puedo, no espero tener con él la relación que tienen Eros y mis padres, pero me basta con que me mire con desprecio.
“Está bien, acepto sus disculpas, Alfa Troy. No le voy a mentir, juega a su favor que Eros lo haya perdonado, y no quiero ser yo la responsable de un mal ambiente familiar, después de todo vamos a ser eso, familia. Pero quiero que sepa que el día que le dijo a Eros lo del pacto, yo estaba allí, lo oí todo, sentí mi cuerpo romperse en mil pedacitos cuando fui consciente que no era bien recibida, pero lo que más me dolió fue ver cómo eso destrozaba también a Eros. He crecido en una buena familia, una donde nadie esconde las cosas y todo se habla, hacer un pacto a espaldas de Eros y de su mujer fue algo desleal y horrible…pero si su familia puede perdonarlo, yo también”. Dos lágrimas brotan de mis ojos, traicioneras. Hubiese preferido quedarme con la mirada fija en él, con aire duro, pero no soy así, me superan estas mierdas.
Troy se levanta con la ayuda de Eros y duda, pero finalmente me abraza con fuerza, siento su calor y no es un abrazo fingido, lo cual relaja un poco mi cuerpo y mi mente.
“Gracias, niña. Valentía, fuerza, paciencia, comprensión, empatía…tienes esas y muchas más cualidades para ser una gran luna. Prepararemos pronto la ceremonia, no estoy orgulloso de mis últimas semanas como alfa, y mi hijo y tú habéis demostrado estar cualificados de sobra, no hay porqué alargar esto”. El corazón me late a mil por hora, demasiadas cosas que asimilar en pocos minutos.