Capítulo 55
1295palabras
2023-07-09 19:17
A las pocas horas le dieron el alta a Ellie, su diagnóstico estaba claro, había sufrido un ataque de ansiedad. Todos se desplazaron a casa de Ellie, pues su madre prefería tenerla cerca y poder controlarla. Eros quería estar con ella a solas y hablar, pero no rechistó ni hizo ningún comentario, sabía de sobra como era Ther con sus hijos y no quería tener un encontronazo con su suegra, no después de lo que había pasado la noche anterior.
Mientras Ther acompañaba a Ellie a su habitación, el alfa David interceptó a Eros.
“Eros, creo que tenemos mucho de lo que hablar” le dijo seriamente, a lo que Eros simplemente asintió con la cabeza. Siguiendo a David, se sentaron en los sofás del comedor, y a Eros le vino a su mente el día que él y Ellie les comentaron a sus padres que estaban juntos. ¿Quién podría imaginar que la cosas se pondrían así?, Eros suspiró para sí mismo.
“Sé que lo que tu padre te ha hecho es una tremenda mierda, y a juzgar por cómo estaba el apartamento entiendo que no te hizo la menor gracia, pero no puedo pasar por alto como está afectando todo esto a Ellie”. David hizo una pausa, con la mirada fija en Eros. “Hijo, te respeto y te estoy agradecido por cómo has cuidado de ella durante todo este tiempo, y la diosa sabe que nada me gustaría más que qué Ellie y tu fueseis compañeros… pero debo pedirte que, si ese no es el caso, te apartes y rompas la relación con ella”. David observó como en los ojos de Eros se mezclaba el dolor, la rabia y la impotencia, podía sentir como su aura de alfa luchaba entre explotar de rabia y mantener el control.
“Alfa David, entiendo tu preocupación, de verdad. Créeme que lo último que querría en este mundo es dañar a Ellie, pero no puedo hacer eso. Sé que ella es mi compañera, mi lobo lo sabe y me lo transmite…pero si mi lobo estuviese equivocado, si ella no lo fuese, no creo que pueda separarme de ella. Es mi mundo entero, alfa, no puedo renunciar a lo que me ha costado dos años construir sin antes pelear. Se lo dije a mi padre y te lo digo a ti, no voy a acatar ese pacto, Ellie será mi luna”. Eros sonó lo más sereno que pudo, a pesar de que en su interior su lobo rechinaba los dientes y le pedía salir, pues alguien estaba poniendo en duda la relación con su compañera.
“No dudo de tus sentimientos hacia mi hija, de eso puedes estar seguro, pero no puedo pasar por alto que ha acabado hospitalizada por toda esta situación. Mi hija no tiene a su loba ni ha tenido oportunidad de conocer a su compañero. ¿Qué vas a hacer si se transforma y aparece su compañero? ¿Vas a poner a Ellie en la tesitura de tener que elegir entre lo que siente por ti y el vínculo de pareja? Las dos opciones la dañarán, Eros. Si no sois compañeros y haces de Ellie tu luna, tendréis el riesgo permanente de conocer en cualquier momento a vuestros compañeros y eso pondría en peligro vuestra relación y la estabilidad de las manadas. Sé que tu intención es buena, pero las consecuencias pueden ser nefastas, por no hablar del hecho que incumplir un pacto supone rebelarte contra tu padre y arrebatarle a la fuerza la manada, ¿así es como quieres liderar? Sé que no, que tú no eres así, por eso…”
“¿A alguien le preocupa lo que pueda opinar yo?” Antes de que David pudiese acabar de hablar, Ellie, que había escuchado todo al bajar a por un poco de agua, interrumpió la conversación entre Eros y David.
“Hija, deberías estar arriba descansando. Por favor, sube y acuéstate”, le pidió con calma su padre.
“¿Para qué? ¿Para que puedas decidir por mí en mi relación? No soy una niña, papá. Yo sola me metí en todo esto, a sabiendas que podía salir tremendamente mal. Anoche, tras la pelea, yo misma tuve esta misma conversación con Eros, pero decidí esperar a mi transformación. Si no somos compañeros, nosotros mismos decidiremos nuestro futuro, pero te pido por favor que no te entrometas como ya lo ha hecho el alfa Troy, por qué no quiero tener que romper la relación contigo, papá”. Ellie estaba muy alterada, pero sonó lo más tranquila que pudo.
“Pero Ellie, sed razonables, ¡por la diosa! ¿Estáis dispuestos a poner en riesgo las manadas por un enamoramiento juvenil? Esto es…” de repente los ojos de Troy se pusieron en blanco, señal de que alguien estaba contactando con el alfa. Tras un minuto en silencio volvió en sí mientras respiraba profundamente. “Seguiremos hablando, tengo que irme”.
Rápidamente se transformó y salió de casa refunfuñando, mientras Ellie, Eros y Ther (que había bajado al escuchar la discusión), se quedaron en la puerta.
“Parece que se dirige hacia la casa de la manada, ¿verdad?” dijo Ellie.
“Eso parece, habrá pasado algo…. Chicos, entrad en casa, por favor”. Ther los condujo de nuevo al comedor para hacer que se sentasen. Ellie se puso tensa de nuevo.
“Mamá, si tú también vas a empezar con el mismo sermón que papá, mejor puedes ir ahorrándotelo…” empezó a decir Ellie, ya a la defensiva.
“No, hija, yo no voy a seguir con eso. Desde el primer momento que os vi juntos supe que había una conexión muy fuerte entre vosotros, y estoy convencida que sois compañeros. No entiendo por qué se manifestó tan pronto en vuestro caso, pero no importa. Y, en el muy improbable caso que yo esté equivocada –cosa que ya adelanto que dudo-, creo que tenéis la suficiente madurez para determinar lo que será mejor para vosotros y para las manadas. Tu padre no quiere separaros, cariño, lo que no puede soportar es la idea de volver a verte tirada en el suelo, blanca y con gotas de sudor frío. Y yo tampoco”. Ellie miró a su madre, que tenía los ojos vidriosos, intentando ocultar sus lágrimas.
“Luna, lamento profundamente que toda esta situación haya afectado así a Ellie, y que vosotros y vuestra manada os veáis implicados en ella. No voy a permitir que esto vuelva a pasar, no voy a dejar que Ellie pase por eso de nuevo”, dijo Eros mientras agarraba de la mano a Ther, quién le sonrió levemente. Ellie seguía en silencio, cabizbaja. Sabía que debía enfrentarse a una situación difícil de la que probablemente Eros y ella no saliesen bien parados, pero no quería que esto siguiese afectando a su familia y manada.
“Bueno, creo que lo más conveniente es que recojas tus cosas y te instales en casa, Eros. Si vas a quedarte hasta que pase el cumpleaños de Ellie, es mejor que estés aquí y así puedo vigilar también a mi hija, comprenderás que después de esto no quiero verla tan poco como antes. Además, tu periodo en la residencia acaba pronto, así que mejor para todos”. Eros asintió y se dirigió a su residencia a empezar a hacer las maletas. Cuando éste abandonó la casa familiar, Ellie por fin habló.
“Gracias, mamá. Gracias por darme espacio y poder de decisión. Estoy muy asustada, pero me reconforta tenerte a mi lado… espero poder decir lo mismo de papá”, dijo Ellie, mientras empezaba a sollozar.
“Cariño, tu padre renunciaría a todo antes que dejar que esto afecte a vuestra relación. Solo está preocupado, obviamente le importa lo que pueda pasar con las manadas, pero lo más importante para él eres tú.”. Madre e hija se fundieron en un abrazo, uno cálido y suave, que devolvió a Ellie la fuerza que parecía haber perdido desde la noche anterior.