Capítulo 52
747palabras
2023-06-28 18:54
Ellie seguía boquiabierta intentando recomponer los trozos de su corazón cuando oyó la confesión de Troy. Inmediatamente se dio cuenta de la transformación de Eros, así que salió disparada hacia él y bajó la pantalla del portátil, dando por finalizada la conversación mientras Eros se transformaba.
Allí estaba él, con los ojos rojos de rabia, respirando aceleradamente y gruñendo salvajemente. Ellie había visto pocas veces al lobo de Eros, pero siempre le había parecido un lobo con una mirada solemne y noble, hasta ese momento. Su lobo estaba enfadado, muy enfadado, y sin apenas poderse controlar empezó a destrozar los muebles del pequeño apartamento de la residencia.
Ellie gritó, asustada por el shock, pero intentó calmarlo, a sabiendas que si no lo conseguía Eros iba a destrozar el apartamento en segundos.
“Eros, cariño”, susurró Ellie, pues su voz no conseguía sonar más fuerte. Eros no la oyó, seguía destrozando el sofá. “Eros!” llamó, más fuerte esta vez, obteniendo un gruñido por respuesta. Llegados a este punto, Ellie hizo un movimiento arriesgado, pero confiaba lo suficiente en Eros como para saber que se detendría.
Corriendo se puso entre él y el sofá, escabulléndose entre sus garras, y agarrándolo firmemente de la cara. “Cariño, para, por favor”, susurró con los ojos llorosos, justo cuando el lobo alzaba sus garras para arañar el sofá, intentando sonar lo más tranquila posible, aunque en su fuero interno estaba muy asustada.
El lobo abrió los ojos y se puso a cuatro patas, con las orejas hacia atrás. Ellie respiró profundamente, sabía que eso significaba que la había visto, y que se había dado cuenta de que casi la hiere. Ellie se dejó caer al suelo, y el lobo le lamió la cara, pasándole el hocico por debajo de la barbilla.
Ella sabía que ahora necesitaba calmarse antes de volver a transformarse, así que se quedó quieta a su lado, sin poder evitar que las lágrimas le rodasen por las mejillas. El lobo sintió el dolor, la preocupación y la ansiedad de Ellie, y mordiendo suavemente la camisa de ésta, tiró de ella para acercarla a la cama. Ellie lo comprendió y se tumbó en ella, mientras el lobo se acostaba a su lado hecho una bola, respirando aceleradamente. Intentando calmarlo, empezó a acariciar el lomo del animal, mientras seguía llorando en silencio hasta quedarse dormida.
Ellie se despertó a las dos horas, tenía sed. Su cuerpo emanaba muchísimo calor y tenía la nuca completamente sudada. Se giró lentamente al sentir algo en su costado y distinguió a Eros durmiendo casi desnudo a través de la oscuridad. En algún momento había recuperado la tranquilidad y se había vuelto a transformar, y ella suspiró. Intentó levantarse sin despertarlo, pues necesitaba desesperadamente beber y refrescarse. Al sentarse sobre la cama el contacto de las manos de Eros en sus caderas la sobresaltaron, lamentando haberlo despertado.
“¿Dónde vas, Ellie?” dijo Eros, que parecía muy despierto a pesar de estar profundamente dormido cinco segundos antes.
“A beber, me muero de calor y de sed” dijo ella. Eros encendió entonces la luz y la miró. Su cara estaba completamente empapada por el sudor, al igual que su ropa.
“Estás empapada, cariño. ¿Tienes fiebre?” le preguntó mientras le tocaba la frente, preocupado.
“No, simplemente he tenido pesadillas y creo que dormirme con la ropa y con un lobo peludo al lado no ha ayudado” dijo Ellie con media sonrisa. Intentó sonar despreocupada por quitarle hierro a todo lo que había pasado apenas dos horas antes, pero no podía. Bebió agua fresca y se quitó la ropa para ponerse una de las camisetas de entreno de Eros, una de esas que a ella le quedaban enormes y que usaba como camisón.
Eros la observaba en silencio, sabía que el peso de la conversación con sus padres seguía ahí y que no se marcharía hasta que lo hablasen, pero no estaba seguro de cómo empezar esa conversación. Estaba furioso, su padre había hecho un pacto de unión a sus espaldas (y a espaldas de su madre, por lo visto) y él no podía tolerarlo.
“Eros, tenemos que hablar”, dijo Ellie sacándolo de sus pensamientos. Se sentó sobre la cama con las piernas cruzadas y semblante serio. “Creo que deberíamos terminar con lo nuestro, es lo mejor”. Por su mejilla rodó una única lágrima, pesada, caliente, y que Ellie sabía que abría la compuerta para todas las demás. Eros sintió como se le detenía el corazón y cogió a Ellie de la mano.