Capítulo 50
804palabras
2023-06-28 18:53
"Me vas a matar, Ellie" me jadea al oído, notablemente excitado. Aprovecho y me doy la vuelta mientras me libro de su agarre y lo beso con intensidad, la situación me parece puñeteramente excitante, estoy muy cachonda y él lo sabe. Mientras lo beso mi mano derecha pasea por su miembro excitado, acariciándolo de arriba abajo, al mismo tiempo que con la otra mano le tiro del pelo con fuerza, pero sin hacerle daño.
Noto en mi mano como su excitación no deja de aumentar y gimo sorprendida cuando con su mano me recorre mi sexo y me mete dos dedos sin avisar, con movimientos rápidos y bruscos. Creo que voy a explotar cuando se inclina y me lame y chupetea los pezones, siento que me voy a correr de un momento a otro pero yo quiero hacerlo con su polla, así que como puedo consigo hablar.
“Eros, espera… quiero correrme contigo dentro” es lo único que consigo decir, mi cerebro empieza a deshacerse ante la inminente llegada de un apoteósico orgasmo.
“Luego”, me contesta Eros, solo dice una palabra antes de acariciarme el clítoris directamente con otro dedo. Automáticamente exploto en una oleada de placer que me sacude entera, haciendo que me tiemblen las piernas. Él no deja martillearme con los dedos, lo que me provoca una segunda réplica que me deja sin aliento. A penas me estoy recuperando cuando con un movimiento rápido y algo brusco me coloca frente a la pared, me abre las piernas y me penetra con fuerza.
Mi sexo está súper sensible tras el orgasmo y cuando me penetra siento que veo las estrellas. Me sujeto como puedo con las manos en la resbaladiza pared mientras me inclino suavemente, consiguiendo así una mayor penetración. Al inclinarme y levantar el culo, Eros me da una palmada en la nalga, me muerde la oreja y me gruñe “Joder Ellie, eres un espectáculo”, mientras su mano vuelve a la carga para buscar mi ya ultra sensible clítoris.
Jadeo y gimo con fuerza, siento que se acerca de nuevo el orgasmo y no podré aguantar mucho más. Eros parece estar al borde de su liberación también, pues de repente las embestidas son más duras y rápidas, provocando que grite.
Siento que voy a perder el conocimiento cuando Eros me gruñe en la oreja “córrete para mí, nena” y exploto de nuevo. Mi sexo se contrae y destensa espasmódicamente y eso provoca que Eros se corra también. Su gruñido y mis jadeos se funden en uno y nos quedamos quietos con la respiración acelerada. Mis piernas flaquean tras los orgasmos y embestidas y Eros me sujeta con fuerza mientras me besa la nuca.
“Eres un sueño, cariño. Te quiero” me dice con la voz súper grave. Mi cerebro sigue demasiado derretido como para contestar, así que solo le puedo responder un “y yo a ti” con una sonrisa tonta.
“Me temo que habrá que volver a enjabonarse”, dice Eros tras unos segundos, “déjame que te ayude”. No rechisto mientras me enjabona el pelo y el cuerpo y me ayuda a limpiarme, pues me siento gelatina y creo que las fuerzas han abandonado mi cuerpo.
Cuando acabamos de ducharnos me envuelve con una toalla y mientras me seco un poco el pelo no puedo evitar bostezar. El nerviosismo de todo el día y las sesiones sexuales me han agotado y mi cuerpo empieza a notarse blando. Mi chico me levanta en brazos y me lleva a la cama, dejándome sobre ella suavemente. Le sonrío y le doy un beso en los labios antes de dormirme profundamente.
Me despierta la pantalla del móvil encendiéndose y apagándose sin cesar. Sobresaltada, cojo el teléfono y veo que es mi madre, mierda.
“Dime, mamá” digo con toda la calma y serenidad posible.
“Ellie, ¿vas a venir a cenar? Se está haciendo tarde”. Aparto el teléfono de la oreja para ver la hora, las 21:15, mierda.
“Sí mamá, en nada estoy allí” contesto mientras con la mirada busco mi ropa, recordando que debe haberse quedado toda en el baño. Cuelgo y me giro sobre la cama. Mi dios griego particular sigue durmiendo. Un mechón rebelde le cae por la cara, justo al lado de su piercing, se le ve tranquilo durmiendo…tranquilo y jodidamente guapo.
“Eh, dios griego”, le digo suavemente cerca de la oreja, mientras poco a poco abre los ojos y me sonríe, “son las 21:15, mi madre me va a matar como no llegue pronto a casa, me marcho, ¿vale? Tú sigue descansando”. Me tira hacia él y me besa con dulzura. Se incorpora poco a poco y me contesta.
“Si te crees que te voy a dejar volver sola a casa a estas horas, estás muy equivocada. Vistámonos y vamos”, me dice.
No rechisto, eso significa más tiempo con él. Nos vestimos rápidamente y nos vamos.