Capítulo 47
830palabras
2023-06-28 18:47
Mi chica me abre la puerta con una sonrisa enorme en la cara y los ojos bien abiertos. Solo lleva puesta una camiseta que con suerte le tapa la mitad de las nalgas y me esfuerzo soberanamente en no ceder a mis instintos, aunque mi lobo se está excitando.
“¿Qué haces aquí, Eros? ¡Es muy tarde!” Ellie susurra para no despertar a sus padres, así que le hablo en susurros también, lo último que querría es a mi suegro, que además es un alfa, partiéndome la cara por visitar a su hija semidesnuda en su casa, de madrugada y al primer día de relación.
“No podías dormir y estamos los dos metidos en el mismo bote, así que lo mínimo sería que estuviese contigo”. Ella me sonríe con dulzura, se acerca a mí y se pone de puntillas para darme un suave beso en los labios. Su camiseta se levanta mientras me rodea con sus brazos y siento como aprieta su cuerpo contra el mío. Joder, me va a dar algo si siento un poco más de su piel desnuda. Sin poder evitarlo me estoy excitando, y Ellie lo nota, pues de repente se separa de mí, colorada y me susurra que pase a la cocina, mientras sube a ponerse algo más de ropa.

Aprovecho esos instantes para respirar profundamente e intentar calmar mi excitación, no quiero ponerla más nerviosa de lo que ya está.
Baja de nuevo las escaleras con la misma camiseta y unos pantalones cortos de andar por casa. Sin apenas hablar me indica que tome una taza de infusión y que salgamos al jardín, donde corre una fresca brisa, pero la infusión nos mantiene en calor.
“Aquí podemos hablar más tranquilos, la habitación de mis padres da a la parte de delante de la casa, aunque mejor no levantar la voz, por si acaso”. Asiento mientras Ellie le da un sorbo a su bebida. “No deberías haber venido, es muy tarde… En realidad la culpa es mía por mandarte ese mensaje”.
“Estaba despierto e inquieto, así que no me costaba nada venir y estar contigo. De hecho, quiero pasar el máximo de tiempo contigo, así que para mí es un placer”, le digo mientras le acaricio la mano.
“¿Tampoco podías dormir? A mí me da miedo mañana, las clases, la gente cuchicheando… Elisa…” Ellie baja la cabeza, preocupada.
“Oye preciosa, la gente que hable lo que le dé la gana, esto es entre tú y yo, así que, si quieren, que ladren como perros. Sé que para ti es más difícil que para mí, pero yo estoy feliz de poder decir que estamos juntos, y como alguien haga algún comentario, sabrá lo que es la ira de un alfa.”. No intentaba sonar amenazante, pero me he dado cuenta de que gruño sin pretenderlo, creo que mi lobo quiere proteger a Ellie a toda costa, lo cual me hace muy feliz. “En cuanto a Elisa, mañana le mandaremos un mensaje y hablaremos con ella, estará dolida, pero debería entenderlo, es tu amiga y al fin y al cabo también sabía lo que yo siento por ti… Es probable que le cueste un poco, pero lo aceptará, ya verás”.

Ellie asiente y me da un beso en los labios, apoyando después su frente contra la mía y casi sin separar nuestros labios me susurra.
“Gracias, Eros. Por ser mi amigo, primero, y mi pareja también… me siento muy afortunada de tenerte a mi lado”, y de nuevo me besa. “¿Sabes qué? Mi madre cree que somos compañeros, porqué cada vez que te toco siento una pequeña explosión de fuegos artificiales en las yemas de los dedos… Sé que es una tontería, y seguramente me esté sugestionando, pero ojalá tenga razón, por qué no creo que pueda querer a nadie como te quiero a ti”. Siento que el corazón me va a estallar en cualquier momento, juro por la diosa que pocas veces en mi vida me he sentido tan feliz.
Abrazo fuerte a mi chica, quiero sentirla cerca, muy cerca de mí, porqué yo también siento un cosquilleo cada vez que la toco, que la beso, que la acaricio…y es jodidamente adictivo.
Siento que Ellie empieza a temblar, y es que la brisa es demasiado fresca y ella lleva muy poca ropa, se va a resfriar. Me quito la sudadera y se la doy para que entre en calor rápido y se la pone sin rechistar.

“Es la segunda vez que te robo una sudadera”, me dice Ellie sonriendo, “igual debería pensar en comprarme alguna… aunque claro, prefiero las tuyas, huelen a ti”. Sonrío y la levanto de la silla para sentarla en mi regazo, donde nos quedamos un rato en silencio mirando las estrellas. Al cabo de un rato noto que empiezan a cerrársele los ojos, así que me despido de ella y me marcho de nuevo a la residencia. Quedan unas pocas horas para ir a clase, pero creo que ahora podremos dormir mejor los dos.