Capítulo 26
806palabras
2023-06-28 18:35
Una dulce corriente sacudió el cuerpo de ambos cuando sus labios se rozaron. Apartaron sus caras, alejándose un poco el uno del otro, pero instintivamente volvieron a acercarse. Esta vez no fue un roce inocente de labios, si no que Ellie y Eros empezaron a besarse. Era un beso tímido, con nerviosismo, pero dulce, que les sacudía de pies a cabeza y no les dejaba pensar.
Eros colocó sus manos en la cara de Ellie y esta puso una de sus manos en el musculoso pecho de Eros. La cabeza de Ellie daba vueltas pensando en que estaba traicionando todo aquello que había estado defendiendo durante tanto tiempo, pero el dulce aroma de Eros la embriagaba y anulaba su raciocinio.
Eros por su parte actuaba guiado por sus instintos, hacía tiempo que se había rendido a la evidencia de que sí, realmente le gustaba Ellie.

Se sorprendía a si mimo en clase mirando de reojo sus pequeñas pecas o sus preciosos ojos verdes. Cuando quedaban y el sol acariciaba el pelo y la piel de Ellie, él no podía dejar de pensar en lo preciosa que se veía. Hacía tiempo que lo deseaba, pero un pensamiento intrusivo lo interceptó, ¿y si ella actuaba así por el alcohol?.
Ellie recuperó el control de sí misma en un instante en el que le pareció sentir la duda en Eros. En ese momento se apartó bruscamente de él, incrédula cayó en la cuenta de que acababa de besar a Eros, así que ya no tendría esa primera vez con su compañero de verdad. Se enfadó muchísimo con ella misma y con Eros, aunque no podía culparlo, porqué aquello había sido claramente cosa de los dos.
“¡Mierda, mierda… joder!” exclamó Ellie, apenada.
“Ellie, lo siento, de verdad… no era mi intención, me he dejado llevar, de verdad que lo siento” Eros no sabía cómo arreglar la situación. Después de todo lo que había pasado entre ella y Mark, se sentía un rastrero por haber aprovechado la situación.
“Me voy, Eros, toma tu sudadera”, dijo Ellie intentado quitársela, pero recordó que no llevaba el top debajo, “…mierda.”
“Llévatela, Ellie, ya me la devolverás… por favor, perdóname, ¿podemos hablar mañana antes de que me vaya?” le preguntó apenado Eros.

“Ya veremos mañana”, dijo Ellie sin apenas mirarlo a la cara. Simplemente corrió y corrió mientras las lágrimas le brotaban por la cara. Acababa de desatar una lucha interna: lo que había sentido al besar a Eros batallaba contra lo que siempre había estado defendiendo.
Entró en su casa intentando hacer el mínimo ruido posible, se quitó la sudadera y se dio una ducha mientras sus lágrimas seguían rodando mejilla abajo, mezclándose con el agua. ¿Cómo en un segundo había cambiado todo? ¿Cómo iba a mirar a Eros a la cara después de esto?, es más, ¿cómo iba a poder mirarse a ella misma después de haberse abalanzado sobre Eros? En un momento había traicionado sus ideales, y lo peor de todo es que recordaba ese dulce beso y se sonrojaba.
Necesitaba dormir, por qué no era capaz de pensar con claridad. Cuando se metió en la cama, un mensaje de Eros apareció en la pantalla: <>. Ellie suspiró, no le podía echar en cara nada a Eros, no es que él se hubiese aprovechado, Ellie sabía que los dos se habían acercado a besarse al unísono. Decidió responderle a Eros, aunque solo le escribió un cortante <>.
A la mañana siguiente Ellie se despertó con los ojos hinchados y ojeras, no había descansado apenas y la culpa le invadía. Decidió volver a ducharse antes de bajar a desayunar, pues sabía que se encontraría a su madre y no quería que la viese con esas pintas. Después de la ducha se aplicó un poco de maquillaje y corrector, y haciendo un enorme esfuerzo, bajó las escaleras.

“Buenos días, cariño. ¿Qué tal anoche? ¿Llegaste tarde?, la migraña me está matando de nuevo y el medicamento me dejó k.o.” dijo Ther mientras le pasaba una taza de café, “Uuh, menuda cara traes, hija. Alguien se pasó con la fiesta…espera, ¿pasó algo?” El tono de Ther cambió tras observar detenidamente a Ellie, sabía que lo estaba intentando ocultar con maquillaje, pero tenía los ojos hinchados y rojos, como si hubiese estado llorando.
Ellie dejó la taza de café en la encimera y, a pesar de hacer un esfuerzo titánico por retener sus lágrimas, no lo consiguió, y una pesada lágrima rodó mejilla abajo, arrastrando un poco de maquillaje tras de sí.
“Cariño… ¿qué ha pasado? ¿Te han hecho daño?” su madre se estaba poniendo nerviosa ante el silencio de Ellie.
“La he cagado, mamá”. Dijo Ellie mientras todo el pesar de su cuerpo brotaba por sus ojos.