Capítulo 22
483palabras
2023-06-28 18:33
Acompaño a Eros a la puerta y aprovecho para preguntarle si podemos hablar, a lo que me contesta que por supuesto. Indico los bancos que hay cerca de casa y nos sentamos en ellos.
“Eros, quería darte las gracias de nuevo, ya sé que te las dí por teléfono, pero quería agradecértelo en persona. Me ayudaste y no me dejaste sola, eso me hizo sentir segura y siempre te estaré agradecida por eso”. Noto como me pongo colorada al decirle estas cosas, aunque no entiendo por qué, ya se las había dicho anteriormente, aunque puede ser que sea porqué sus ojos marrones están clavados en mí y por teléfono no es lo mismo.
“De nuevo, no me tienes que agradecer nada. Hice lo que cualquier amigo hubiese hecho. Y tal y como dijo tu hermano, si vuelve a acercarse a ti lo pienso destrozar, no se puede tratar a las personas de esa manera.”. Eros suena muy serio cuando me dice eso, así que simplemente sonrío y asiento.

“Otra cosa, si te apetece, a mis amigos y a mí nos gustaría que salieses con nosotros. Solemos quedar los viernes por la tarde y los sábados para tomar algo o ir donde los humanos a jugar a los bolos. Creo que lo pasarías bien, así que, si te apetece, serás más que bienvenido… a no ser que quieras perder a los bolos, en ese caso no te lo recomiendo”.
“Claro, me encantaría. Tus amigos me parecen muy majos, la verdad… Y eso de los bolos está por ver, en mi manada el récord de bolos derribados lo tengo yo”. Eros intenta sonar serio, pero se ríe al acabar la frase.
“Bueno, pues habrá que comprobarlo… aunque es posible que tengas el récord no porqué seas muy bueno, si no que los demás sean muy malos”. Eros suelta una carcajada. Creo que es la primera vez que lo oigo reírse así, su voz suena como música cuando ríe y noto que se me ponen rojas las orejas.
“Tienes las orejas rojas, Ellie, creo que te ha dado demasiado el sol mientras comíamos”. Inmediatamente me tapo las orejas y me concentro en no tener la cara roja también para que no note que realmente me he sonrojado.
“Ah, si… me daba en las orejas y en la nuca… si”. Intento no sonar nerviosa, pero sé que he fallado miserablemente. Eros sonríe y nos despedimos. Sé que mañana en la academia tendré que aguantar cuchicheos y comentarios, pero realmente no me importa, no voy a dejar que esto consuma más mi tiempo ni mis energías.
Acabo de recoger las cosas y de ayudar a mi madre y a Eros con los platos y subo a mi habitación a descansar. La verdad es que he comido tanto que no tengo hambre, así que paso de la cena y directamente me voy a la cama a leer un rato.