Capítulo 3
757palabras
2023-06-28 17:44
Siguiendo las indicaciones de su plan de estudio, se dirigió a una clase de tamaño medio, en la que la mayoría de asientos ya estaban ocupados.
Divisó que quedaban 4 asientos libres, uno al lado de una chica que intentaba desesperadamente que el chico de delante le devolviese la carpeta (aunque parecía que se conocían de antes, pues hacían bromas entre ellos y se llamaban por sus nombres), dos juntos vacíos y uno al lado de Derek Kerr. Ellie resopló para sí misma, no podía creer que Derek hubiese llegado hasta ahí, si parecía que tenía la cabeza para hacer crecer sus músculos y poco más. Sin dudarlo se fue hacia los dos asientos vacíos y eligió el más alejado de Derek, aunque de poco le sirvió.
“¡Pero bueno! ¡Si está aquí Ellie Hudson! Menuda coincidencia, ¿no te parece?” dijo Derek haciéndole ojitos a Ellie.
“Hola, Derek. No sé hasta qué punto es coincidencia teniendo en cuenta que siempre dije lo que iba a estudiar, pero me alegra verte de nuevo.” Intentó sonar sincera, aunque no lo consiguió, y es que se le daba bastante mal mentir. Derek se había puesto muy pesado en el instituto cuando iban juntos a clase. A pesar de tener 16 años intentaba ligar con todas las chicas de clase, y con aquellas que no lo conseguía insistía sin cesar hasta que bien se aburría o bien, ellas cedían. Aunque para Ellie era un chico bastante alto, guapo, y muy musculoso, su atractivo lo perdía con esa actitud chulesca, por esa razón nunca le dio coba y Derek insistía sin cesar. Creía haberse librado de él al ingresar en la academia, pues estaba convencida que se dedicaría a entrenar para formar parte de los guerreros de la manada, pero no tuvo suerte.
Justo cuando Derek iba a empezar con su típico intento de ligoteo, sonó la campana y entró el profesor, así que todos atendieron a clase. Cuando el profesor llevaba 15 minutos explicando el funcionamiento de las clases, se abrió la puerta y apareció el director con un chico. Habló con el profesor, que sonrió y le indicó que se sentase. Al haber iniciado ya la clase, no quedaba ningún sitio libre salvo el de al lado de Ellie, así que el chico se acercó y se sentó a su lado.
Ellie lo miró y juró que se le estaba cayendo la baba, en la vida había visto un espécimen así. Era un chico muy grande y musculoso, con el pelo negro azabache y ondulado. Sus grandes ojos marrones enmarcaban su cara mientras su carnoso labio inferior completaba el cuadro, además, tenía un piercing de aro en la nariz que añadía un aire chulesco a su semblante. Su aura gritaba alfa a gritos y Ellie no podía dejar de mirarlo, extrañada, pues su cara le resultaba familiar pero no ubicaba al chico en cuestión, y conocía bastante bien a casi todas las familias de los Alfas de las manadas cercanas gracias al tratado de su padre.
El chico pareció darse cuenta de que Ellie lo miraba pues sonrió sin dejar de mirar al profesor. Rápidamente Ellie se puso roja como un tomate y apartó la mirada, nunca le había pasado nada parecido, pero una cosa tenía clara, ella había ingresado en la academia para estudiar, no para dejarse embobar por lobitos, por muy jodidamente guapos que fuesen.
La clase siguió con normalidad y cuando sonó la campana para anunciar el descanso, el chico le habló a Ellie mientras esta recogía sus cosas.
“Hola, me llamo Eros, ¿cómo te llamas?” le dijo a una embobada Ellie que sintió como sus orejas se ponían como un tomate.
“H-Hola, me llamo Ellie, encantada”. Tal y como las palabras abandonaban su boca, más roja se ponía. ‘Eros’, pensó, ‘sus padres eligieron bien el nombre para semejante dios griego’.
“¿Eres Ellie? ¿Ellie Hudson, la hermana menor de Roy?”, preguntó Eros asombrado. “¡Vaya, cuánto tiempo! Seguramente ni te acuerdes de mí, pero tus padres, Roy y tú, pasasteis una semana en mi casa cuando éramos pequeños, cuando tu padre firmó el tratado con la manada de mi padre, Dawn”. Ellie abrió los ojos como platos, y, aunque pensaba que era imposible, sintió como se ponía todavía más roja. Eros lo notó y añadió rápido “Tranquila, yo tampoco te recuerdo a penas, tu y yo teníamos como 3 años o por ahí, pero cuando mi padre me mandó estudiar aquí me dijo que probablemente coincidiría contigo, ya que ibas a estudiar lo mismo que yo”. Dijo sonriente Eros.