Capítulo 27
1468palabras
2023-06-07 04:52
dejarme”
SARA
Está comenzando a hartarme la actitud de este idiota. ¿Creer que yo era suya? Suya.
"Yo suya"
Por favor.
Está muy desubicado. Todo un estúpido en categoría mayoritaria. Pensar que mi persona es un objeto con el cual se le apetece jugar a cualquier momento del día, pues está muy equivocado.
Yo valgo más que sus estúpidas y desubicadas conquistas de cada noche. Yo soy una mujer del bien, que no piensa unirse o enamorarse de un inepto que trata a las mujeres como un objeto sexual. ¿Qué se cree?
"Tarado"
Necesito despejar mi mente. Pero es tan difícil cuando el causante de mi demencia, el responsable de que yo tenga pensamientos negativos y el que se cree mi dueño, este molestando o atormentando mi vida. Y para completar la exuberante ecuación. Aquella persona insoportable se encuentra a tan solo unos pasos de mí gritándome que entre el estúpido auto.
Con toda la fuerza que llevo acumulada en mí ser, me proponga a alejarme lo que más pueda de él. Porque realmente lo necesito. Y aunque mi suerte no sea la desea por todos. Me niego a tocar el piso del exuberante auto, aunque me regalen millones por hacerlo y peor si aquel descerebrado es el que va de conductor. Llámenme ridícula porque lo soy, pero algo tengo claro que lo yo estoy haciendo se lo conoce como prevención. Si, mejor es prevenir que lamentar. Porque mi persona está a solo un paso de enloquecer y comenzar a dar golpe a diestra y siniestra hasta que mis delicadas manos se vayan al lugar prohibido y delicado de ese inepto.
Desconozco cuanto me he alejado de aquel individuo y de igual manera me tiene sin cuidado. Yo no necesito un guardián que me cuide, yo puedo hacerlo por mí misma. En el momento que doy otro pasó más una corriente helada recorre todo mi cuerpo haciendo que mi cuerpo se estremezca. Y de un momento a otro un hombre frente a mí aparece atrayendo toda mi atención.
Sin embargo, lo que deja descolocada es su escalofriante mirada color rojo escarlata. ¿Cómo es posible? ¿De dónde es? Sin llegar a detenerlo el miedo comienza a recorrer mi cuerpo alterando mis nervios.
"¿Qué diablos?"
No obstante, cuando quiero hablar mi mente se queda en blanco y mi conciencia se pierde en lugar totalmente neutro donde aparezco atrapada en paredes sin salidas. Pongo toda mi fuerza para salir de esta prisión, pero es inútil no hay escapatoria. Mi mente intenta traspasar aquel campo de protección que ha sido activado sin mi consentimiento. Pero sigue siendo inútil.
Sin embargo, mis deseos se cumplen cuando el cuerpo rígido de David esta frente a mi tratando de protegerme de aquel hombre de mirada rojo escarlata que todavía tiene el poder de estremecer mi cuerpo. Entonces tengo nuevamente a cargo mis pensamientos. Y aunque aquel hombre muestre su sonrisa de chico despreocupado, sus intensos ojos hacen que mi cuerpo tiemble de temor.
Además, desconozco las palabras que salen de mi boca, porque solo tengo el conocimiento de que solo son oraciones que evitan que aquel hombre con apariencia escalofriante, se acerque a mí. No obstante, la seguridad que llegue a pensar que en mi existía solo era un viejo escenario para no mostrar mi dolor. Y no puedo dejar de sorprenderme que aquel hombre ha sido el responsable de derribar todo lo que tenía en mí, sin el mayor de los esfuerzos.
Sin llegar a prevenirlo de un momento a otro siento a fuego rápido como mi cuerpo y cabeza comienza a estremecer de dolor, el cual se me hace inevitable detener.
Y cada segundo que pasaba sentía como mi mirada perdía el sentido de visión y mi cuerpo el sentido de movimiento. Y las palabras que salían por mi boca sola eran vocalizadas por inercia debido al momento. Aun rondaba por mi cabeza la figura de aquel hombre con su porte intimidante que solo me hacía sufrir y no sabía el porqué. Y la pregunta que envolvían a mi mente era tan simple y sencilla de responder, pero tan difícil de vocalizar.
¿Quién es "
"Y porque siento que él es responsable de este dolor en mi"
Como toda mujer me dispongo a luchar contra el insufrible dolor tratando de traer oraciones a mi mente controlándola y negándome al dolor que fluía por mi cuerpo. La es lucha es dura, pero no imposible. Y aunque desconocía todo, sentía que sus ojos rojos inyectados en sangre eran los responsables de este dolor.
Y ya no pude más y me dejé ir.
La oscuridad me rodea como si fuera parte de mí. Como si fuera yo la que lo desprendía. No sentía aquel temor que característico que los niños demuestran al estar solo en las penumbras. Yo me sentía que en paz como si la presencia de alguien era el encargado de cuidarme sin ser visto.
No tenía presente que hacia aquí ni cuánto tiempo había pasaba alrededor de mí. Pero sin sobre aviso frente a mi apareció una niña leyendo un libro, su largo cabello cubría la parte delantera donde estaba ubicado su rostro, dificultando mi vista para reconocerla.
Camine hacia ella tratando de acercarme con el propósito de identificarla, pero algo o mejor expresado alguien hizo que detuviera mi acción.
-Ya tienes sueño –Aquella voz. No puedo ser posible. Ella se fue. Sin esperar más giro mi rostro hacia donde se ha sido reproducida aquella voz. Que aún tenía lugar en mi cabeza a pesar de que tenía muchos años de no escucharla. Entonces al girar completamente la imagen de una mujer hermosa impacto contra mí.
-Mama. –Pronuncie con sorpresa y alegría. Era ella. Ella volvió. ¿Cómo era posible?
-No. –Afirmo aquella pequeña dejando al descubierto su rostro.
-Debes dormir.
-No tengo sueño –No sé en qué momento comenzó a llorar hasta que sentí como una lagrima comenzaba a tocar el borde de mis labios.
- ¿Qué quiere que haga para que te duermas?
-Cuéntame un cuento –Giro mi cabeza trayendo la atención a la niña y lo pude confirmar. Era yo.
-Está bien. Pero te quiero en la cama. –Y así lo hace dejando el libro que tiempo atrás tenia e sus manos en la mesita a su lado. Entonces corre hasta su cama y se arropa.
- ¿Que me contaras? No me digas. –Intenta adivinar –Será sobre dragones, serpientes o mejor sobre la princesa. ¿Qué es mami? –hablo con desesperación.
-No, te contare algo mucho mejor.
- ¿Mejor? –Pregunta la niña.
-Sí, es una historia que mi padre acostumbraba a contar por las noches antes de dormir.
- ¿El abuelo?
-Sí, el abuelo.
- ¿Y dónde está ahora? ¿Porque no lo he conocido?
-Porque desde que se fue hace muchos años no lo he vuelto a ver. Pero dejemos eso a un lado y vamos con la historia. Te contare...
- ¿Sobre qué? –Interrumpe mi yo pequeño con emoción.
-Sobre los hombres Lobos.
- ¿Hombres lobos? ¿Quiénes son ellos?
-Hombres que tienen el poder de convertirse en grandes lobos.
-Es imposible ¿Verdad, mami?
-No lo sé mi amor. ¿Pero me dejaras contar la historia?
-Si mami. Lo siento.
-Muy bien, entonces acuéstate y escucha.
-Ok.
-Se dice que a las afueras de Miami. Hace muchos años había un pequeño pueblo llamado Pértiga, donde habitaban seres que protegían el bosque a diestra y siniestra.
- ¿Porque? –Ella ríe.
-Porque se decía que aquellos elementos de color verde y marrón eran parte de ellos. No obstante, había algo que lo diferenciaba, era su lealtad hacia un hombre que era considerado el líder por ser pasivo y luchar con uñas y dientes por toda su manada.
>>Sin embargo aquel hombre sospechaba que no estaba completo. Ya que cada día al despertar sentía como aquel vacío se hacía más grande y profundo dentro de él. En aquel momento comenzó a meditar e investigar qué era lo que tanto le faltaba para no sentir aquel vacío dentro de sí. Ya había optado por todo, pero nada lo satisfacía. Entonces cada noche convertido en su forma de lobo le pedía a luna la misma promesa de cada noche. Y solo recibía el silencio de ella.
>>De tal manera que comenzó a perder las esperanzas para conseguir lo que tanto anhelaba. Sin embargo, aquella noche fue diferente porque él lo sentía. Se preparó como cada noche a caminar por los estrechos y oscuros valles. E hizo la misma pregunta de cada noche. Pero esta vez fue diferente a las demás, porque la luna respondido a su llamado. Dándole la respuesta de forma delicada, que esperara porque lo él quería estaba cerca solo era cuestión de tiempo para tenerlo. El quedo complacido con aquella respuesta y no intento divagar más, porque estaba preparado para recibir lo que lo llenaría.