Capítulo 3
2403palabras
2023-06-07 03:44
SARA
Caminaba por las estrechas y transitadas calles de Miami, tomando mi tiempo en apreciar los alrededores. Personas aceleradas tratando de llegar a sus trabajos, padres con niños cogidos de la mano caminando con dirección a sus escuelas, personas abarrotando las calles en busca de un taxi. Jóvenes y adultos rebosando en las paradas esperando la llegada del autobús.
La trayectoria a mi trabajo siempre era la misma. Bajar de mí de apartamento, girar a la derecha y enfrentarme al día a día de una calle en movimiento, lleno de transeúntes. Con el tiempo aprendí a esquivar los distintos cuerpos que chocan conmigo que y pasan a mis costados. Pero sin previo aviso siento que algo impacta en mi hombro derecho y luego en izquierdo de manera brusca ocasionando que pierda el equilibrio. Cierro mis ojos al instante para no ver a la precipitación del piso contra mi cara. Espero el impacto del cemento contra mi cuerpo, pero nunca llega.

En cambio, siento unas manos que me sujetan con fuerza rodeando mi cintura enviando ondas eléctricas por todo mi cuerpo. Abro rápidamente mis ojos y mi vista impacta con la cara de un hombre desconocido. Me tomo la molestia de esculpir su rostro con mi mirada. Tez pálida, labios pequeños, pero bien relleno que dan gana de comértelos, sus ojos son de un verde agua que se asimilan a un hermoso ecosistema, sus pestañas son muy risadas y sus cejas están muy bien delineadas que hace que la expresión en su cara se vea muy varonil. Salgo de mi mini descripción con sus palabras. Cuando sus labios comienzan a moverse en sincronía botando oraciones que al principio no entiendo, pero luego logro captar.
- Señorita, señorita.
-Si. –Contesto un poco aturdida.
- ¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?
Hago un pequeño y pasivo movimiento de cabeza, dando a entender que no necesito de su ayuda. Su risa leve casi ronca sale de sus labios haciendo derretir mi helado corazón. Su risa es tan varonil.
-Se le comió la lengua el ratón –No pierde su tonta sonrisa. Lo miro confundida por lo que acaba de decir y decido separarme de él de manera rápida. No logro conseguirlo porque su fuerza aumenta mientras yo intento deshacer su agarre.

-Se...Señor podría hacer el favor de soltarme –Trato de que mi voz salgan firme y autoritaria. Pero fallo ya que al comenzar mi oración tartamudee de manera bochornosa.
-Su mirada es muy atrayente señorita…. –Ignoró lo que dijo. Trato de que mi cerebro trabaje, para poder responder a lo que acaba de decir. Pero lo único que sale de mi boca es un
-Mmmmm –Suelta una estruendosa carcajada despertando mi ira.
- ¿Qué te parece gracioso idiota? –suelto, tratando de contenerme de no darle un buen golpe en la cara.

-Te ves muy hermosa cuando te enojas. –estoy que hiervo en ira. Pero prefiero dejarlo, estoy llegando tarde al trabajo y no necesito ahora un problema tan temprano. Con desesperación vuelvo a remover para lograr salir de su agarre.
- en instante me sueltas o voy a ir por lo opción de romperte la cara.
-Entonces preciosa tendrás que romperme la cara, hasta dejarme noqueado para que yo pueda soltarme mis grandes manos de tu estrecha y sexy cintura.
Estoy decidida a romperle la cara a este niño bonito. Alzo mi mano dirigiéndola a su cara, en un rápido movimiento la detiene como se lo hubiera previsto.
- ¿Cómo has hecho eso? –Pregunto con asombro.
-Fue fácil. Ahora podrías aceptar mis disculpas, tomando una taza de café conmigo.
-No se puede. Tengo que trabajar.
-Entonces te acompaño a tu trabajo y espero a que termines para tomar la taza de café.
-No -Digo con fastidio.
-Señor. No puedo aceptar su petición porque no lo conozco y nunca en mi vida he tratado con usted. Ahora podría ser el gran favor de soltarme.
Lo veo dudar, pero al final decide por soltarme. Cuando ya no siento su toque, deslizo mis manos por mi cuerpo arreglando mi vestido de verano color verde agua. Como sus ojos. Negando a mirarlo. Paso por su lado derecho y reanude mi camino con dirección a mi trabajo.
Entro rápidamente a mi lugar de trabajo verificando la hora en el reloj que esta posesionado en mi mano. Al mirar al frente me encuentro con mi jefe parado a lado del mostrador donde se encuentra la caja registradora, mostrando su pose intimidante. Camino a paso apresurado hacia mi jefe.
-Sara llegas tarde –Habla con enojo en su voz.
-Lo siento Señor Cedeño es que tuve un percance. Pero ya está solucionado.
-Muy bien. Ahora a trabajar...Y estas multada por llegar tarde –Habla mientras se retira de donde anteriormente estaba parado. Yendo a su oficina.
Maldigo por lo bajo. Ahora gracias a ese estúpido hombre estoy multada. Decido olvidar todo lo que me ha ocurrido anteriormente y camino con dirección al vestidor. Cuando mis cosas están en el casillero del vestidor del restaurante, me ubico el delantal en la cintura, que da a conocer que soy mecerá de este lugar.
La mañana aquí pasa normal, con pocas personas. Todo se desata en la hora del almuerzo, ya que las personas de algunas empresas alrededor de aquí salen de sus trabajos para almorzar.
Estoy de aquí para allá atendiendo mesas a lazar, ya que mis otras compañeras estás haciendo el mismo lavo que mí.
-Sara atiende la mesa quince –Habla Camila nuestra supervisora.
De mi mandil saco la pequeña libreta donde escribiré el pedido del cliente. Como ya me sé el camino no dirijo mi mirada hacia al frente. Cuando ya logro divisar la parte de abajo del mantel, me detengo. Con la cabeza baja digo las típicas palabras dando a conocer mi nombre y del restaurante.
-Bienvenido a Surf Ocean mi nombre es Sara y seré la persona que lo atenderá-Hablo aun con mi cabeza agachada – ¿Que desea ordenar en esta mañana?
-Buenos días corazón. Realmente no sé qué ordenar. ¿Qué me recomiendas Sara? –Pronuncia con aquella voz que me hace estremecer y sé que la conozco de algún lado.
Alzo mi cabeza, encontrándome con el causante de mi retraso y de que haya sido multada.
"Qué miércoles, tengo al idiota en frente de mi"
¿Qué hago?
A la velocidad de la luz, en mi mente se reproducen varias maneras de hacerle pagar. Me trago las palabras que de mi boca quieren salir, porque sé que él es un cliente y si hago un escándalo en medio restaurante Mario saldrá y me despedirá.
-Le recomiendo comer nuestra especialidad "Pastel de arándanos" –Hablo reprimiendo mi enojo.
-Muy bien Sara, me das el pastel de arándanos y un capuchino.
-En unos minutos estará su orden –Sonrió.
Giro comenzando a caminar a la pequeña ventana que separa la cocina del comedor y dejo la pequeña hoja colgada para que los cocineros vean el pedido.
Comienzo de nuevo con lo que estaba haciendo voy de un lado para al otro atendiendo mesas. Cada mesa que voy atendiendo siento la mirada penetrante de él sobre mi cuerpo. Llego a la pequeña ventana de la cocina y logro divisar el pedido de él lo cojo cogiendo aire para poder llenar mis pulmones, camino a paso apresurado con dirección a su mesa.
Cuando llego a su mesa tomo de nuevo aire y me estiro dejando lentamente su pedido sobre la mesa tratando de que mi cuerpo no haga contacto con el suyo.
Levanto mi cuerpo para reanudar mi camino. Siento como cogen mi cadera y me empujan hacia atrás. Pierdo el equilibrio de mi cuerpo y caigo en las piernas del hombre que esta sentad en la moderna silla. Cuando estoy en sus pernas el comienzo al inhalar el olor de cabello dejándome confundida. Me remuevo tratando de levantarme de sus piernas y comenzar de nuevo con mi trabajo.
-No intentes salir de aquí. No te soltare.
-Suélteme. Estoy trabajando.
-No lo haré. No insistas.
Aparto mi mirada de su cara con enojo, y la recorro por todo el comedor, aun moviéndome para que me suelte. Logro divisar como todas mis compañeras de trabajo miran hacia mi dirección con asombro y temor.
A los lejos veo caminar a paso apresurado a Mario hacia mi dirección. Se detiene a una distancia prudente
-Señor McQueen Buenos días. Nuestra mesera lo está molestando -Habla el mirando hacia mi dirección.
-No lo hace-Responde el con simpleza.
Me quedo sin palabras desde que Mario saco de su boca el nombre de la persona que me tiene sujeta a él. En resumen, es el dueño de este restauran como de otros a nivel mundial. Salgo de mis pensamientos, cuando siento su aliento más cerca de mi cuello.
-Sara te pasa algo –Habla el con preocupación en su voz.
-No –Respondo.
-Señor McQueen se le ofrece algo más.
-No.
Al tener mi mirada aun hacia al frente, Mario me dirige una mirada dándome a entender "Te levantas o te despido". Hago caso a su petición silenciosa. Me decido a levantarme d sus piernas. Cuando estoy por pararme, siento que soy empujada nuevamente hacia atrás por la misma persona que se niega a soltarme.
-Suélteme. Necesito trabajar –Posiciono mis manos en la suya, y vuelvo a sentir esa electricidad por todo mi cuerpo, hago caso omiso y presiono mis manos con la suyas intentando sacarlas de mí.
-No te soltare –Murmura cerca de mi oído produciendo de nuevo esa ola eléctrica por todo mi cuerpo, vuelvo hacer caso omiso a la reacción de mi cuerpo con el suyo y me decido pedirle de la mejor manera que me deje ir.
-Señor McQueen necesito que me suelte.
-No me trates de Señor. ¿Quiero saber porque te quieres alejar de mí? –Pregunta.
-Porque tengo que trabajar Señor McQueen –Hablo con desesperación.
-Y lo volviste hacer. Pero eso no importa ahora –Escucho como toma aire –Te soltare.
Me felicito mentalmente porque al fin se diera por vencido. Poco a poco siento como sus brazos se va aflojando de mi cintura. Cuando ya no hay rastro de sus brazos me decido a levantarme, me remuevo un poco para poder levantarme. Pero me detengo cuando escucho como un gruñido sale de él.
Cuando estoy completamente de pie. Me inclino un poco y cojo la bandeja que traje su pedido, que está posicionada a lado de su brazo izquierdo. El agarro y me giro, pero al hacerlo siento una presión en mi brazo derecho.
-Te recogeré cuando termines tu turno de trabajo. Espérame –Musita él, soltando su agarre.
Impactado giro y camino a paso apresurado hacia la ventana de pedidos, evitando todas las miradas de mis compañeras. Cuando estoy aquí, tomo aire y comienzo mi labor de mesera nuevamente. Pasando los minutos, solo me dedico a atender las mesas de las personas que van llegando poco a poco. Cuando estoy por terminar mi turno soy llamada por la supervisora por medio de una de mis compañeras que me aviso. Camino hacia donde esta ella, y me quedo parada a escuchar lo que me tenga que decir.
-Sara...Mario quiere que pases a su oficina ahora.
- ¿Por qué? –Pregunto.
-No lo sé, Solo hazlo-habla ella alzando un poco la voz.
Mirándola atónita, tomo aire y dejo mi bandeja a lado del mostrador. Camino hacia la oficina de mi jefe. Cuando estoy afuera de su puerta, nuevamente tomo aire y doy pequeños golpes a su puerta. Tras segundos escucho como una silla se desliza hacia atrás y después escucho pisadas hasta que la puerta se abre ante mí. Mostrándome a mi regordete jefe.
-Sara te estaba esperando. Entra –Él se hace a un lado dándome espacio para pasar a su oficina. Separando un pie del suelo me adentro a su oficina. Cuando estoy completamente dentro, siento como mi cuerpo se congela rápidamente.
-Sara toma asiento.
Estirando una de mis brazos, cojo la silla y la arrastro hacia atrás. Vuelvo a caminar y me posiciono delante de la silla y me tiro haciendo que mi trasero hago contacto con el relleno acolchado de la silla. Pasando los segundos escucho como el puerto se cierra. Después Mario pasa por mi lado izquierdo y se posiciona delante de mí, tirando todo su cuerpo en su silla.
-Bueno Sara te mande a llamar por lo ocurrido esta tarde en el restaurante...No me gusto que estuvieras sentada en las piernas de un cliente y lo que acabas de hacer me está dando muy mala referencia de ti. Y quiero recordarte algo. Y quiero que lo escuches bien, este es uno de los restaurantes más prestigiosos aquí en Miami. Y no puedo creer que todo lo que altero el entorno del restaurante, es que estabas sentada en las piernas de un hombre, pero no cualquier hombro sino el dueño de este restaurante. Y perdóname por lo que voy hacer, pero estas despedidas.
Miro atónita a mi jefe o mejor dicho a mí ex jefe. Como puede ser posible que me culpé, de que yo me senté en las piernas de ese hombre y como él dijo no cualquier hombre sino David McQueen el hombre más millonario de todo el planeta. En mi mente se comienza a formar muchas palabras de insultos hacia él, pero me contengo.
-Señor Cedeño. Con todo el respeto que se merece. Yo no me senté en las piernas de ese hombre por placer.
-Entonces Sara.
-Él fue el causante de que mi persona, estuviera sentada en sus piernas.
-No mienta. Como un hombre de su clase va a ser tremendo espectáculo. Sabiendo que muchas personas prestigiosas estaban alrededor de él y lo podían observar y reconocer.
-Pero es....
Dando un fuerte manotazo a su escritorio, soy interrumpida por él.
-No hables más. Toma tu cheque –Dice extendiendo un papel-Esta es tu liquidación por el trabajo que has hecho aquí durante estos años. Ahora recoge todas tus cosas y vete.
Tomo de sus manos el cheque. Porque necesito ese dinero para sobrevivir hasta que consiga un nuevo lugar de trabajo. Me levanto de la silla, mandando dagas de odio por mis ojos hacia mi ex jefe. Giro y me encamino hacia la puerta. La abro y paso por ella. Al cerrarla la puerta lo hago con mucha fuerza, ocasionando que el retrato que estaba momento atrás en la pared caiga. No me tomo la molestia de recogerlo.
Parada en el extenso pasillo me hago una promesa silenciosa.
"David McQueen ME LAS PAGARAS"