Capítulo 52
1002palabras
2023-06-07 18:25
Cada vez que estaban juntos, Maverick tenía la paciencia para consolarla.
Él extendió la mano y le acarició las mejillas, luego bajó la mirada para ver su rostro y bromeó suavemente: "¿Cómo puedes sentirte patética cuando estás conmigo?"
"Por supuesto, no es patético estar contigo..."

Giselle respondió mientras lo miraba de manera suplicante: "Entonces, ¿podemos estar juntos para siempre?"
Maverick la miró fijamente y se rio entre dientes. "¿Tú qué crees?"
Giselle se enojó, frunció los labios y lo apartó, como si fuera una niña mimada. "Entonces sigo siendo patética."
Maverick no respondió, caminó hacia el sofá y recogió la chaqueta de su traje, y cuando Giselle vio que estaba a punto de irse, preguntó: "¿Vas a ir a la oficina?"
Él asintió y se puso su traje.
Ella se acercó para ayudarlo a prepararse, como si fuera una esposa hogareña.

Maverick la miró, preguntándose desde cuándo se había vuelto tan cariñosa.
Luego, ella le pidió más. "Llévame contigo. Es tan aburrido estar en el hotel," dijo en un tono coqueto.
Giselle no tenía nada que hacer en todo el día. Sería extraño que no estuviera aburrida.
"Ve de compras si estás aburrida. ¿No es eso lo que más te gusta?"

Sin embargo, Giselle no tenía ganas de ir a comprar.
Así que, Maverick continuó: "Ya es hora de que cambies esa porquería de auto que tienes. Yo lo pagaré."
Giselle quedó encantada de inmediato.
"¿En serio?" Sus ojos se iluminaron. "¿Hay un límite?"
Maverick levantó las cejas y le dio unas palmaditas en la cara. "Bueno... todavía puedo permitirme mantenerte."
Eso significaba que no había límite.
Giselle se puso muy feliz. Caminó de puntillas hacia Maverick y le besó en los labios. "Maverick, no creo que pueda sobrevivir sin ti nunca más." Sus ojos brillaban de alegría. La tristeza provocada por la llamada telefónica con Harrison había desaparecido por completo.
Maverick no reaccionó en absoluto.
Después de alistarse, se dio la vuelta y salió de la habitación del hotel. No fue hasta que entró en el ascensor que sonrió.
No era que Giselle no pudiera dejarlo, lo que no podía dejar era su dinero.
Al fin y al cabo, no podía encontrar a nadie más tan generoso como él en Finceland.
Giselle llevaba tiempo con el deseo de conseguir un coche nuevo. Ya estaba harta de su Golf, pero como acababa de comprar una casa, no quería gastar más dinero.
Así que, como Maverick había dicho que lo pagaría, Giselle se dirigió a la agencia de automóviles de inmediato.
Ella no pudo contenerse y escogió un Porche descapotable rojo, pensando en lo genial que sería llevar a Harper a dar una vuelta en él.
Para su suerte, el automóvil acababa de llegar ese día y como nadie había hecho una reserva todavía, pudo tomarlo de inmediato. Después de deslizar su tarjeta, estaba a punto de recibir el auto cuando se topó con Prestin en la entrada.
En efecto, su suerte no podía ser peor.
Prestin vio a Giselle y aceleró el paso caminando hacia ella.
"Giselle..." La llamó cariñosamente.
Sin embargo, Giselle estaba muy disgustada con eso.
Así que lo ignoró, abrió la puerta, y justo cuando intentaba entrar, Prestin bloqueó rápidamente su camino con su cuerpo.
Giselle frunció el ceño y lo miró. "Prestin, ¿quieres que te golpeen de nuevo?"
Él guardó silencio y miró el auto de Giselle. Se sintió un poco desconcertado. "¿Andrew te lo compró?"
Giselle lo ignoró de nuevo.
Prestin frunció el ceño. "No me digas que sales con él por dinero."
Giselle no quería desperdiciar sus esfuerzos hablando con él, así que tiró de la puerta y respondió: "Fuera de mi camino."
Prestin se mantuvo firme y se negó a moverse. Frunció el ceño y trató de persuadirla: "Giselle, hablemos de esto de una vez por todas."
"No tengo nada de qué hablar contigo."
"Giselle, ¿de verdad vas a ser tan cruel?" preguntó Prestin con la mirada fija en ella.
¡Ja! Eso sonaba irónico.
Ella resopló: "Prestin, ahórrate la vergüenza. ¿Cómo puedes preguntarme eso?"
"Lo siento, Giselle," él se disculpó con sinceridad. "He estado queriendo disculparme contigo."
¡Bah! Tonterías.
Giselle volvió a tirar de la puerta. Luego le lanzó una mirada amenazadora. "Si no te mueves, llamaré a seguridad."
Sin embargo, Prestin mantuvo la calma. "Adelante. A ver si se atreven a tocarme."
Ahora parecía extremadamente arrogante.
Giselle no sabía cómo deshacerse de él y resopló con molestia. "Pues date prisa y habla."
Prestin trató de aprovechar la situación y sugirió: "Este no es un buen lugar para hablar. Vayamos a un café."
Giselle se quedó sin palabras mientras él le lanzaba una sonrisa.
"¿Acaso prefieres pasar la noche aquí conmigo?" agregó.
Un imbécil irremediable.
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En un café tranquilo y elegante.
Prestin ordenó para Giselle una taza de moka. "Recuerdo que siempre te ha gustado ese tipo de café."
Giselle, por otro lado, estaba muy molesta. Se apoyó en una silla y lo miró de reojo. "Prestin, no estoy interesada en tus tonterías. Ve al grano."
"No, no es una tontería", respondió él con calma. Estaba siendo tan excepcionalmente paciente ese día que no parecía verse afectado por las expresiones de disgusto que Giselle le había estado dando.
Permaneció tranquilo y sonrió.
De hecho, Prestin tenía una apariencia excelente. Su comportamiento era tan refinado y caballeroso que exudaba un aire de nobleza, sin embargo su personalidad era terrible.
Tenía el hábito de destruir a alguien o causarle daño cuando no podía obtener lo que deseaba.
Desde el punto de vista de Giselle, él estaba al borde de la psicosis.
"Giselle, ¿de verdad no extrañas los buenos momentos que pasamos juntos?"
Giselle frunció el ceño. ¡Ella de verdad no lo extrañaba!
Siguió guardando silencio mientras Prestin procedía a abrir el baúl de los recuerdos.
"Eras una chica tan buena en ese entonces, jamás fuiste tan feroz. Estabas molesta todo el tiempo y te distraías mucho."
De repente, con los ojos fijos en ella, él se acercó mientras hablaba. "Giselle, ¿en quién pensabas cuando estabas distraída?"