Capítulo 65
1847palabras
2023-05-29 13:30
Mis palabras congelaron el aire a nuestro alrededor instantáneamente. Sus ojos sin fondo se fueron ensombreciendo poco a poco, como si estuviera haciendo todo lo posible por contener una especie de impulso violento. 
Al verle así, poco a poco perdí la confianza en mi determinación.
De pronto apartó la mirada de mí, se inclinó ligeramente y apoyó los codos en las rodillas. Tras meditar durante largo rato, concluyó: "Está bien."

Bueno...
No entendí el porqué, pero aunque yo misma era quien se lo había pedido, me sentí decepcionada cuando aceptó la oferta.
Se compinchó con Brown's Group y trató de engañarme para que firmara el contrato, con la idea de obligarme a ir a trabajar a Eastern Star.
No importó cuánto traté de rechazarlo, que el jamás dio su brazo a torcer.
Sin embargo, ahora estaba dispuesto a dejar que me reintegrase en Brown's Group, y todo por el bien de Susan...
Una pequeña sonrisa se instauró en mi rostro, pues me consideraba a mí misma una broma con patas. "Bueno, ya hemos pactado lo nuestro, así que me marcho." 

Nada más termino de hablar, me pongo en pie sin dilación.
"Sí, te lo prometo, pero hay algo más que necesito por tu parte.", salta él, sin cambiar de postura siquiera. Eso sí, apretó más las manos la una contra la otra, y bajó tanto la cabeza que no pude verle la expresión.
"¿Qué?", inquiero yo, parada en el sitio.
"No quiero que te relaciones Brandon.", dice él, encendiendo otro cigarrillo. 

Un resoplido de burla salió de mi garganta de manera refleja. "Será mejor que no me trates como hace cuatro o cinco años, porque ya no voy a acatar cualquier cosa que me digas sin atenerme a mis principios."
Después de decir esto, no me esperé a escuchar su réplica, sino que recogí mis cosas y salí del despacho para irme a casa de una vez.
En el pasado solía pensar en él como si fuese un ser de luz, por lo que secundaba todas sus opiniones y mandatos sin rechistar. 
Incluso si no expresaba sus pensamientos de viva voz, yo me esforzaba para intuirlos y tratar de complacerle.
Pero ahora ya no estaba por la labor.
De hecho, Brandon no me hacía sentir nada, y sabía perfectamente que no cabía posibilidad alguna de nada romántico con él. En vistas de todo esto, carecía de motivación alguna para prometerle nada a ese hombre. 
Además, resultaba ridículo el mero hecho de haberme propuesto algo como aquello.
Cuando llegué a casa, tenía la barriga aún peor que mientras estaba dudando si pedir o no comida a domicilio. Me puse a hervir unas gachas de gambas en la olla arrocera, y mientras me metí en el baño para darme un agua.
Después de ducharme, mi cena ya estaba lista, unas gachas bien calentitas de las que me encantaban todo: esa textura suave, su sabor dulces y el regusto delicioso que evocaban momentos de tranquilidad.
Sin embargo, mi estómago protestó brutalmente en cuanto ingerí una o dos cucharadas de comida. Esprinté hacia el baño, pero tropecé y llené todo de vómito. Me dolía el vientre infinitamente...
Volví a vomitar unas cuantas veces más, y por más medicamentos que tomé, no solucioné nada. Todo lo que tragaba lo escupía con creces, añadiendo siempre un poco de bilis.
No me atrevía a salir del baño en absoluto, sino que seguía allí plantada, de cuclillas en el suelo y la mano presionada sobre mi abdomen. Un sudor frío me goteaba por el pecho, y tenía el rostro pálido como la nieve.
" 'It's like a dream that we can't reach. Once we touch it, it'll shatter the whole place...' ", resonó la melodía de mi móvil de fondo; me estaban llamando.
Pero yo estaba tan mal, que no quería moverme en absoluto. Sin embargo, quien fuera que llamase no cesaba en su intento, y me dio la sensación de que si no lo atendía, el móvil seguiría sonando y vibrando eternamente, hasta el fin de los tiempos. 
Me puse de pie poco a poco, pese a mis piernas dormidas y renqueantes. Avancé paso a paso, apoyándome en el pared para ayudarme, hasta alcanzar finalmente el móvil. Era Brandon.
Se le oí muy relajado, casi como si estuviese sonriendo. "Mia, mañana por la noche hay fuegos artificiales en la plaza de la costa. Vamos a verlos juntos."
Me puse en cuclillas en el suelo mientras le oía hablar, tratando de aliviar el dolor de estómago. "Sr. Johnson...", articulé yo en un hilo de voz, con los labios fruncidos. "No debería perder el tiempo con alguien como yo..."
"No creo que sea ninguna pérdida de tiempo.", me rebatió, para luego parar de hablar en seco súbitamente, como si se hubiese percatado de algo extraño. "Oye, ¿te pasa algo? Tienes un tono de voz muy débil. ¿Te encuentras mal?"
Quería negarlo, pero entonces recordé que al día siguiente iba a volver a Brown's Group, así que podría simplemente decírselo ahora y pedir la baja para quedarme en casa.
"Sí, la verdad es que sí. Por cierto, a partir de mañana ya no tengo que trabajar en Eastern Star, pero aun así querría pedirle el día libre para luego volver a Brown's Group pasado mañana, ¿de acuerdo?", recité de corrido.
"¿Y qué es lo que te ocurre?", pregunta preocupado, ignorando todo lo demás.
Me froté el estómago, para acto seguido mentalizarme con la idea de usar el tono más relajado posible. "Me duele el estómago, pero no es gran cosa..."
"Quédate en casa.", me cortó él, y después de decir eso, colgó el teléfono inmediatamente.
Fruncí el ceño, pero antes de que pudiera pensar en nada más, sentí una nueva arcada. No podía ir al baño, así que me vi obligada a vomitar en el cubo de basura que tenía más a mano.
Quizás las personas se vuelven más frágiles cuando están enfermas, porque de pronto se me vino un pensamiento a la mente, de buenas a primeras: vivía sola. Esa realidad me hizo plantearme que, si algo me pasaba en ese momento, como caer desmayada, desangrarme o incluso morirme en el acto, nadie lo sabría, nadie vendría en mi auxilio.
Fue un poco triste pensar en ello, pero tan pronto como empezaba a darle vueltas a la macabra idea, de repente retumbo en mis tímpanos el timbre de la puerta, partiendo en dos el lóbrego silencio reinante.
Rememoré la vez que Owen vino a mi casa, y no pude evitar que un escalofrío me recorriese la espalda. Dudé unos instantes, y no abrí la puerta aún, pero entonces me empezó a sonar el teléfono de nuevo.
Brandon otra vez. "¿Te encuentras bien? Estoy en tu puerta."
Estaba aturdida... No me esperaba que se fuese a espetar en mi casa así,
Me acerqué y abrí la manilla desde dentro. Brandon entró con una cara seria, e ipso facto me secó el sudor frío que me empapaba la punta de mi nariz, para luego fruncir el ceño. "Si me acabas de decir que no era nada grave... De no haber venido yo, ¿cómo ibas a pasar a salir de esta tú sola, con lo enferma que estás?"
Bajé la cabeza, sin nada que decir. Él decidió llevarme al hospital inmediatamente, y se pasó toda la noche haciendo el check-in en la sala de emergencias y lidiando con el tema de la admisión, aseguradoras y demás trámites.
Para cuando todo quedó solucionado, nos dieron las tres de la mañana.
Me acosté sobre la cama del hospital, y al enfocar su rostro agotado, me salió decirle: "Gracias por todo, pero ya se encargarán de mi las enfermeras, que para eso están. Váyase a casa y descanse, ¿sí?"
Él me dedica una sonrisa amable, y a continuación se sienta al lado de mi cama y examina el frasco de medicina. "Tú duerme y no te preocupes de nada, que mientras yo estaré pendiente del gotero."
Por alguna razón, sentí un poco de calor incipiente en los ojos. El estómago constituía un problema bastante recurrente en lo referente a mi salud, y siempre había sido así. De hecho, cuando estaba con Jayden también sufrí eventos similares a este alguna que otra vez.
Sin embargo, esta era la primera vez que alguien me cuidaba con tanta calidez, así que sentí que no tenía que preocuparme por nada.
Había fantaseado con que Jayden me llegase a tratar así innumerables veces, pero al final resultó ser Brandon.
Haciendo oídos sordos a lo que le dije de que se fuera, el insistió en quedarse a mi lado, férreo en su decisión. Finalmente, mis párpados cedieron al suelo pasado un rato, y me dormí.
A la mañana siguiente bien temprano, el salió a para comprar el desayuno y regresó con la comida a mi habitación. Cuando entró por la puerta, resaltaban con bastante claridad su par de ojeras bajo los ojos. 
Desayuné con calma, pero me sentí un poco culpable mientras lo hacía. "Sr. Johnson, todavía es muy temprano... Vuelva y recupere algo de sueño, que yo ya me encuentro mucho mejor y en nada me darán el alta."
Pero Brandon me miró con una mirada angustiada, antes de proclamar: "De eso nada, que soy tu acompañante. Por cierto, anoche el personal del hospital estaba ocupado con una emergencia y solo tuvieron tiempo de hacerte un análisis rápido, pero el médico recomienda que te sometas a una endoscopia."
Mi cabeza giró de lado a lado como un resorte. "No, no... No, ya me hice una el año pasado."
Aquello era un horror por el que no estaba dispuesta a pasar de nuevo.
Él me miro con interés, para luego echarse a reír abiertamente, como si me hubiese leído la mente. Sabiendo que me había hecho la prueba el año anterior, no me obligó a repetirla.
Brandon no fue a trabajar en todo el día. Por la tarde, me ayudó a salir del hospital, y después de dejarme en casa, salió a comprar ingentes cantidades de comida con la excusa de querer ayudarme a sanar del estómago.
Aparte de eso, también me pidió que reposase toda la semana en casa, para que no me sentase mal la vuelta a mis obligaciones.
Yo era una holgazana, pero él siempre estaba hasta arriba de trabajo. Sin embargo y pese a eso, vino a mi casa todas las noches para cocinarme tanto la cena como el almuerzo del día siguiente por adelantado, de tal manera que yo solo tenía que sacar la comida de la nevera y recalentarla.
A lo largo de esta experiencia, descubrí que en realidad Brandon tendía a ser bastante controlador con respecto a todo, pero al menos lo hacía por mi bien.
En ocasiones me planteaba si habría caído rendida a los pies de un hombre tan bueno Brandon, de no ser por haberme enamorado de Jayden primero...
El lunes siguiente, fui al trabajo muy animada.
Inesperadamente, cuando estaba por bajar a comer al mediodía, vi a la Sra. Lopez parada al lado de un Rolls Royce, con una cara sombría. "Hablemos, Mia.", me dijo con dureza.