Capítulo 66
1747palabras
2023-05-29 13:30
Era una sensación bastante extraña, porque por más que repudiase a Susan, no podía pagarlo con la Sra. Lopez, quien simplemente le profesaba una devoción ciega.
Me propuso hablar, así que acepté sin siquiera pensarlo.
En vista de mi aprobación, me pidió que subiera al coche, para luego llevarme a una cafetería. Se trataba de un establecimiento bastante chic, donde la melódica música de un piano se arremolinaba por entre las mesas de su enorme extensión.

La mujer llamó al camarero: "Un café Blue Mountain, por favor."
"Lo mismo para mí.", añadí.
Después de que tomó nota y se alejó, mi acompañante tomó asiento con elegancia. Sin embargo, no fue tan amable como en el último banquete, sino que fue directa al grano con evidente frialdad: "Creo que debes de hacerte una idea de por qué quiero hablar contigo."
Me quedé atónita por un momento, pero entonces me repuse y dije: "Creo que sí, sí."
Seguramente venía a dar la cara por su hija, después de que esta resultase herida unos días atrás.
Conforme más me fijaba en ella, me fui dando cuenta de que apenas ostentaba signos de vejez en su rostro. De hecho, parecía más joven que Victoria incluso. Justo estaba cavilando acerca de esto, cuando de pronto me asaltó una ferocidad proveniente de sus ojos. "Quiero que te marches de Plotin."

¿Qué?
La miré en estado de shock. "¿Que me vaya de Plotin?"
Sacó entonces con sus delgados dedos un cheque de su bolso, para luego posarlo suavemente sobre la mesa y arrastrarlo hacia mí. "Sí, márchate y el dinero es tuyo."
En el cheque figuraba un número de tres cifras, seguido de bastantes ceros.

Jamás me habría imaginado que llegaría el día en que un momento tan peliculero acaeciese en mi vida. Casi parecía un montaje, una escena guionizada. 
Es que hasta daba la sensación de ser más dramático que una serie de televisión. Normalmente era el padre del niño quien ofrecía dinero a cambio de mandar a la niña al c*rajo, pero en este caso resultó ser la futura suegra quien lo hacía.
Qué ridículo todo. "¿Por qué?", pregunté de nuevo.
¿Por qué siempre tenía que ser yo la que reculase, la que aceptase la derrota cuando ni siquiera había motivo real para ello...?
Al mismo tiempo que formulaba yo esta pregunta, el camarero nos sirvió sendos cafés y dijo: "Que lo disfruten."
La Sra. Lopez tomó su taza y le dio un sorbo, mientras sus ojos se clavaban en mí con desprecio. "Es muy poco, ¿no? No hay problema, basta con que me des una cifra que te interese más y yo satisfaré tus deseos."
Bajo las manos a mi regazo, frotándome la ropa con inquietud. Tenía el borde de mis uñas blanco, y en ese momento declaré con calma: "Sra. Lopez, le pregunto por qué quiere que me vaya. ¿Es que acaso el hecho de pertenecer a una familia adinerada implica comportarse de manera tan ilógica?"
Tras depositar su taza de café sobre la mesa, su expresión se desfiguró aún más si cabe: "¿Ilógica? Susan ha acabado en el hospital por tu culpa, y ha estado allí hasta ayer mismo, que le dieron el alta. Si eso no te parece un motivo lo suficientemente lógico como para respaldar mi oferta, ¡entonces me encargaré de buscar a alguien que te eche de aquí cuanto antes y por las malas!"
Bueno, todo apuntaba a que Susan había vuelto a montar un buen numerito delante de esta mujer de nuevo.
"No sé qué te habrá dicho ella, pero la razón de que la golpease fue que conspiró contra mí para intentar que me violaran unos desalmados. Además, ni siquiera empecé yo la pelea, sino que fue ella la que se lanzó contra mí.", argumenté yo, con la verdad por delante.
Pero ella no se sorprendió en absoluto por nada de lo que dije, sino que soltó un resoplido burlón. "Es impresionante que una chica tan joven mienta tanto y con tanta soltura. Ya me dijo Susan que eres bastante buscona con los hombres, y tanto es así que casi pierdes tu virginidad con desconocidos... Sin saber cómo encubrir tus vergüenzas, lo que has hecho ha sido recurrir a crear una grabación falsa para incriminar a Susan a ojos de Jayden."
Abrí los ojos como platos por la sorpresa, y me quedé con la mente en blanco durante un buen rato. Sabía que Susan nunca sería honesta, pero no pensaba que fuese a sacarse de la manga tamañas burradas. 
Muy probablemente, la desgraciada le habría contado lo mismo a Jayden.
Siendo esto así, ahora entendía mejor que esa noche me hubiese borrado el archivo del móvil sin mediar palabra siquiera.
Seguramente comprobó que, según lo que le habría dicho la otra, la grabación era falsa.
La mujer que tenía delante agregó entonces: "Quería evitar ponerte en evidencia para salvar lo poco que te queda de dignidad, pero resulta complicado... Dios sabe por qué la has tomado con mi hija de esa manera tan ruin."
Su tono era frío y contundente, como si quisiera dar la vida por la otra harpía. 
No pude evitar replicarle con una pregunta igual de fría: "¿Y qué saco yo incriminándola a ojos de Jayden?"
¿Estaba loca yo? ¿Por qué iba a tenderle una trampa que me perjudicaría a mí misma?
La madre me miró con ojos sombríos y frunce los labios. "Pues lo haces porque eres la ex-mujer de Jayden, eso es lo que sacas."
El cuerpo entero me empezó a temblar, y una tormenta de respuestas agresivas me asaltó la punta de la lengua. No obstante, traté de replicarle con serenidad: "No me esperaba que les importase tanto a la señora y a la señorita Lopez como para investigarme tan a fondo." 
"No te imagines ni en sueños que volverás a estar con él después del divorcio.", saltó ella, asqueada. "Con el dinero que tienes encima de la mesa te da para mudarte adonde te venga en gana y con todas las comodidades del mundo. De hecho, debería bastarte para vivir rodeada de lujos hasta el final de tus días sin tener que dar un palo al agua."
En ese instante, tomé el cheque al que hacía referencia y, sin apartar la mirada de sus ojos ufanos y vanidosos, lo rompí en pedacitos muy pequeños. Acto seguido, me dirigí a ella con firmeza: "Sra. Lopez, tengo manos para ganarme la vida y pies para buscármela, no me hace falta traicionar mi integridad para vivir felizmente. Dejando eso a un lado, le juro aquí mismo que, en caso de haberle mentido hoy en nada de lo que le he dicho durante nuestra conversación, estoy dispuesta a que me atropelle un coche nada más ponga un pie fuera del local."
Después de esto, saqué el efectivo de mi billetera, lo puse sobre la mesa y me fui, ignorando su expresión de enojo.
Tan pronto como salí del establecimiento, un coche se detuvo justo a mi lado. La ventanilla bajó de repente, y. Brandon asomó la cabeza con las cejas arqueadas. "Sube.", dijo.
Confundida, obedecí y me monté en el coche. "¿Qué haces aquí?"
"Quería invitarte a comer después del trabajo, pero después de perseguirte un rato escaleras abajo para ir a proponértelo, vi que te subías al coche de los Lopez, y eso me preocupó. Así pues, te seguí para comprobar que todo iba bien. No me malinterpretes, no quería seguirte, pero bueno, espero que me entiendas...", se justificó él con todo lujo de detalles.
Una sonrisa emanó de mi rostro inconscientemente, acompañada de un sincero 'gracias'.
Me frotó la cabeza con ternura y me preguntó: "¿Todavía no has comido? ¿Adónde te apetece ir?"
"No tengo preferencias, me basta con saciarme." 
Debido a mi enfermedad estomacal de hacía unos días, no había dejado de ingerir alimentos mortalmente insípidos, así que en el fondo tenía muchas ganas de hincarle el diente a algo de comida rápida o callejera, cualquier cosa bien sabrosa.
Pero yo sabía que Brandon estaba obsesionado con seguir los consejos del doctor con respecto a mi salud, así que ni siquiera me aventuré a expresar mis deseos en voz alta.
Él miró la hora y se rio entre dientes: "¿Tan bajos son tus requerimientos? Bueno, hay aquí un restaurante cerca que no está nada mal..."
Fuimos a almorzar juntos, y durante la comida me preguntó de qué había hablado con la Sra. Lopez.
No tenía mucho que perder, así que se lo conté.  
Cuando escuchó lo de que quería que me marchase de Plotin, de pronto levantó la cabeza y me interrogó precipitadamente: "¿Y bien? ¿Tú querrías irte de aquí?"
Tras limpiarme las comisuras con la servilleta, reflexioné al respecto un instante. "Si le soy sincera, a veces sí que lo sopeso seriamente."
Tenía muchas ganas de ir a otro lugar, empezar de cero. Además, tampoco me dejaría nada importante en Plotin si me marchase.
Quizás fue debido a mi excesivo ensimismamiento, pero lo cierto es que no noté el chocante cambio de ánimo en los ojos de Brandon ante mi contestación.
......
Volví a trabajar en Brown's Group, y todo parecía estar en calma. Pobre de mí, que aún no era consciente de la tempestad que se avecinaba.
Tan pronto como salí del trabajo y la empresa ese día, recibí una llamada telefónica por parte mi tío político. Dijo que tenía buenas noticias para mí, y me pidió que fuera a su casa.
Su voz daba a entender que se encontraba de buen humor, desde luego.
Mi tío-en-ley no solía contactarme para cosas normales, así que cuando me dijo que se trataba de buenas noticias, no pude evitar ilusionarme. Así pues, me monté en el bus para ir hacia su zona.
Me bajé en la parada correspondiente y me encaminé hacia su residencia, no sin antes parar en una frutería y llevarme algo de fruta.
Jamás me habría esperado que la buena noticia fuese la tempestad arriba mentada. 
Cuando llamé al timbre, fue mi prima, Allison, quien vino a abrirme. Nada más verme, tomó la bolsa de frutas de mi mano y me recibió con alegría: "¡Llegaste! Venga, entra."
Antes de que pudiera penetrar en la habitación siquiera, escuché la infrecuentísima risa de mi tío, al tiempo que decía: "Está bien, se nota lo mucho que amas a nuestra hija..."
Me cambié los zapatos mientras mi mirada se desviaba inconscientemente hacia el salón. Fue en ese momento cuando recibí de lleno el primer rayo de la tormenta.