Capítulo 50
1596palabras
2023-05-20 00:02
Cuando entré en su oficina, recordé en lo que había sucedido la noche anterior. ¡Debería haberlo arrojado a la calle mientras dormía!
Entré directamente a su oficina sin siquiera llamar y miré a mi alrededor, pero no vi a nadie.
Entonces, frunciendo el ceño, abrí la puerta de la sala de descanso y entré. Tampoco estaba allí, pero vi que la puerta del baño estaba entreabierta, aunque no escuchaba nada adentro.

De todas formas, abrí la puerta por si acaso y sentí como si un rayo me hubiese caído encima, dejándome rígida.
Adentro, me encontré a Jayden d*snudo, mirando hacia la puerta. Los músculos de su pecho eran prominentes pero no excesivos. Su manzana de Adán se agitaba ligeramente y su clavícula se veía muy sexy. Las gotas de agua rodaban por sus abdominales y me hacían sonrojar.
Enseguida, levantó la cabeza para mirarme al tiempo que dejaba de secarse el cabello. Yo me tapé los ojos y, antes de que él pudiera hablar, dije: "¡Eres un pervertido! ¿Por qué no cierras la puerta mientras te bañas?".
Aunque habíamos tenido s*xo incontables veces y él había sido el único hombre en mi vida, nunca había visto su cuerpo así.
Una risita cruzó el aire y, al segundo siguiente, él ya me tenía en sus brazos. Entonces, me dijo: "¿Qué pasa? ¿No pudiste resistir el hecho de que no te haya tocado cuando estuve esta mañana en tu casa y ahora vienes a buscarme?".
Mis labios hicieron contacto con su piel húmeda y mi mente se quedó en blanco por un momento, pero no olvidé por qué lo estaba buscando, así que le pregunté: "¿Por qué pusiste mi oficina en el área de tus secretarias?".

Sin embargo, cuando sentí una dureza en la parte baja de mi abdomen, no fui capaz de articular más palabras. De inmediato, miré hacia abajo y descubrí que su miembro estaba directamente apoyado contra mi falda ajustada a la cadera, y sentí mi cara arder por la vergüenza.
Quise apartarlo de un empujón, pero de repente se inclinó y, poniendo sus manos por detrás de mis rodillas, me alzó en el aire. Mi cuerpo de repente cayó hacia atrás y subconscientemente me afirmé de su cuello.
Junto a nosotros había un espejo, y ahí pude notar que mi falda se había levantado por completo debido a su movimiento. ¡La vergüenza volvió a invadirme al notar la sugerente posición en la que nos encontrábamos!
"¡Suéltame!", exclamé, torciendo mi cuerpo para intentar bajarme, pero no importaba cómo me moviera, siempre terminaba rozando esa parte de su cuerpo.

"Veo que tienes ganas de moverte", me dijo con un tono extremadamente lascivo, y tras sentarme en el lavabo, me susurró al oído: "Recuerda que tú viniste a mí".
A continuación, comenzó a quitarme la ropa con gran habilidad.
Sin embargo, recordé que la puerta de su oficina y la de la sala de descanso estaban completamente abiertas, por lo que la gente podía entrar en cualquier momento, y si alguien me viera así, moriría a causa de la humillación.
"Jayden, ya estamos divorciados. ¿Por qué me tratas así?", le pregunté, completamente devastada.
Al decir esto, no pude evitar estallar en lágrimas, ya que, aunque no era una niña inocente, realmente no podía hacer algo tan imprudente durante el día.
Él miró hacia arriba con ojos sombríos y dijo con voz ronca: "¿Ah? Entonces, ¿con quién quieres tener s*xo? ¿Con Brandon?".
"¿Por qué siempre lo mencionas a él? ¡Además, él no haría estas cosas conmigo!", repliqué enojada.
Brandon se preocupaba en todo momento por como me sentía, pero Jayden solo me hacía obedecerlo.
De repente, me soltó y comenzó a ponerse la camiseta lentamente. Luego, se burló y dijo: "¿Crees que él es amable contigo? Si ese fuera el caso, no te habría dejado trabajar aquí solo por ese proyecto".
"Lo hice por mi propia voluntad; él no tuvo nada que ver", dije instintivamente para defender a Brandon mientras me bajaba del lavabo y me acomodaba la ropa.
"Vaya ¿Así que debería elogiarte por mirar esta situación en perspectiva?", resopló él, acomodándose sus ropas también.
Me quedé atónita por un momento, sin saber por qué había cambiado de actitud tan repentinamente, así que par desviar el tema, le pregunté: "Estoy aquí en nombre del Brown's Group, pero, ¿por qué mi oficina está en el departamento de las secretarias?".
Él giró la cabeza para mirarme y respondió: "Mira más de cerca el contrato que firmaste ayer".
"¿Qué?", le pregunté, sin entender que quería decir.
Ese contrato era sobre mi labor como emisaria del Brown's Group en el proyecto, ¿verdad?
"Cláusula número 4 del artículo 9: durante tu tiempo en Eastern Star, deberás acatar todas mis decisiones".
Entonces, regresó a su oficina, se sentó en su silla y, tras tomar una copia del contrato y arrojármela, recalcó: "Todas mis decisiones".
Enseguida, tomé el contrato y busqué el artículo que me había mencionado. Efectivamente, en un rincón no muy llamativo, vi dicha condición.
"¿Me engañaste?", le dije, frunciendo el ceño.
Cuando firmé el contrato ayer, estaba distraída e inconscientemente siempre había confiado en él, pero nunca imaginé que agregaría una cláusula así.
"No es una trampa. Como tú misma dijiste, firmaste el contrato por voluntad propia", me dijo mientras me miraba débilmente, como si quisiera burlarse de mí.
 "Ya no estoy dispuesta a trabajar para ti", le dije con voz áspera y poco amigable.
"Está bien, pero será mejor que le eches un vistazo al tercer punto de la tercera cláusula: la tarifa por incumplimiento del contrato es de 30 millones", me respondió calmadamente.
Al escucharlo, quedé totalmente impactada. ¿30 millones? ¿Ya se había anticipado a que yo querría faltar a mi contrato?
De todas formas, partí el documento en dos mitades y le dije burlonamente: "Señor Christian, ¿cree este contrato todavía sirve?".
Sin embargo, su expresión no cambió en absoluto, y tan solo me dijo: "El que tienes en la mano es solo una copia".
Quedé helada al escucharlo, y volviendo a ver la página final, confirmé efectivamente que se trataba de una copia.
Estaba completamente enfurecida, pero no podía hacer nada al respecto, así que tan solo lo miré con odio y salí de la oficina. Sin embargo, lo iba maldiciendo vehementemente para mis adentros.
Ya era hora de trabajar y todo el mundo estaba en posición, pero cuando me senté en mi puesto, algunos ojos se posaron sobre mí.
Juzgadores, curiosos, desdeñosos...
Sin embargo, las reglas de Eastern Star eran estrictas, y no fue sino hasta la hora de almuerzo cuando fui a prepararme un té que una colega mujer me dirigió la palabra. Me preguntó cómo había entrado a la empresa, ya que actualmente no estaban contratando a nadie.
No obstante, yo no quería que nadie se enterara de la relación que tenía con Jayden, pero si decía que venía del Brown's Group para participar del proyecto del resort, sería incluso más raro el hecho de que estuviera instalada en el área de secretaría.
Al final, simplemente preferí no decir nada.
No sabía qué quería Jayden que yo hiciera en Eastern Star, pues no me dejaba participar del proyecto ni tampoco me asignaba más trabajo, por lo que estaba todo el día sin hacer nada.
Justo después de la hora de almuerzo, a pantalla de mi teléfono celular se iluminó y pude ver que Owen me había enviado un mensaje de texto.
Sintiendo una ligera molestia en la cabeza, decidí abrirlo y leí su contenido: "Ya que no quieres verme, estoy pensando en otra manera de acercarme a ti".
Su mensaje me dio un mal presentimiento, pero mientras dudaba de si responderle o no, un colega me llamó y me ordenó: "Mia, ¿verdad? Ayúdame a clasificar toda esta información en un archivo digital y luego imprímelo".
Al escuchar su petición, fruncí el ceño, pero no dije nada. Tan solo dejé mi celular a un lado y me dispuse a ayudarlo a ordenar los archivos.
Cosas de este tipo sucedieron durante toda la tarde, una y otra vez. De todos modos, no tenía nada que hacer, así que ayudaba a quién me lo pedía.
Justo cuando estaba a punto de marcar la salida, recibí una llamada de Brandon, el cual me dijo que me estaba esperando abajo para llevarme a casa.
Tras pensarlo un momento, le dije sin rodeos: "Señor Johnson, hoy voy a ir a casa de mi tía hoy, así que no es necesario que me pase a buscar".
"No hay problema, te daré un aventón de todos modos", me respondió.
Ni siquiera preguntó la dirección, pero yo ya no podía negarme más, así que tomé mi bolso y bajé las escaleras.
Después de subirme al auto, le dije seriamente: "Señor Johnson, realmente no tiene que venir a buscarme. Después de todo, solo soy su asistente".
"Eres la heroína de nuestra empresa. Si no fuera por ti, Eastern Star no nos habría dado este proyecto, así que debería tratarte incluso mejor", me dijo con una sonrisa.
En verdad, todo ese asunto me tenía un tanto deprimida, pero no quise demostrarlo, así que simplemente sonreí y guardé silencio.
Entonces, saqué mi teléfono y llamé a mi tía. Por suerte, me contestaron de inmediato, pero era Allison quien hablaba, la cual me dijo con voz temblorosa: "Mia".
"¿Qué sucede? ¿Pasa algo?", le pregunté, sentándome derecha.
"Es el abuelo. Se desmayó de repente y ahora está en el hospital", dijo a penas.
Sus palabras me cayeron como una bomba que me dejó consternada, y tras unos instantes de silencio, me repuse y le pregunté: "¿Pero qué le pasó?".