Capítulo 29
1255palabras
2023-05-05 13:46
Sentí que iba a explotar de la ira y mis manos comenzaron a temblar.
—Mia, ahora que eres dueña de las participaciones de la empresa. Esto también es importante para ti, ¿por qué eres tan terca?
—¿No podías hablarlo conmigo en privado? El abuelo está viejo y no quiero hacerlo pasar por situaciones difíciles. Hablemos de esto cuando se haya ido —le dijo respirando profundamente para no perder el control. Mi padre frunció el ceño.
—No creas que no sé lo que estás pensando. Cuando tu abuelo se vaya, ¿cómo haré para que me hagas caso? Te doy una semana o sino le diré toda la verdad a tu abuelo.
No pude creer que realmente me estuviera amenazando. Estaba tan enojada que no pude decir nada.
—No te preocupes. Haré que tu abuelo se la pase bien durante esta semana, tú solo preocúpate por convencer a Jayden —me dijo con sorna. No podía creer que le había creído cuando me había pedido dinero.
Cuando llegué a casa, Madison ya había regresado del centro comercial y se aseguró de pavonearse por toda la sala de estar con sus compras. Como no estaba de humor para sus tonterías, comí rápidamente y me retiré a mi cuarto.
Entré renegando por lo bajo mientras buscaba mi teléfono para preguntarle a Sophia por el favor de la mañana, pero fue en ese momento que me di cuenta de que no lo tenía conmigo. Alguien tocó a la puerta mientras rebuscaba en mi bolso. Jasmine entró con mi abrigo que había dejado abajo.
—Lo dejaste abajo y tu teléfono está en el bolsillo... —comenzó a decirme un tanto incómoda—. Creo que la señorita Austin lo agarró, no estoy segura de lo que estaba haciendo, se fue ni bien aparecí, pero sería bueno que revisara por las dudas.
—Está bien, gracias —le dije mientras agarraba el abrigo. Saqué mi teléfono y me di cuenta de que había recibido un mensaje de Sophia diciendo que era exactamente lo que pensaba.
Le había pedido que siguiera a Madison para saber qué hacía con el dinero que le había dado Jayden. Me preocupé un poco pero luego me di cuenta de que aún si lo hubiera visto, era poco probable que lo hubiera entendido.
Revisé el listado de llamadas y me di cuenta de que Sophia había hecho una hace unos minutos. La llamada había sido corta de menos de doce segundos. Le marqué de nuevo para preguntarle lo que había pasado.
—¿Mia? —me preguntó al contestar—. ¿Por qué te quedaste en silencio en la otra llamada? Pensé que era otra persona, así que colgué.
—Madison fue la que contestó. ¿Le dijiste algo? —le pregunté con ansiedad.
—¿Cómo se atreve a humear en tu teléfono? Te llamé porque no respondiste a mi mensaje, pero no dije nada específico. No creo que haya entendido de lo que estaba hablando.
—Qué alivio, ¿le dio el dinero a su amante?
—Cómo lo sospechabas, dejó a Lucas en la guardería del centro comercial y se fue a encontrarse con el hombre. Le dio todo el dinero que tenía pero se le veía enojada. No creo que quiera seguir con él —me dijo con sorna.
—Mándame las fotos que tengas —le pedí frunciendo los labios. Después de colgar, recibí todas las fotos, pero me decepcionó que en ninguna salieran en una posición íntima. No se podía inferir nada de ellas.
De todas maneras, sentía que algo estaba mal, así que dejé mi teléfono en la cama y bajé a buscar a Madison para ver si estaba tramando algo. Me abrió la puerta con una mascarilla facial.
—¿Por qué humeaste en mi teléfono? —le pregunté directamente.
—¿Cómo sabes que lo hice? No trates de inculparme de cosas que no sucedieron —me respondió con pedantería. Entrecerré los ojos ante su descaro.
—Iré entonces a revisar las grabaciones, ¿qué te hago si te encuentro revisando mi teléfono?
—Mia, ¿qué te pasa? Tu teléfono estaba sonando y me preocupé. ¿Qué si era algo urgente? Por eso, contesté —me respondió mientras se quitaba la mascarilla con fastidio a lo que puse los ojos en blanco.
—No vuelvas a tocar mis cosas de nuevo, Madison. Te lo advierto.
Me di la vuelta después de eso para regresar a mi cuarto. Había pensado que si sospechaba que la estaba investigando, se pondría nerviosa, pero había sido todo lo contrario. Me encogí de hombros y dejé ese tema aparte. En este momento, lo que más requería mi atención era Ethan.
Jayden nunca accedería a la solicitud de vender los productos de nuestra empresa. Quizás podría encontrar la manera de sacar a mi abuelo de la casa de mi padre para llevármelo.
Al día siguiente, tenía una cita para prepararme para el parto. No había podido dormir bien anoche, así que me levanté un tanto tarde. Después de lavarme y cambiarme de ropa, bajé las escaleras. Me di cuenta de que no había nadie más en la casa que Jasmine.
En el desayuno, me atreví a preguntarle por la ausencia de los demás y ella me dijo que se habían ido a la mansión principal para una cena familiar. Me congelé en mi lugar y se me dificultó seguir comiendo. Claro, ya no era parte de la familia, no tenían porque incluirme ahora.
—El señor Jayden me dijo que tenías que ir al hospital hoy, así que me pidió que te acompañara —me comentó la joven mientras agarraba su plato para lavarlo. La miré con sorpresa porque no podía creer que se hubiera acordado. Pensé que no le importaba en absoluto.
Tenían muchos autos en la casa a nuestra disposición, pero la verdad nunca me gustaba usarlos. Decidí no quejarme esta vez porque Jayden se había preocupado por mí. Jasmine me llevó al hospital y se quedó conmigo todo el tiempo. Me especificó que era algo que Jayden también se lo había pedido.
Sin embargo, durante la visita, pareció que algo había pasado con su familia así que se tuvo que retirar. Le dije que no había ningún problema porque estaba en el hospital y no pensaba que algo malo me podría pasar. Luego de que terminé de hablar con el doctor, salí al pasillo y alguien dijo mi nombre.
—¿Mia?
—Qué coincidencia, señor Thompson.
El doctor Thompson había sido el médico de mi madre. Durante los cuatro años que mi madre había estado internado, había estado bajo su cuidado y nos habíamos conocido muy bien.
—Realmente —me dijo con una sonrisa—. Tenía un poco de tiempo, así que vine a ver a mi esposa. Qué sorpresa encontrármela aquí.
—¡Felicitaciones, doctor! Es su segundo hijo, ¿no? —le dije con una sonrisa entendiendo porque estaba en la zona de obstetricia.
—Gracias, gracias —me dijo alegre dándose cuenta de mi vientre—. Veo que estás aquí por lo mismo, ¿dónde está su esposo?
—Nos divorciamos —le respondí con una mueca. ¿Por qué todavía me sentía un poco triste al mencionar esto?
—Lo siento, no debí haberle dicho nada. No debe ser fácil para usted hablar sobre el tema. Si hay algo que pueda hacer, hágamelo saber que encantado de ayudarla —me dijo con un poco más de seriedad.
—Muchas gracias, doctor —le respondí—. Me voy retirando, que tenga un buen día.
—Por cierto, cuando la enfermera limpió el cuarto de tu madre, encontró algo que te habías olvidado. Parecía valioso, así que lo tengo guardado en la oficina. Intenté llamarte para decírtelo, pero habías cambiado tu número.
—¿En serio? ¿Qué fue lo que me olvidé? —le pregunté con curiosidad mientras me detenía.