Capítulo 22
901palabras
2023-05-05 13:36
—¿Cuándo sucedió? —me preguntó con sorpresa mientras tomaba un sorbo de su taza. Examiné su rostro pero parecía que realmente era la primera vez que escuchaba la noticia.
—El día que la fuiste a ver —le respondí mientras miraba afuera de la ventana. Ella hizo el amago de recordar y luego soltó un suspiro.
—No me lo creo, se veía muy bien ese día. ¿Qué sucedió?
—Se suicidó tomando pastillas para dormir —le respondí suprimiendo mis lágrimas a lo que ella abrió los ojos con sorpresa.
—Debes dejar a los muertos descansar. Tu madre la pasó muy mal en sus últimos años de vida, deberías estar más feliz de que ahora esté descansando —me dijo con un suspiro y dejando su taza en la mesa. Me quedé observándola tratando de discernir su estaba siendo sincera o simplemente era muy buena actuando. Al parecer no iba a ser tan fácil descubrir la verdad.
De regreso a casa, me recliné contra el asiento con la cabeza llena de pensamientos. De repente, me incorporé y volteé a verlo con suspicacia.
—¿Me cuidaste cuándo estuve con fiebre? —le pregunté directamente. Madison ya me lo había confirmado, pero necesitaba oírlo de sus labios.
—Sí —respondió después de un segundo.
Me quedé en silencio un momento mientras pensaba lo que decirle a continuación. Luego, miré afuera de la ventana con nerviosismo antes de continuar.
—¿Por qué?
—¿Qué es lo que quieres saber? Te cuidé porque llevas a mi hijo en tu vientre —me respondió sin inmutarse. Me entristecí ligeramente cuando lo escuché y entendí que todavía tenía esperanza de que algo pasara entre nosotros.
De repente, se orilló al costado de la avenida y salió del auto.
—¿A dónde vas? —le pregunté sin pensarlo.
—A Madison le gustan estos pasteles, quiero comprarle uno —me explicó con suavidad mientras señalaba la tienda. Asentí con la cabeza con un sinsabor amargo en la boca.
—Te espero entonces —le respondí con frialdad sin poder creer que realmente le importara la otra mujer. Siempre lo había admirado por su amabilidad, pero me dolía que nunca me la hubiera enseñado.
Cuando llegamos a la casa, Jayden se fue directamente al segundo piso y me quedé observándolo con un poco de dolor. Cerré la puerta lentamente y me dirigí a la cocina para servirme un vaso de agua. Cuando me acerqué a la puerta, escuché a dos personas conversando.
—¡No lo haré, no insistas! —dijo Hailey mientras lavaba los platos. ¿De qué estaban hablando?
—Hailey, esta es la última vez, en serio. Nadie lo sabrá —le respondió Madison con urgencia y me quedé sorprendida.
—No, la última vez me pidió que le bajara la temperatura al aire acondicionado de la señorita Clinton y ahora me está diciendo lo mismo.
No entendía porque Hailey estaba ayudando a Madison. ¿No se suponía que estaba bajo el comando de la madre de Jayden?
—Esta realmente será la última vez, estoy segura de que con este plan lograré que se vaya de la casa y ya no tendrás que hacer nada más —le suplicó Madison, pero al ver que no iba a dar su brazo a torcer, recurrió a amenazarla—. ¿Realmente crees que si se enteran de la verdad sobre las heridas de Lucas no tomaran represalias contra tu persona?
—¡Tú me obligaste! Nunca había conocido a una madre tan abominable como tú que pondría en peligro a su propio hijo para su beneficio.
—¿Ustedes fueron las que hirieron a Lucas? —grité sin poder contenerme abriendo con fuerza la puerta de la cocina. Mis manos me temblaban, siempre había sabido que Madison era cruel, pero nunca hubiera pensado que lastimaría hasta a su propio hijo.
—¿Escuchó todo? —me preguntó Hailey con nerviosismo.
—Sí, todo eso fue su plan, ¿entonces? —le dije mientras me mordía el labio con fuerza, pero Madison no parecía preocupada.
—¿Y qué?
—Madison, ¡estás loca! Realmente lo estás —grité sin poder controlarme al verla tan indiferente. Ella se me acercó mientras me señalaba con un dedo.
—Tú fuiste la que me forzó a hacerlo. Si hubieras aceptado el divorcio desde un principio entonces no habría tenido que hacerlo.
Nunca me había enfrentado a una persona tan irracional. Lucas era su hijo y había deliberadamente planeado ponerlo en peligro para arruinar mi matrimonio.
Estaba tan enojado que sentía que el pecho me explotaría. Cuando levanté la mirada, observé una sombra escondida detrás de ella, así que me forcé a respirar.
—¿No tienes miedo de que se lo diga a Jayden?
—Nunca te creerá —le dijo con una sonrisa de suficiencia—. Nunca lo hará.
Levanté la barbilla con suficiencia antes de dirigirme al hombre que había aparecido en la puerta de la cocina.
—Jayden, ¿qué piensas? —le dije pero al mismo tiempo se me encogió el corazón al verlo tan destrozado. Madison se quedó paralizada en su lugar y lo miró con pánico en los ojos. Se tiró sobre su brazo para agarrarlo con fuerza.
—Cariño, lo puedo explicar...
—¿Qué vas a explicar? —le reclamó con frialdad soltándose. Agarró la caja del pastel que había comprado y la tiró a la basura antes de irse al segundo piso. Se le veía increíblemente desolado esta revelación.
Me dolió verlo así. ¿Había sido lo correcto hacerle saber? De repente, se pudo escuchar cómo se cerraban las puertas con fuerza. Madison me encaró con una mirada trastornada.
—Mia, ¡todo esto es tu culpa! —gritó antes de tirarse sobre mí.