Capítulo 14
1205palabras
2023-04-26 11:07
No me gustó la forma en que me humilló y tampoco me gustó que me tocara sabiendo que había estado con otra mujer.
Madison había estado en la casa por más de medio mes, no era tan ingenua para creer que no había pasado nada entre ellos. De repente, se detuvo y se apoyó en mi cuello. Su respiración poco a poco se fue nivelando. Después de un rato, se bajó del auto en silencio y se fue.
A través de la ventana, miré su espalda y no pude evitar sentirme triste. ¿Quién hubiera pensando que llegaríamos a este punto? Me quedé en el auto por un largo tiempo hasta que otro auto pasó y sus luces me cegaron, sacándome de mi ensimismamiento. 

Me encontré con Madison mientras esta bajaba por las escaleras. Ni bien me vio su rostro se agrió al instante. 
—Desvergonzada —me susurró con rabia. Bajé la mirada y me di cuenta de que se podía ver la marca que Jayden me había dejado en el cuello, así que me burlé de ella.
—¿Acaso no sabes que un esposo y esposa tienen permitido divertirse de muchas formas? Por favor, tú eres solamente la amante, no te des más importancia de la necesaria.
Me fulminó con la mirada y me señaló con un dedo, pero continuó mi camino antes de que pudiera decir algo. Me paré frente a la puerta del dormitorio principal y la abrí después de armarme de valor, desafortunadamente, Jayden no está adentro.
Hailey llegó en ese momento, así que le pregunté sin mirarla a los ojos y ella me explicó que se había ido al estudio directamente. Dejé escapar un suspiro de alivio porque cualquier lugar era mejor que la habitación de Madison.
...

Al día siguiente, Andrew me llamó a la oficina y me pidió disculpas por lo que pasó anoche con seriedad. Después de asegurarle que todo estaba bien, pero que de todas maneras tenía que renunciar, no dijo nada.
Los de recursos humanos se encargaron rápidamente de encontrar a mi reemplazo y en medios de una semana pudimos hacer el cambio. Dejar mi centro de trabajo fue un sentimiento conflictivo.
Regresé a casa de mal humor, así que me encerré en mi habitación a pensar en cuál sería mi siguiente paso. Después de un momento considerando mis opciones, me desmaquillé y me metí a la cama. En menos de unos minutos, ya había caído en los brazos de Morfeo.
Un grito ensordecedor me despertó en medio de la noche, parecía que venía del cuarto de Lucas. Rápidamente me puse las pantuflas y corrí hacia su habitación.

Cuando entré, me quedé paralizada al ver a Lucas en medio tirado en el piso y con sangre cayéndole de la cabeza. Sin pensarlo, presa del pánico, intenté regresar a mi habitación para llamar a emergencias, pero me encontré con Hailey y Madison.
—¿Qué le hiciste? ¿Qué le hiciste a mi hijo? —me preguntó desesperada Madison al ver la escena. Rápidamente se lo negué, pero ella no estaba escuchándome y me abofeteó.
—Sé que no me quieres, pero no puedes ser tan cruel. ¡Lucas es solo un niño! —gritó de nuevo con estridente voz.
—Madison, ¿puedes calmarte? —le grité de vuelta mientras me limpiaba la boca—. Hailey, llama a la ambulancia en este momento.
La mujer asintió y sacó su teléfono para hacer la llamada al mismo tiempo que Madison se me acercó para empujarme contra la pared.
—¡No mientas, si algo le pasa a Lucas, será tu culpa!
La ambulancia llegó rápidamente y se lo llevaron al hospital. Una gran mancha de sangre quedó en donde había estado el niño. Se lo llevaron rápidamente a la sala de emergencias y mientras esperábamos, llegaron Jayden y su madre.
—¿Qué sucedió? —preguntó mi esposo con preocupación. Madison se le tiró encima ni bien lo vio y se echó a llorar.
—Jayden, estaba tan asustada...
De repente, sentí un sentimiento raro a mi alrededor, como si algo no estuviera bien. 
—Hailey, ¿qué sucedió? —pidió explicaciones mi suegra. La joven me miró antes de abrir la boca.
—Estábamos jugando con Lucas cuando el niño me pidió un jugo, así que me fui a la cocina a preparárselo. La señorita Austin luego bajó también para servirse un poco de agua y dos minutos después escuchamos el grito de Lucas. Cuando llegamos a su cuarto, nos encontramos con la señora saliendo del lugar con una actitud nerviosa...
La narración de los hechos me señalaba como la culpable. Estaba claro como el agua, ellos creerían que yo lo había herido. Jayden endureció su expresión y sentí verdadero terror en mis venas. Negué con vehemencia.
—¡No fui yo! 
Mi suegra se acercó en dos pasos y me volteó el rostro con una bofetada tan fuerte que por un segundo no supe dónde estaba.
—¡Mia, me has decepcionado! —me escupió antes de voltearse hacia su hijo—. Jayden, necesitas divorciarte de ella de inmediato. No puedo permitir que alguien tan despiadado forme parte de nuestra familia.
Sentía que había caído dentro de una trampa muy bien elaborada y no había forma de escapar. Sin saber a quién pedirle ayuda, miré a Jayden como último recurso, esperando que me creyera, pero este simplemente me miró con tristeza.
—Vete.
—Jayden, no fui yo, te lo juro. Escuché su grito y fui a ver lo que había pasado —le traté de explicar agarrándolo de la muñeca y con lágrimas en los ojos, pero este simplemente me apartó y me observó con completo desprecio. Su mirada fue suficiente para convertirme en cenizas—. Todavía no me crees, ni siquiera quieres confiar un poco en mí.
Esto también había pasado en el accidente de Grace. Al parecer nuestra relación estaba tan mal que no había forma de recuperarla, ya no había esperanza.
Después de asegurarme de que Lucas estuviera bien, pues lo sacaron de la sala de emergencias y lo trasladaron a un habitación privada. Me fui en silencio, entumecida, no sé lo que sucedió después, pero aparecí frente a la casa.
Ingresé la contraseña, abrí la puerta y me cambié los zapatos. Todo como si estuviera en un sueño. Me fijé en las escaleras y miré en la dirección a la habitación de Lucas. ¿Qué había pasado?
Lucas había llorado, así que había ido a verlo, luego habían venido Madison y Hailey. ¿En qué momento todo se había arruinado?
No podía respirar del coraje, no podía creer que estuviera viviendo esta injusticia en carne propia. Hubiera preferido mil veces más el divorcio a ser tildada de malvada. 
Traté de razonar conmigo misma y convencerme de que todos estaban muy alterados por la situación. Si les explicaba de nuevo lo que había pasado cuando se calmaran, seguro que lo entenderían.
Sin embargo, recibí otras devastadoras noticias esa misma noche. Recibí una llamada de la clínica de mi madre y la respondí.
—Mia, tu mamá se tomó muchas pastillas para dormir, la hemos movido a la zona de cuidados intensivos y el doctor ha dicho que es grave. No sabemos si sobrevivirá...
Me había distraído por dos días y había pasado esto. Mi madre en estado crítico. Asustada, me subí al auto de nuevo y aceleré hacia la clínica. Podía perder todo menos a mi madre.