Capítulo 3
1349palabras
2023-04-26 10:39
Le pedí a un amigo para se llevara a Sophia a casa y luego conseguí que el dueño del bar le echara una dr*ga especial en el vino de Jayden. Mi plan dio fruto y acabamos en una habitación de hotel besándonos apasionadamente contra la puerta. Me besaba tan urgentemente que parecía que quería devorarme.
Me tocaba con tanta pasión que sentía que la ropa le estorbaba, así que decidió ignorarla y deslizó su mano por debajo de mi blusa para tocar mi piel. Se me secó la garganta al instante.
—Jayden, no, déjame ir —le dije tratando de alejarme de él, pero estaba mareada y no tenía las fuerzas suficientes. No quería seguir con el plan, tenía miedo de llevarlo a cabo y lo que implicaba hacerlo. No quería que me odiara cuando despertara.

No me escuchó, pero comenzó a tocarme con más ahínco. Su pesada respiración era todo lo que podía oír y todo mi cuerpo estaba reaccionando a pesar de mis dudas. Me avergoncé, pero no pude resistirme. Al final del día, me gustaba, así que no podía ser tan malo. Además, necesitaba tomar fotos al terminar e irme antes de que despertara. Estaba segura de que no recordaría nada mañana gracias al alcohol. 
Me perdí en la danza de nuestros cuerpos hasta que sentí un desgarrador dolor entre mis piernas y me tensé.
—No, por favor...
—¿No? —se burló con la voz ahogada—. ¿Entonces por qué pusiste dr*ga en mi vino? ¿Creías que no podría hacerlo si me dr*gabas?
Cuando me desperté de nuevo, me dolía todo el cuerpo. Al escuchar su respiración a mi costado, se me pusieron los nervios de punta. Rápidamente tomé dos fotos y las envié.
—Madison...

Se me paró el corazón al escucharlo pensando que se había despertado, ¿había llamado a Madison? Realmente tenía que estar enamorado de ella si hasta dormido la llamaba. 
Pensé que quizás nunca más lo volvería a ver después de hoy y me dolió tanto el corazón que casi me muero. Me levanté de la cama y busqué la ropa que él me había quitado anoche. Salí de la habitación con piernas temblorosas. Al salir del hotel, sentí que estaba en un sueño, no podía creer la absurdidad que había hecho impulsada por el alcohol y despecho. Me fui a mi departamento para bañarme y cambiarme antes de volver con mi madre.
Mi mamá seguramente ya se había despertado, tenía muchas ganas de saber quién le había enviado la foto, pero también temía que mencionarle el asunto y provocarle una crisis. Así que tendría que resignarme por el momento porque todavía faltaban dos días para la operación.
Eran solo las ocho y media cuando llegué a la oficina, así que me senté y llamé a Sophia para pedirle prestado un poco de dinero. Lastimosamente, mi amiga me contó que su cuenta había sido congelada por su padre, por lo que solamente me pudo transferir de sus ahorros que no pasaban de los treinta mil dólares. Toda la mañana me la pasé distraída pensando en cómo reuniría el monto total para la operación.

Durante el descanso del almuerzo, alguien se me acercó por detrás y me tocó el hombro para llamar mi atención. Me sobresalté antes de voltear con curiosidad.
—Mia, ¿eres la hija mayor de los Clinton? —me preguntó sin creérselo Emma, una de mis compañeras de trabajo con las que me llevaba bien
—¿Dónde escuchaste eso? —le pregunté impactada frunciendo el ceño. Los Clinton eran conocidos por el dinero que mis abuelos habían hecho. Ellos no habían estado de acuerdo con mi padre porque era pobre, pero gracias a la insistencia de mi madre, habían llegado a un acuerdo. Afortunadamente, la empresa había crecido con los años y ahora era muy conocida en Plotin. Por esa misma razón, nunca antes los había mencionado en el trabajo.
—¿Esta eres tú, no? —me dijo Emma mientras me mostraba su teléfono. El titular de la noticia que tenía abierta decía: «Mia, la hija de los Clinton, pasa una noche de pasión supuesto gíg*lo». Toda la información dentro del artículo me dejaba muy mal parada. Le había enviado las fotos a Madison porque quería molestarla. Nunca hubiera pensando que se vengaría enviándolas a los medios de comunicación, en una foto se podía ver incluso mis hombros plagados de chupetones. 
Mi cabeza explotó y me quedé paralizada tratando de procesar todo. De repente, mi teléfono sonó y contesté.
—¿Te gustó mi regalo? —me preguntó burlonamente Madison.
—¡Madison! —le grité con rabia a duras penas contenida, la otra mujer simplemente se carcajeó.
—Sí, yo, sé que me la querías cobrar metiéndote con Jayden, pero honestamente me importa más el dinero —dijo a lo que apreté los dientes y respiré hondo.
—¿Cómo puede el amor ser tan insignificante para ti?
—Del amor no se vive, Mia. Jayden es solamente un manager en una pequeña empresa, si quieres te lo dejo. Tu reputación de todas maneras está hecha añicos.
—¿Qué tiene de importante mi reputación? —le pregunté furiosa sin entenderla. Ella se volvió a reír por lo bajo como si hubiera ganado algo importante.
—Gracias a tus fotos, le acabas de causar un problema de proporciones épicas al grupo. Tu padre está tan enojado que te quiere desheredar. Mi plan está saliendo a la perfección porque ahora que estoy embarazada, una vez tu padre te quite de la familia, todo el dinero del grupo será mío y ustedes terminarán en las calles.
Sentí el mundo venírseme encima al escuchar que estaba embarazada, y un segundo después, una enorme ola de rabia me golpeó por dentro antes de explotar.
—Madison, eres una sinvergüenza, mujer cruel, ¡te arrepentirás de lo que acabas de hacer!
Agarré mi bolso y salí corriendo al ascensor con solo un pensamiento en mi mente: desaparecer la noticia lo más pronto posible. Quería matar a esa mujer, no solo había involucrado a Jayden, sino que no creía que mi madre pudiera soportar ver esa noticia.
Llamé a todos los amigos que tenía en los medios, pero todos me dijeron que era demasiado tarde. Terminé la última llamada con los ánimos por los suelos cuando una notificación me avisó que habían sacado un nuevo artículo. Este parecía que se centraba en Jayden ahora. 
«El gíg*lo con el que la heredera de los Clinton pasó la noche no es ni más ni menos que el heredero de los Christian».
Me sorprendí tanto al terminar de leer el título que se me cayó el teléfono al suelo. ¿Era cierto esto? Imposible, era demasiado ridículo para creerlo, pero tenía sentido si tenía en consideración su forma de actuar, no parecía un simple vice presidente de una pequeña empresa.
La familia Christian poseía al menos el ochenta por ciento de las participaciones en el grupo Eastern Star y esta empresa poseía al menos la mitad de los negocios de la ciudad. La compañía de mi padre era minúscula a su costado.
Madison seguramente también había visto las noticias, al final se había casado por dinero pero había cometido el peor error de su vida al dejar ir al am*nte más adinerado. Seguramente se estaba arrepintiendo en este momento. Esperaba que fuera cierto, me traería tanto placer que esto fuera cierta. 
Volví a mis sentidos y me agaché para recoger el teléfono, por lo que no me di cuenta de que un Buick negro se me acercaba a toda velocidad. Me sorprendió tanto que salté para atrás justo cuando la ventana se bajó. Jayden apareció y me indicó con la barbilla que subiera.
—Vamos —dijo a lo que me calmé. Abrí la puerta y me senté lista para explicarme.
—Lo siento, no sabía que la foto...
—¿Quieres vengarte? Mia, eres la primera persona que se ha atrevido a hacerme algo como esto —me respondió sonriendo mordazmente. Apreté las manos y me quedé en silencio.
—No te preocupes, resolveré el problema lo antes posible y me aseguraré de que no te vinculen conmigo. Me usaste para vengarte de esa arpía, así que... —dije con miedo, pero fui interrumpida por él cuando dio dos golpes al timón.
—Casémonos.