Capítulo 73
756palabras
2023-06-05 18:48
EL FIN DE LOS TIEMPOS
Stacy apareció en mi sueño como lo había prometido. Tomaba un café y me miraba seria.
-Siéntate, Tatiana-, me pidió, sin dejar de mirarme.
Jalé la silla, arreglé mis pelos, estrujé mi boca y entrecrucé mis dedos. Todo eso lo vi. Me quedé mirándola buen rato mientras ella seguía sorbiendo de su taza. Stacy tenía el uniforme puesto, caqui con camuflaje. Traté de ver alrededor y era una especie de campamento armado con palos y lonas. Sí. Avanzaba un blindado y pasaba una patrulla de soldados por la arena, cansados con sus cascos en las manos, llevando las pesadas mochilas. Reían.
Ella tenía el pelo aleonado. Era hermosa. Sus ojos celestes como el cielo, su nariz coquetamente perfilada en su rostro serio y cautivante. Las cejas bien pintadas y el rímel discreto debajo de los ojos. Tenía pendientes en sus orejas, como botones que refulgían a ratos. Vi sus manos mientras tomaba el café, chiquitas, con las uñas cortadas y llevaba un reloj.
Stacy había puesto su casco en la mesa. En sus solapas estaban unas estrellas y tenía galones.
-Hemos sufrido mucho, Tatiana-, me dijo al fin, después de rato.
-¿Qué eran esos sueños, esas premoniciones, por qué me atormentaban?-, pregunté.
-Angustia. Así quieren dominar tu alma, con angustia, aflicción-, intentó explicarme.
Un soldado me alcanzó un café. Yo estaba boquiabierta.
-¿Un castigo divino?-, pregunté azorada.
-No. No. No. No fue un castigo. Querían apoderarse de tu alma-, se sobresaltó.
-¿Volverme loca?-, probé el café. No lo sentí en mi sueño. Me pareció frío.
Stacy mordió un labio. -Querían apoderarse de tu alma-, insistió.
-Lo que no entiendo es por qué me eligieron a mí, yo no te conocí, soy de otra época, diferente, ni siquiera soy soldada-, me molesté.
--Eso fue una casualidad, ya lo sabes. Tatiana Slomovic aún flotaba en el limbo cuando murió con su bebé y tú nacías en ese momento. Se presentó la ocasión. Lamento que te provoquemos tanta angustia-, tomó mi mano.
-Entonces no fui la elegida-, reclamé.
-Es que sí fuiste la elegida, porque Slomovic te eligió, entiéndelo. La cofradía, entonces, se encargó de protegerte-, me aclaró.
-Es lo que no entiendo. Las pesadillas empezaron a atormentarme cuando cumplí los 19 años ¿por qué no antes?-, la miré fijamente.
-La cofradía te protegió desde el primer día, pero también estaban tus papás. Ocurre que el poder de los padres es infinito. Ningún demonio puede enfrentárseles-, remarcó.
-¿Y qué pasó al cumplir los 19?-, jalé mis pelos.
-Cumpliste tu mayoría de edad. Tus padres aceptaron que ya eras toda una mujer. Estudiabas en la universidad, jugabas softbol en la selección, ayudabas a tu papá en su trabajo. El demonio pretendió aprovecharse de eso, te pensó en un momento de absoluta debilidad-, me explicó.
-Yo he visto una luz muy fulgurante y un rostro feo, horrible, riéndose de mí, ¿es el demonio?-, pregunté.
-Sí-
-¿Por qué usaron a Kike? Era tan bueno, dulce, romántico, me hacía reír, de repente se volvió muy celoso. Pensó que yo era su propiedad-, gimoteé.
-No usaron a Kike, me dijo, se aprovecharon de su cuerpo y de sus momentos de celos, de esa debilidad que son los celos, para llegar a ti. Pensaban que asustándote terriblemente, quedarías inerme. Kike fue un chico bueno pero, lamentablemente, afloraron sus celos enfermizos. El Kike que empezó a acosarte era un heraldo-, subrayó.
-Pero el papá de Kike me dijo cuando lo perdoné recién pudo descansar en paz-, le aclaré.
-Exacto. Porque venciste al poder del demonio, lo soltó al fin y pudo irse-, se emocionó ella.
-¿Ya hemos ganado?-, pregunté.
-No. Yo tengo que matar al demonio-, me dijo ella, terminando su café.
-¿Cómo harás?-, pregunté.
-Necesito tu ayuda-, me pidió.
Entendí lo que me quería decir.
-¿Quieres que sueñe contigo?-, sonreí.
-Sí. El demonio y sus heraldos harán una fiesta. Celebrarán que la elegida, tú, no pudo derrotarlos. Ellos creen que han ganado. Piensan que no has sido capaz de vencerlos y te seguirán atormentando con sueños, imágenes, acudirán a ti almas en pena, oirás voces y hasta encontrarás fallecidos clamando salir del purgatorio. Eso debo aprovechar yo para eliminarlos a todos-, me contó.
-Pero sabrán que eres Stacy-, le aclaré.
-Sí. debo hacerles creer que me someto a ellos, que podrán violarme-, apretó sus dientes.
-¿Qué pasará si el demonio triunfa?-, pegunté aterrada.
Stacy me miró seria. -Entiéndelo, Tatiana, el demonio no puede ganar. No lo podemos permitir-, me dijo.
-¿Por qué?-
-Porque entonces sería el fin de los tiempos-