Capítulo 71
533palabras
2023-06-03 18:39
AMOR
Maicol me esperaba sentando en una banca, en el parque donde siempre solemos vernos y él me besa con desenfreno y pasión. Había traído un peluche de un osito muy lindo y él sonreía con timidez. Estaba demasiado nervioso. Se movía, hacía crujir los huesos de sus dedos y estaba impaciente. Todo eso lo vi. Fui apurada pensando que quizás se encontraba mal, angustiado, incluso me imaginé que lo había golpeado, otra vez, aquella luz intensa roja que nos asaltó hasta dos veces.
-¿Por qué tanta urgencia? Me dijiste que era urgente-, me extrañé acomodándome en la banca, arreglando mis pelos, dándome aire con mis manitos, después que me vine dando trancos, con mi corazón acelerado. Yo ya tenía la cara duchada de sudor .
Él me miró con mucha ternura. Había duda en su mirada. Estaba pálido además.
-He estado pensado bastante en todo lo que nos ha pasado-, me dijo con la voz trémula. Ese friecito tan molesto y que odiaba tanto y que me había aterrado mucho esos últimos días, volvió a subirme por la espalda. Crucé las piernas y me preparé para lo peor. Estaba segura que había algo malo entre nosotros.
-Me gusta tu carácter, pero...-, caviló Maicol unos minutos que me parecieron una eternidad. Suspiré afligida.
-Pero, la verdad, Tati...-, siguió vacilando, dubitativo, sumido en la incertidumbre, con una voz fantasmal que empezó a ponerme los pelos de punta. Ya todo se me hacía una agonía, en realidad. Mi corazón empezó a brincar como conejo entre mis senos. Traté de adivinar que había en sus ojos. Tenía miedo. Maicol me gustaba demasiado. Lo amaba. Es sencillo, dulce, tierno, además me apoyó en mis momentos más terribles y ahora que estaba en mi batalla decisiva, lo necesitaba más que nunca. Me sentí, en ese instante, morir porque empecé a creer que lo perdería, que seguramente le asustaban mis pesadillas o estaba convencido que estaba loca o poseída. Todo eso lo pensé en apenas un instante.
-La verdad Tati, espero que jamás cambies-, me dijo, al fin, sonriente.
Me sentí aliviada y soplé toda mi angustia. Fue como quitarme un gran peso de encima.
-Idiota-, le tiré un golpecito en su pecho y empecé a reír.
-Eres maravillosa, contigo me siento dichoso, estoy muy enamorado de ti, Tatiana-, me confesó y las lágrimas empezaron a desbordar de sus ojos.
-Yo también te quiero, te adoro, Maicol. Contigo he encontrado comprensión y apoyo, lo que siempre busqué en un hombre-, le dije. Y nos besamos apasionadamente, tumbados en la banca, con fervor y pasión. Sentí toda su fuerza varonil. Maicol me estremeció y me pareció volar junto a las estrellas.
-Me convencí lo mucho que te amo en Trujillo, me dijo tomando aliento, no solo en ese momento de esa luz intensa que se encendió frente a nosotros, sino también bailando. Te veías tan hermosa como una golondrina en mi cielo-
Mordí mis labios. Me trepé a sus piernas. También empecé a llorar como una chiquilina.
-Te voy a amar para toda la vida, Maicol-, le dije emocionada y volví a besarlo con toda mi pasión, sorbiendo hasta la última gota de esa magia que solamente él podía brindarme.