Capítulo 70
624palabras
2023-06-02 18:50
-¿Cómo van chicas?-, se interesó Poli que también almorzaba con nosotras.
-Ay, está todo difícil, pero creo que allí vamos-, se quejó Stefi.
-Yo tengo fe-, canturreé y a Poli le dio risa. -Eso es tener buen ánimo-, celebró con la limonada que bebía.

Los últimos exámenes, Derecho internacional público y Cognición, creo lo hicimos súper bien.
El tutor avisó a todos que los resultados serían publicados en el pizarrín y luego subidos a la web, al día siguiente a mediodía.
Jamás hubo tanto tumulto. Nadie quería esperar a que colgaran los resultados en la web. Todos se apretujaban en torno a la vitrina, se empujaban y metían codazos. Cuando llegamos Stefi y yo , no había espacio ni para un alfiler.
-Tenemos que estar bien, Tati-, juntaba sus manitas y hacía fuerza, Stéfani. Yo buscaba un huequito donde colarme, pero era imposible. Los chicos grandotes nos tapaban con sus cuerpazos. -¡Los hombres deberían estar atrás y las mujeres delante!-, protesté. Todas las chicas me apoyaron pero los muchachos ni se movieron esperando al tutor para que colgase los resultados en el pizarrín.
-¡Idiotas!-, renegué.
Al fin llegó el tutor, sonriente, balanceándose como un barco a la deriva. -¡Estudiantes de cuarto ciclo, los resultados!-, dijo mostrando los papeles.

-Los que están desaprobados, van a recuperación. Deben aprobar antes del próximo semestre o lo llevarán a cargo-, agregó.
-Las notas han sido calificadas de cero a veinte. Se entiende que de cero a diez es estar desaprobado, de once a quince bien, y de dieciséis a veinte, excelente-, explicó.
Eso no me gustó. Arrugué la naricita y crucé los brazos. Esperé a que los chicos terminen de trompearse para ver sus notas y recién nos dejen a las chicas ver nuestras notas. Así fue, a los seis minutos los muchachos se fueron unos contentos otros tristes y al fin, con menos tumulto, nos abalanzamos todas al pizarrín para ver los resultados.
Temblaba. Tenía la garganta anudada y mi corazón pataleaba en el pecho. Cerré los ojos y apretando los puños, me dije, -vamos Tati, con fe-

Busqué la erre y de allí Rivasplata y vi mis notas: 18, 19, 17, 19,18 y 16. Promedio: excelente.
No lo podía creer. Me puse a brincar como loca. -¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!-, decía alborozada. Busqué a Stefi. La muy zonza seguía con los ojos cerrados, temblando de miedo, imaginando que los chicos seguían dándose de empellones delante de la vitrina.
-¡Mira tus notas!-, la zarandeé molesta.
Parpadeó varias veces, buscó su apellido y.... ¡¡¡¡excelente!!!
Stefi ahora era la que brincaba como conejo, dando hurras y hasta lloraba de emoción. Tomadas de las manos corrimos donde Patty para que, de inmediato, mande el e-mail con nuestras notas al staff de abogados.
Apenas nos vio, Patty estiró su risita. -¡Ya mandé las notas a Palacios-Quispe!-, nos sacó la lengua.
Una semana después, llegó un señor muy elegante a la casa. Mi papá se alistaba de prisa para ir al diario. Yo no había terminado, siquiera, de pintarme.
-¡Tati! ¡Te buscan!-, anunció mi padre.
Ay, qué pesado, rengué. Terminé de retocar mis cejas y mis labios, me peiné y bajé.
-¿Sí, señor?-, le di la mano.
-Señorita Tatiana Rivasplata, ha sido usted admitida en el estudio Palacios- Quispe para que haga sus prácticas los días martes y jueves. Este contrato asegura, además, la posibilidad de ser incorporada del staff si es que muestra superación, esmero y aptitud en sus labores que se le encarguen-, me dijo solemne.
Miré a mi padre y lo vi llorar de emoción.
-¿Y Stéfani?-, pregunté.
-¿La señorita Stéfani López? Acaba de firmar. También ha sido incorporada al staff-, me anunció.
Recién, después de firmar todos los documentos, corrí y me abracé a mi padre, llorando de felicidad.