Capítulo 35
479palabras
2023-04-28 18:43
Las chicas perdieron con Cuba y solo nos quedaba jugar la medalla de bronce contra República Dominicana. Ya estaba mejor del tobillo. Paula me dijo que iría desde el comienzo.
Cuando nos íbamos al bus, me llamó Jones.
De un par de brincos ya estaba cerca a él. Lo iba a besar en la boca, pero él puso la mano en mi pecho. Quedé sorprendida, boquiabierta y sin querer mi corazón empezó a patalear efusivo y eufórico dentro de mi pecho. Estaba segura de que había algo malo en todo.
-Tatiana, todo ha sido muy lindo, pero he decidido volver con Heather-, me disparó a quemarropa.
Quedé petrificada, estupefacta y con la boca abierta. Jones no se disculpó ni nada, se dio vuelta y me dejó en una pieza, sin reacción, completamente entumecida. Vanessa se dio cuenta.
-Olvídalo-, me pidió jalándome el brazo.
Mi corazón empezó a rebotar colérico en el pecho y empecé a represar las lágrimas. Me envolví en mi casaca y no quise que mis amigas me vieran. Paula se molestó. -No te pongas como una niña, Tati-, dijo.
Tenía razón. Me estaba portando en forma infantil.
Pero fue tanta mi furia que tenía cumulada dentro de mi pecho, que el primer batazo mandé la pelota a las nubes y corrí con los dientes apretados, igual a un rinoceronte desbocado, ganando las bases.
Igual fue el siguiente batazo. ¡¡¡Booommmm!!! sonó como un cañonazo y la pelota se perdió lejos, muy lejos, más allá de los carteles de anuncio.
Pero mis batazos no alcanzaron. Las dominicanas nos ganaron 4-3.
Igual nos dieron una medalla de bronce, pero no era la que queríamos, ansiábamos ser las terceras de los Panamericanos.
Vanessa me abrazó y me besó la frente. -Bien, Tati, muy bien-, me dijo contenta.
Yo tenía aún las lágrimas represadas en los ojos, mordía mis labios y cuando recogía mi gorra, mi guante y mi bate, me llamó alguien.
-Señorita Rivasplata-
Me volví. Era un tipo alto, de lentes y muchas canas en sus pelos.
-Excelentes batazos. Soy scouting en California. Me interesa mucho proponerla para un equipo de Los Ángeles-, me dijo. Me dio una tarjeta. Yo no le dije nada, quedé muda mirándola presa del asombro.
-Usted es muy joven, me dijo mirando su celular, tiene 19 años, estudia derecho, imagino que primero deberá hablar con sus padres. La señorita Katty me dijo que su papá es su representante. Bien, bien, ya tengo el permiso de la Federación de hablar con ellos-
Yo seguía absorta, con mi mente repleta de una neblina tupida que me enceguecía y me tenía tonta.
Me dio la mano y se marchó de prisa alcanzando a una jugadora dominicana. Se fueron conversando hacia la entrada a los vestidores.
Miré la tarjeta. -Stacy softball club-
La comandante de mis pesadillas se llama Stacy.
Lo único que hice fue ponerme a temblar.