Capítulo 23
1553palabras
2023-04-16 18:22
CARRERA DE CABALLOS
-¡... y ya! se da la partida de la segunda del programa, muere de la dupleta...-
Miré a Casimiro Villafuerte. Él cerró instintivamente los ojos y empezó a rezar. En su cabeza todo eran truenos. Estallaban y retumbaban en cada frase de su oración, cuando recordaba que la liquidación entera la tenía apostada a los caballos. Allí también estaba el arriendo de la casa y la última letra de la TV HD que con tanto sacrificio separó unos meses antes que le viniera la mala racha. Permanecía inmóvil, en medio de la tribuna de preferencia del Hipódromo. Siquiera oía los gritos de la otra gente, alentando a sus preferidos. Casimiro parecía una tabla rígida que balbuceaba el credo, oyendo al locutor oficial diciendo, de paporreta, un montón de cosas. Sus aullidos le perforaban los sesos igual a un taladro y le explotaban en el cráneo como luces de bengala, iluminando la oscuridad de sus súplicas.
- ... "Palanca" entra por fuera-
Casimiro le había apostado todo a "Palanca" porque estaba seguro que no perdería. Pensaba que el destino no podía serle tan cruel. Le robaron su auto con el que hacía taxi por las noches y su hijo Fernando, el menor, lo metieron preso por atacar a un policía que estaba de civil, junto a sus compinches del billar . De remate su patrón lo echó de la tienda donde trabajaba como vendedor. Don Eustaquio le ordenó limpiar el baño después que lo usara por la diarrea que le agarró por un atracón de frejoles y Casimiro se negó.
- ¡No soy su esclavo!-, le dijo. Su jefe se puso rojo como un cangrejo hervido, discutieron y todo terminó para Villafuerte. Lo despidieron. Eso fue hace quince días.
- .... "Palanca" entró al pelotón de avanzada. Está a medio cuerpo de "Gokú"...-
Su señora no sabía nada. Casimiro seguía saliendo temprano de casa, pero ya no marchaba al trabajo. Se iba a llorar de pena en una banca del Jirón de la Unión y permanecía horas de horas, recostado al frío mármol, maldiciendo su suerte, pensando en revanchas, implorando por su orgullo Fernando y odiándose a sí mismo. Creía en mala hora, que debió limpiar el guate y se sentía culpable, miserable, un estúpido. Lo peor era que no sabía cómo decírselo a su mujer. Eso lo hacía más desdichado.
- ... "Palanca" adelante. Le sacó un cuerpo a "Gokú". Atrás viene, por los palos, "Huracán" ...-
Casimiro volvió a irse como siempre de casa. Se despidió de Gloria con un beso, le dijo que no se olvidara de decirle lo de los sueños a Tatiana y dejó la casita cerca a Menacho, donde vivían desde hacía unos años, cuando acertó la cuádruple y pudo pagar la primera letra y el depósito que le pedían los propietarios. Eso lo recordó perfectamente apenas cerró la puerta y golpeó su desencanto con el frío de la mañana. Sucedió después de una borrachera en la casa de su cuñado César. Se quedó dormido en el sofá y allí, en sueños, vio los cuatro números: 4-3-8-9. Despertó como impulsado por un resorte y lo jaló a César que también roncaba, tumbado a la mesa del comedor. -Cuñado, al fin saldré de misio- aulló. Fue apurado al concesionario y aún ebrio compró el boleto. Por la tarde, era millonario.
- ... "Palanca" a dos cuerpos, adelante-
Con ese recuerdo fue al Jirón de la Unión, se recostó a una banca y lo atrapó Morfeo, arrullado por el monótono de la mañana, el canto de ambulantes y el trajín de aquel martes. Entonces vio los números dibujados bien grandotes, palpitando al mismo compás de su emoción, 4 y 8. Despertó feliz, sacudió sus brazos y se persignó. - ¡Mi venganza!- gritó fuerte. Corrió de inmediato a la tienda de don Eustaquio y le exigió le pagara su indemnización. Lo amenazó con traerle un policía y hasta pegarle. Le dio 9 mil soles. Con el billetito tomó un taxi, fue al Hipódromo y lo apostó completo a los dos dígitos. Compró todos los boletos a esos caballos y jugó hasta el último centavo que tenía.
- ... "Palanca" adelante a tres cuerpos-
En la primera de la dupleta, el 4 era el favorito "Centella". Ganó de punta a punta, con varios cuerpos de ventaja. Casimiro brincó de gusto apenas el caballo cruzó la sentencia y se puso a bailar en medio de la tribuna. -¡Adiós mala suerte!-, cantaba en su algarabía.
Faltaba la segunda carrera, el muere.
En la pantalla cotejó sus posibilidades. Si ganaba el 8, "Palanca" y con los 9 mil soles que había apostado, le corresponderían más de 40 mil soles. Su corazón empezó a latir acelerado y rebotaba en el pecho frenético y ansioso. Sudaba y sus ojos se nublaron de lágrimas. En un milésimo de segundo pensó en muchas cosas. Contratar un abogado para sacar a Fernando de la cárcel, comprarse otro auto y hasta arruinarle el negocio a Eustaquio.
-... entramos a la recta final, "Palanca" adelante-
Vio los aprontes de "Palanca" y por un momento aceptó que podía perder. Hacía tiempo que el caballo no ganaba una carrera, sin embargo, Casimiro le daba más importancia a sus sueños. Recordaba la ocasión anterior de la cuádruple y le tenia fe al santo patrón de Cocachacra, donde pasó su infancia. Por eso, luego que se dio la largada, comenzó a rezar con la harta pasión que acumulaba su ira y decepción y la suma de pesares. Sus sienes le estallaban. Sabía que si "Palanca" perdía, se iban al agua los 9 mil soles y quedaba, ahora sí, en la miseria.
-... "Palanca", cuatro cuerpos adelante-
Cuando vio al caballo dispararse del pelotón de avanzada, ya no cabía de contento. Se puso de pie, con los ojos desorbitados, la piel hecha carne de gallina y el corazón atragantado en la boca. Gritaba frenético, -¡Sigue, "Palanca", no te detengas-
El animal, en tanto, era una bala, superando a sus rivales.
- ... "Palanca" a cinco cuerpos-
Empezó a sacar cuentas apurado. Llamaría a César para que lo acompañara a casa y darle la noticia a Gloria. Gastaría un dinero para comprar ropa nueva y pagar la TV. Otra tajada sería para terminar de cancelar la casa. - El abogado... el abogado. Mañana mismo llamo uno, uno que sea bueno, no importa lo que me cobre, pero traeré al mejor. Sí, al mejor-, decía ronco, entre tropezones, pasando apurado la saliva, mientras veía a "Palanca" acercándose raudo a la meta, hecho un destello igual a los pensamientos que recorrían la mente de Casimiro.
- Parece que usted gana, amigo- le dije, mirándole, de reojo, el boleto que sacudía en las manos.
Casimiro Villafuerte se volvió contento y sonrió largo, con los ojos llorosos, el rostro duchado por el sudor y las ilusiones pintando de felicidad su cara. - Sí, señorita, saldré de pobre-
- No puede perder su caballo. Vaya cobrando-, le dije riéndome.
- Sí, dijo Casimiro emocionado, la única manera que "Palanca" pierda es que caiga muerto...-
Y en ese preciso momento, cuando sólo faltaban cincuenta metros para llegar a la meta, "Palanca" cayó al suelo, fulminado por un paro cardíaco. Viéndolo tendido en el suelo, Villafuerte no hizo más que ponerse a llorar...
*****
Esta vez sudaba mucho, tenía toda la cara duchada y muchas náuseas. Todo me daba vueltas y corrí al baño a vomitar. Pero solo tuve feas arcadas revolviendo mi estómago. Me lavé la cara y me volví a tumbar a la cama. Eran recién las 5 de la mañana. Todo estaba oscuro y sentí mucho miedo, tanto que me puse a temblar. Me acurruqué debajo de mi frazada y pensé en Casimiro Villafuerte. Recé para que su caballo haya ganado.
*****
Aunque había desayunado en casa, Stefi me convenció para comernos un sanguche en la cafetería de la universidad. Los papás de ella salieron temprano para una diligencia por lo que no había comido nada. Pidió dos panes con chorizo, café y un jugo.
-Vas a perder la línea-, le bromeé.
-Mira quién habla, me enrostró, ya desayunaste y vas a volver a comer-
Yo había pedido bistec con papa fritas, dos panes y un surtido.
-Soy una niña en crecimiento-, me reí.
Pamela, la señorita que nos atendía en la cafetería, prendió el televisor. -¿Escucharon la tragedia del hipódromo?-, nos dijo a las dos. Mi corazón volvió a bombear de prisa.
-No, dijo Stéfani, ¿qué pasó?-
Pamela subió el volumen del televisor.
-... el caballo se desplomó a poco de llegar a la meta, cuando estaba en primer lugar. En medio del caos que se desató en el hipódromo, un sujeto que no ha sido identificado, se arrojó de la tribuna, cayendo de cabeza en el pavimento, muriendo al instante-, dijo el locutor.
-Ay, pobrecito-, se conmovió Stéfani.
-... de acuerdo a la policía, el hombre tenía apostado cerca de 10 mil soles al caballo que sufrió el lamentable percance a punto de cruzar la meta-, siguió contando el relator.
-¿Qué te pasa Tati?-, se asustó Pamela viéndome pálida, boquiabierta, impávida ante la noticia.
-Pon música-, le supliqué a Pamela. Ella de inmediato sintonizó un canal de cable con los hits del momento.
-¿Conocías al señor?-, se asustó Stéfani.
-No, no lo conocí-, mordí mi lengua estremecida.