Capítulo 51
2187palabras
2023-05-07 14:15
Atendía a los clientes en la distribuidora de productos, mi cuerpo parecía una marioneta manejada por mis instintos ya que mi mente estaba lejos hacia un firmamento desconocido, pensando en él… Analizando si los sentimientos de Darwin hacia mi eran verdaderos.
-‘‘Dijo que sintió algo por mi desde el inicio, que esperaría por mi hasta que tuviese la intención de quererlo’’.
No podía creerlo, pensaba que solo le gustaba por ser una chica guapa, pero lo veía últimamente muy obsesionado conmigo, por lo que me dijo, sus sentimientos podrían llegar a ser más profundos, y lo que me daba miedo era llegar a quemarme si jugaba con ese fuego masculino.

-Escuché que depositaron la tarjeta alimentaria y el bono de transporte- dijo una de nuestras compañeras de trabajo, estábamos detrás del mostrador acomodando la mercancía.
-¿En serio? -Le pregunté-. Yo pensaba que nos pagarían un sueldo base nada más.
-¿Acaso no leíste el contrato? Los beneficios son buenos –me dijo la muchacha.
Mi mente retrocedió al día en que firmé el contrato, estaba nerviosa al saber que Darwin sería mi jefe. Realmente coloqué mi firma sin leer, y la copia creo que fue a parar a la basura cuando limpiaba mi cuarto.
-¿Beneficios? ¿Y cuánto será? –Interrogué con curiosidad.
-Al parecer es el doble del sueldo, que emoción, ya podré comprar el vestido y los tacones para la graduación de mi hermana –Expresó la chica con cara de alegría.

-Oh, claro para que trabajamos pues, hay que disfrutar del dinero –dijo otra empleada.
-¿Y a qué hora sabremos cuánto es? –Insistí.
-Dijeron que hoy probablemente mañana tendremos el dinero en la cuenta.
Ante la respuesta quedé intrigada. Al parecer completaré el dinero para la prueba de ADN pronto.

Sonó la alarma para ir a la escuela y lo primero que hice fue tomar el teléfono y abrir la página de mi banco. Anoche me quedé dormida, estaba esperando con impaciencia a que llegara el dinero a la cuenta.
Y ahí estaba…
-¡Sí! ¡Excelente! –Grité de la emoción- Con esto ya completé el dinero que necesito.
No fue fácil, lo que me había dado mi tío Bryan lo había reunido junto con el pago de los dos meses trabajando en la peluquería.
-Lo siento por Darwin, ya no trabajaré más en su distribuidora de belleza –dije con alegría.
Al salir del baño tiré el uniforme a un lado, escogí una ropa de vestir y la muestras que le había sacado a la hija de Darwin.
-Por fin –dije con impaciencia, sabré de una vez si Ashley es mi hija.
Salí del apartamento directo hacia el laboratorio, esperé unos minutos para que me atendieran y le di la explicación de lo que necesitaba.
-Ok, tendrá el resultado de la prueba dentro de quince días a un mes.
-¿Un mes? Es mucho tiempo, pensé que me darían el resultado hoy mismo –dije con preocupación.
-¿Hoy? –El secretario se rió- No, esas pruebas no las hacemos aquí, esta es solo una sucursal del gran laboratorio ubicado en la capital del país. Las mandamos para allá. Y estará en proceso de cola. Te estaremos llamando.
Con enojo tenía ganas de llevarme mi prueba al propio laboratorio grande para que me la dieran rápido, pero ni para un taxi me había quedado, por esa razón solo cancelé y me retiré aceptando sus condiciones.
Solo tenía que esperar a que llegara la respuesta a esa inquietud que flotaba en mi cabeza desde que vi la foto del hombre en el hotel.
-¿La hija de Darwin es la que yo parí?- Me llenaba de intriga por saberlo. Mientras debía de ir buscando las estrategias que pondría en marcha al tener el resultado.- ¿Y si me sale negativa? ¿Qué haría si Ashley no es mi hija? -Debía estar preparada para eso, para no caer en la locura si el papel que me dieran no dijera la información esperada.
Las lágrimas corrían por mi rostro, llegué a casa y me encerré en el cuarto. A llorar, me dio nostalgia que quizá no sea verdad que había un cincuenta por ciento de probabilidad que mi hija siga perdida para siempre.
-¿Por qué me deprimo? Si aún puede ser verdad, probablemente esa niña sea mía. Es la misma foto que yo tenía, Ashley tiene el mismo rostro que esa imagen, debo tener fe, debo tener optimismo de que esa es.
Luego me quedé analizando, que si la pequeña era mi hija como iba a proceder… ¿Secuestrarla y llevármela lejos? ¿Decirle a Darwin la verdad y que me la entregue? ¿Rogarle que se compadezca de mí? ¿Enfrentar a mis tíos y decirle que me ayuden a pagar un abogado y proceder legalmente? ¿O casarme con Darwin para ser los tres una familia feliz?
-¡Jajajaja! –Reí a carcajadas en mi habitación- Eso jamás, la niña es mía, solo mía. Probablemente me acosté con Darwin en una oportunidad estando muy borracha y me embarazó y aunque él tenga algún sentimiento por mí, eso no significa que lleguemos a tener un amor verdadero.
A pesar de todo me agradaba su compañía, y podría salir con él estas semanas antes de traicionarlo cuando le arrebate lo que más ama en el mundo. No era mala, pero si esa prueba me salía positiva sería mi deber.
****
-Nathalia, fórmate con tus compañeros, en la raya amarilla, vamos a posicionarnos para la carrera de relevo –me dijo el profesor Suárez cuando llegué a la práctica de atletismo.
Seguí sus indicaciones y ubiqué en ese puesto.
El agua fría corría por mi garganta refrescando mi organismo y secando el sudor que tenía por dentro. Cuando se acercó mi amigo Raúl.
-¡Ajá! Pensé que no ibas a venir, veo que decidiste integrarte –dijo con una sonrisa.
-Sí, hacer deporte me mantiene activa y llena de seguridad y confianza, lo he comprobado.
Le dije a Raúl, pero en realidad sentí la motivación por alguien más, que no fueron ni mis tíos. Darwin tenía razón al decir que si nos gusta algo debemos luchar por alcanzarlo, me acordé de la explicación de su adolescencia cuando quiso ser futbolista, logró ser un buen jugador con constancia y disciplina. Yo jamás había sido buena para nada, yo no busqué el atletismo, ese deporte llegó a mí por una casualidad, y quizá soy más lenta que los que ganaron, pero soy más rápida que los que perdieron, en vez de desmotivarme, debía sentirme orgullosa de ello.
Y el pensar en Darwin me vino la inquietud.
-‘‘Si ya no necesito seguir trabajando… ¿Cuándo veré a Darwin? –Me dije y saqué mi celular para escribirle un mensaje. Evitaba conversar con él en clases para que mis compañeros no sospecharan de nuestra amistad. Mis intenciones no eran conquistarlo sino que me diera más información sobre su núcleo familiar. Y si es mi hija ¿cómo haré para que se apegue a mí si no me tiene confianza?
Y para mi suerte el auto de Darwin respondió a mi llamado y al subirme la bebé estaba sentada en el porta bebé, en la parte trasera.
-¿Cómo estas Darwin? –Miré el rostro de Darwin y luego volteé y estiré mi brazo para acariciar a la pequeña- y ¿Ashley cómo te va?
-¿Que tal Nathalia? Si hubiese recibido tu mensaje antes habría ido a buscar a la niña en la noche.
-No hay problema, puede pasear con nosotros. –Sonreí y volteé a mirarla, incliné mi cuerpo hacia atrás, desabroché el cinturón del portabebés y jalé a la niña hacia mí para sentármela en las piernas -.Toma princesa, te traje esto –Le di una pequeña pelotica rosa escarchada con luces. Ella sonrío por el color alegre del juguete.
-Dile gracias tía –dijo Darwin mientras conducía y presenció mi presente.
-Tía –Repetí mientras sonreía- ‘‘Dime tía que luego me dirás mamá’’ –dije seria en mis pensamientos.
-¿A dónde quieres que vallamos? ¿Tienes hambre?
-No mucha, podemos ir a un sitio no muy formal, mira, llevo ropa deportiva.
-Está bien, vamos a un sitio de comida rápida ¿te parece?
-Claro, perfecto.
Llegamos a la ‘‘calle el hambre’’ así la llamaban por la cantidad de puestos de comidas que decoraba la avenida.
-Hamburguesa para mí por favor -Pedí mi orden cuando el hizo preferencia a los perros calientes.
-Sentados frente a una mesa degustábamos la cena.
-No fuiste a trabajar hoy ¿y eso por qué?- Darwin me hizo la pregunta.
-No trabajaré más en la distribuidora –le dije mirando su cara de asombro-. No es por ti. Necesitaba dinero, pero nos tíos me insistieron en que me enfocara en los estudios; ellos me seguirán costeando mis necesidades.
-¿Y que trabajan ellos?
-Mi tía Carlotas es vendedora de ropa interior y deportiva, ella es revendedora y mi tío Bryan trabaja en una compañía como ingeniero, pero por la edad está por jubilarse.
-Está bien, se preocupan por ti. Quieren que te prepares –Dijo él.
-Sí, ellos están impacientes por inscribirme en la universidad.
-¿Tienes dieciséis años cierto? –Me preguntó él, había adivinado mi edad. Me sorprendí; yo no se la había mencionado.
-¿Cómo lo sabes? –Le respondí con otra pregunta.
-Está en la planilla de evaluación junto con los datos personales de todos los alumnos.
-Ah entiendo.
-¿Por tu edad no deberías estar en último año? Me extraña que estés en tercero.
-Ah sí –le dije con pena y tampoco le rebelaría la verdad de su interrogante-. Es que tuve una enfermedad que me hizo perder más de un año y ahora es que me estoy reincorporando.
-¿Y qué enfermedad fue esa? ¿Quedaste totalmente curada?
-Ah sí, solo era una pierna que me rompí cuando practicaba gimnasia –Tuve que mentirle, se veía que ese hombre quería saber todo sobre mí y sería vergonzoso que le rebelara que estuve internada en un centro de rehabilitación.
-¿Estabas en gimnasia? ¿En una academia o algo así?
‘‘Dios mío, ahora yo tenía que inventar un cuento, no debió de haberse ido por ese lado’’-Pensé antes de responderle.
-Sí, mis tíos que siempre les ha gustado que yo esté en algún deporte. Por eso se emocionaron que yo estuviese en el equipo de atletismo.
-Ah sí, a mí también me alegra que hayas ido hoy a la práctica; y ¿cómo te fue?
-Bien, me gustó hacer estiramiento y correr en relevo, es bueno porque uno avanza sin cansarse en largas distancias.
-Así es, de igual modo es una competencia de equipo, si uno falla, todos fallan.
-Claro, pero ellos son los que competirán yo solo iré a la competencia a ver ¡jejeje! –dije y solté las carcajadas.
-¡Jejejeje! –Darwin rió antes de hablarme- Me encanta cuando ríes, te ves tan simpática.
-Gracias –dije esperando que la oscuridad de la noche impidiera que el viera mis mejillas sonrojarse.
Nos levantamos y empezamos a caminar agarrados de la mano.
-No sé si te gusta que de vez en cuando te suelte un ‘‘piropo’’ no quiero que me veas como un hombre acosador.
-Para nada, la vez pasada no sentí una molestia, solo estaba sorprendida y nerviosa al mismo tiempo. De verdad tú también me gustas e igual que tú quiero que nos conozcamos.
-¿En serio? Yo sabía que te gustaba pero no querías admitirlo -Me tocó el cabello mientras sonrió.
Le devolví la sonrisa mirándolo a los ojos e instintivamente nuestras bocas se tocaron. Él acercó sus labios para besarme, y luego del segundo beso retrocedí un paso.
-La niña, aún está despierta –Le señalé como excusa para que no me siguiera besando.
-Está muy pequeña, a ella no le molestará –dijo acercando su rostro hacia mí.
-Gracias por las hamburguesas, me di cuenta que es un buen lugar para comer –dije para evadir la atracción entre ambos.
Nos subimos al auto y aunque los vidrios estaban arriba y el aire acondicionado refrescaba el ambiente yo sentía calor, era un calor diferente me llené de nervios, y el recuerdo de minutos atrás cuando nos besamos no quería esparcirse de mi memoria. Deseaba más, me había quedado con las ganas a pesar de que fui yo quien lo rechacé.
No sabía cuántos hombres había besado, lo que si estaba segura era que ese último me había hecho emocionar más de lo normal.
Frenó su auto frente a mi edificio, yo poseía a Ashley en mis brazos. Darwin inclinó su cuerpo hacia mí para sostener a la niña, en eso nuestros brazos rosaron y nuestros rostros se vieron muy cerca. Los besos apasionados no se hicieron esperar, no me pude contener, en realidad me gustaba, lo quería, deseaba más de él. Pero la situación no era la correcta, así que solo fueron besos de despedida.
Por el bien de la niña me imagino que no pasamos a más…
-¿Quien se lleva a su hija a una cita romántica? Debiera de dejarla con alguien la próxima vez que salgamos- Luego me paralicé después de escuchar mis pensamientos… Pero es por la niña que estoy con él. Ashley es quien me tiene que interesar, no Darwin.
No sabía que era lo que estaba pasando entre él y yo, pero sea lo que sea eso se acabaría al tener la prueba de ADN positiva en mis manos.