Capítulo 47
2067palabras
2023-05-03 10:15
-¡Hasta los fines de semana debo trabajar! Qué horror, ser adulta es muy estresante y yo desesperada por crecer -dije mientras lavaba mi cabello el sábado por la mañana. La espuma se producía al restregar el champú en el cuero cabelludo ayudado por mis dedos hasta llegar la punta del pelo cuando seguía quejándome- Falta poco para completar la totalidad del dinero, un mes, solo un mes este fastidio.
Sequé mis pies con una toalla antes de colocarme las medias, cuando divisé un raspón en mi rodilla izquierda, me acordé de la carrera; fue en aquel momento cuando tropecé, culpa de mis agujetas, pase pena llegando en último lugar.
-Buenos días Nathalia ¿saldrás hoy? -me preguntó mi tía. Ella estaba sentada frente a su escritorio con su atención en la computadora antes de voltear a verme salir del cuarto, vestía con ropa casual.
-Sí trabajaré en la peluquería -dije mirando su cara de seriedad.
-Si quieres te llevamos, vamos camino a hacer mercado -intervino mi tío Bryan colocándose los zapatos.
-¿Cómo están tus calificaciones? Si tienes exámenes la próxima semana deberías quedarte a estudiar.
Fruncí mi seño al escuchar a Carlotas y dije con indignación. -Tengo que trabajar, estudiaré al regresar.
-llegas de noche y caes rendida Nathalia, ese nuevo trabajo queda muy lejos y te quita mucho tiempo.
-Lo sé, de igual modo debo conseguir dinero- Por tercera vez en esa conversación insistía en que el empleo era importante para mí, me enojo que ella lo viera innecesario.
-Tu tío te dijo que te daría dinero cuando empezaras a competir con otras escuelas. ¿Cuándo será la primera carrera Estatal de atletismo?
-No lo sé, ya no estoy en el equipo -dije de manera melancólica.
-¿Cómo? ¿No clasificaste para competir? –interrogó histérica mi tía.
-¿Por qué eso Nathalia? Preguntó con Furia mi tío Bryan.
-Estaba a punto de ganar –me excusé- pero en medio de la pista me tropecé a causa de mí...
-¿Cómo iba a quedar seleccionada? -Intervino mi tía Carlota-. No entrenaba. Te dijimos que fueras al gimnasio, qué te pusiera en forma y en vez de salir por las tardes a trotar aunque sea se la pasaba vendiendo productos de belleza a otros, mientras aquellos son los que se llenan los bolsillos con las ganancias.
-¡Soy asistente de tienda y me pagan buen sueldo por ayudarlos! –Alcé la voz. Me dio mucho enojo y tristeza al mismo tiempo.
Sabía el porqué de la molestia hacia mi cargo. Carlotas era vendedora independiente de ropa interior y deportiva hasta tenía una página web donde conseguía clientes diarios. Ella esperaba que yo siguiera sus pasos cómo comerciante, pero para mí era una humillación ofrecer esas cosas nada igual a vender producto de belleza dentro de la distribuidora.
-Me decepcionas Nathalia, no aprovechas la oportunidad que te da la vida para ser alguien profesional- dijo mi tío Bryan. Se levantó el sofá y se dirigió a mí.
-No fue mi culpa yo no soy profesional en eso –me defendí.
-¡Tenías toda la responsabilidad! –Exclamó con enojo Carlotas- No pusiste de tu parte para ser la mejor, crees que las cosas se consiguen así de fáciles. Hay que esforzarse.
-Olvida el dinero que te ofrecí Nathalia, no te lo mereces, es mejor que sigas trabajando. Ven para darte la cola.
No lloraría frente a ellos, no me dejaría humillar. Seguí mi tío fuera del apartamento cuando me tía cerraba la puerta de entrada. Ella siguió insistiendo.
-Si sigues ocupada la mayor parte de tu tiempo en conseguir dinero empezarás a bajar más las calificaciones.
-También opino lo mismo, debes dejar la ambición y dedicarte a estudiar.
-¿Ambición? –Pregunté. De manera que mis tíos pensaban que yo quería dinero para mis caprichos personales, y eso que le hice saber que era para una prueba de ADN no me habían prestado atención. Lo único que les interesaba era que yo saliera en televisión como competidora Estatal o que me graduara mejor promedio de la escuela. -Nadie me entiende, ellos no me comprenden -dije para mis adentros mientras los visualizaba desde el estacionamiento, se montaron en el auto y me miraron esperando que regresara al apartamento. Imaginaron que desistiría de la idea de continuar con mi empleo. Y en vez de eso camine hacia el exterior ellos arrancaron y me siguieron hasta la avenida.
-¿Decides seguir trabajando? Pues móntate, llegarás en una hora si te vas a pie -dijo mi tía desde el asiento del copiloto.
Yo a la orilla de la cera crucé de brazos, los miré seriamente.
Sí -afirme- Continuaré trabajando. ¡Hasta cuándo me van a seguir manipulando! ¡No soy una niña!- ¡Hago con mi vida lo que me da la gana!
Caminé hacia la orilla de la acera y le metí la mano al primer taxi que se atravesó, sabía que si mi mejilla estuviera cerca de su mano mi tía Carlota me hubiera abofeteado por lo que acaba de decir. Siempre me recalcaba que al estar bajo su techo tenía que obedecerles, pero ya yo era una adolescente madura, tenía una hija a la cual tenía que localizar, cumplir los dieciocho para convertirme oficialmente en una adulta.
Me subí al taxi y me coloqué la mano en la frente para estirar mis arrugas causadas por la ira que estaba sintiendo. La carrera de taxi me valdría la mitad del sueldo que ganaría ese día, preferí usar otro medio de transporte que la cola de mi tío. Ya no podía seguir escuchando sus discusiones. Estar en su auto provocaría que las decisiones se salieran de control y lo que menos quería era llegar entre las lágrimas al salón de belleza.
Entré al centro comercial donde se ubicaba el establecimiento donde trabajaba. Había poca clientela ese día, de igual modo contaba las horas debido a mi impaciencia para salir.
Las siete y media marcaba la hora en mi reloj analógico de pulsera cuando le dice señas a la encargada para retirarme.
-¿Tú para dónde vas? El horario de salida es a las ocho.
-Con permiso -le dije a una muchacha que se me atravesó, tomé mi bolso de mano y pasé por su costado sin hacerle caso.
-Ella vive lejos -intervino la encargada.
-Yo tampoco vivo cerca, debería Igualmente irme temprano -dijo una voz femenina envidiosa que escuché mientras salía.
-‘‘Esa es la influencia de ser amiga del jefe’’ -Me vino el recuerdo de esa frase de la voz de Darwin… Y cómo si lo hubiese llamado por el pensamiento. Al salir del centro comercial vi su carro estacionarse al frente.
-‘‘No lo vi entrar al salón de belleza, quizá esté Haciendo diligencias cerca’’- pensé yo antes de escuchar la voz varonil que me llamaba.
-Nathalia -volteé y mis ojos quedaron fijos, no en él sino en el rostro angelical que me miro como si no me conociera. La niña estaba sentada en las piernas de su padre cuando lo que él estaba al frente del volante.
-Hola Darwin, digo señor Darwin.
-Tutéame, no importa ¿cómo estás? -me dijo como una sonrisa.
-Un poco cansada por el trabajo, pero ya llegué a mi casa.
-Sube, te llevaré.
Como una recurrencia volvió a invitarme a subir a su auto y no dudé en aceptar la cola. Abrí la manilla y me senté al lado del chofer.
-¿Cómo estás pequeña Ashley? Estiré los brazos acercándome a la niña y Darwin la tomó y me la entregó.
La senté sobre mis piernas. El olor a Perfume de violeta de su cuerpo entró por mis fosas nasales enterneciendo mi corazón, aún era una incógnita que la pequeña poseyera mi sangre. De igual modo la quería. Adoraba a esa niña, abracé su cuerpo y su cabello con mis manos.
-¿Estás muy ocupada? ¿Quieres acompañarnos?
Tardé varios segundos en darme cuenta lo que me estaba preguntando, al salir de mi distracción analicé.
-‘‘¿Llegar a mi casa? Probablemente al verme mis tíos querrán seguir la misma conversación de la mañana’’. -Te acompaño ¿A dónde vas?- Le pregunté mirando su simpático rostro.
-Voy a sacarla a pasear.
-¿La llevarás a comer?
-Por su edad come poco, iremos al parque, quizás le compre algún dulce.
Ante su respuesta me dirigí a la pequeña.
-Vas a divertirte princesa -le dije a Ashley y ella sonrió.
Como él lo mencionó, frenó las ruedas frente a un parque infantil, nos acercamos a una atracción de un material suave y esponjoso para que cualquier pequeño brinque y se deslice por el tobogán.
La pequeña Ashley gateaba y se reía entusiasmada por él juego, yo la veía mostrando alegría cuando Darwin se me acercó para conversar.
-¿Cómo vas en todas las materias? ¿Te aplicas como en matemáticas?
-No mucho, mis tíos tienen razón, ocupo mí mayor tiempo en el trabajo en vez de practicar para las evaluaciones, me prometí que estudiaría en la noche, en vez de eso estoy aquí.
-En cambio decidiste pasar un rato conmigo.
-No lo hice por ti pensé que quizá necesitabas ayuda con la pequeña y quiero llegar cuando Carlotas y Bryan estén acostados, no quiero seguir discutiendo lo mismo.
-¿Y por qué fue su discordia? -Preguntó con curiosidad.
-Son muy estrictos conmigo, me tratan como una niña, no quieren que estudie, que trabaje y se molestan porque me descalificaron para la competencia Estatal –dije con lamentos.
-Escuché que estás de reemplazo, eso quiere decir que continúas en el equipo ¿no lo crees?
-No y tampoco he aceptado ese cargo, no iré más a las prácticas –negué con la cabeza.
-Más de uno quisiera estar en tu lugar, no lo rechaces, sigue entrenando se ve que te gusta correr. Jamás pensé que formaría parte de algún equipo deportivo.
Al principio no quería cuando me seleccionaron, luego me entusiasme y ahora siento decepcionada.
-No lo veas como un fracaso, míralo como un comienzo de una larga carrera como atleta –aconsejó.
-Para ti es fácil decirlo, no sabes cómo me siento, eres solo un profesor de matemáticas y un jefe empresario de salones de belleza.
-Te sorprenderás Si supieras que desde pequeño me gustaba mucho el fútbol, era uno de los peores jugadores. Mi mamá me inscribió en una academia deportiva a la edad de catorce años, mi sueño era ganar un campeonato, pero nunca me escogían. En una oportunidad me ofrecí para ayudar con la logística del equipo, no me importa llevar agua fría a mis compañeros con el objetivo de estar en un estadio original y ver competir a los mejores desde el puesto VIP y me preguntaba cómo hacían para ganar, hasta que observando su movimiento detallé estrategias que luego usé en mis próximos juegos de fútbol de campo.
Me sorprendió su explicación, su buena apariencia física demostraba que cuidaba su cuerpo, de igual modo jamás imaginé que el profesor había sido un deportista en su adolescencia.
-¿Seguiste en la academia Aunque no te hayan escogido para competir fuera? –Pregunté con interés.
-Claro, allí no sacan a nadie con tal que le deposite la mensualidad te siguen enseñando. Al año entrante yo era el Arquero de la el equipo de la escuela y ganamos un campeonato.
-¿Y qué pasó después? ¿Te volviste famoso?
-Nunca tuve gran fama –me respondió- quedé reconocido en la ciudad como un buen jugador.
-¡Eso es grandioso! ¿Todavía juegas?
-Te cuento que mi carrera como futbolista profesional se acabó en la universidad, para graduarme de ingeniero matemático tuve que abarcar todo mi tiempo en los estudios. No podía distraerme con nada.
-¿Renunciaste a tu pasión por el estudio? –Pregunté.
-Esporádicamente juego en eventos de integración con amigos eso no me molesta, siento que es una época de la cual estoy agradecido con las experiencias y con mi familia que me apoyó mucho en aquel entonces.
-Mis tíos me apoyaban bastante –intervine-. Hasta estaban entusiasmados con que yo hiciera participaciones fuera de la escuela, pero los decepcioné, ya no quiero continuar en eso.
-Entiendo que te sientas así, pero el apoyo de tus padres debe inclinarse a que no te sientas derrochada.
-Mis tíos, padres no tengo –Corregí sus palabras.
-¿En serio? Me extrañaba que mencionar a siempre a tus tíos y no a tus padres, y que sucedió ¿fallecieron ambos?
-Sí, afirmé, baje la cabeza, casi se me salieron las lágrimas al recordar.
-Lo siento, no debí preguntar.
-No hay problema –Coloqué mi dedo índice en mi lagrimal para limpiarlo- había dejado de hablar de ellos hace mucho tiempo, pero es tiempo de superarlo.