Capítulo 38
1410palabras
2023-04-12 06:30
-¡¿Nathalia?! –Abrió grandemente sus ojos de la impresión al observarme.
-Ah, sí soy yo –le dije seria, me iba a colocar la máscara cuando Darwin me la arrebató de las manos.
-No lo sabía, ¡¿por qué me engañaste diciéndome que eras una tal María?! –Dijo con enojo.
-Por el trato que me tienes. De haberte dicho que era Nathalia no me hubieras contratado.
-Adivinaste, en realidad no, eres un estorbo. ¡¿Por qué estás aquí?!
-¡Trabajando! ¿O qué más? –Expresé con la misma intensidad de sonido que él. Estaba cansada de que me menospreciara.
-¡¿Fuiste la que me llamó?! ¡O te hiciste pasar por la recreadora que contraté! El número telefónico era distinto y la voz también.
-¡Era yo misma! ¡Usé el teléfono de mi tía porque el mío no tenía cobertura!
-Vete Nathalia, aléjate de mí y de mi hija –dijo en tono serio, bajó el volumen de sus palabras.
Él salió del castillo inflable y cargó a la niña. Yo salí rápidamente también y lo seguí.
-¿Y el pago? Si quieres que me vaya, págame las horas que te he trabajado.
-No te pagaré nada. Contraté a María no a ti. ¿Quién era María? ¿Alguna amiga tuya? Si la vez le dices que me llame para disculparse por no haber venido, fue un abuso mandar un reemplazo, yo mismo hubiese contratado a otra.
-¿Acaso no me crees? Nathalia María es mi nombre completo. Vi el aviso que colocaste en la peluquería y necesitaba el trabajo, debo reunir para la universidad y no puedo solo esperar a que mis representantes me mantengan. Y ahora el tiempo que he tenido aquí para ti no ha valido y solo me echas sin pagármelo.
-Te depositaré algo a tu cuenta, en tu pago de la peluquería verás un bono adicional. Por ahora no te necesito. Ya al saber que la minie recreadora es la traicionera Nathalia no quiero ni verte.
-¿Por qué me odias tanto? -No pude evitar llorar. Ese hombre me despreciaba feo, como si hubiese sido su mujer y le hubiera montado los cuernos. Me sentía humillada, si él no quería verme más yo a él tampoco.
Con el dinero que llevaba reunido podía cambiarme de escuela y olvidar a él y todo el problema que lo involucraba. Dudaba que fuera él el padre de mi hija, no me acordaba haberme acostado con él antes de salir embarazada. Posiblemente mi enunciado fuese equivocado…
Pero para salir de dudas debía hacer la prueba de ADN. Y descartar de una vez todo ese enrollo.
Caminé hacia el área principal de la fiesta para tomar un refresco. Iba a irme pero tenía sed y debía pasar el trago amargo de la decepción.
-¡Chica Minie!
Volteé y vi a una muchacha y un muchacho, por su uniforme supuse que eran parte de la organización de la fiesta. Ya no tenía la máscara puesta. Y ellos quizá no sabían que el jefe me había despedido.
-Yo ya no…
-Ven, es la hora de la bailo terapia -Me dijo la muchacha con entusiasmo.
-¿Bailo terapia? Yo ya me iba y además no me gusta eso.
-A ti te toca dirigirla. Eres la recreadora –me dijo el muchacho jalándome del brazo.
Caminé apurada hacia el frente de todos. La música movida estaba alta y todos me miraban fijamente esperando alguna indicación de mi parte. – ¿Qué hago?- Me pregunté- si salgo corriendo quedaré como una tonta, ya todos vieron mi rostro.
-‘‘¿Qué es lo peor que pueda pasar si no me voy? De todas maneras Darwin me odia’’ - El pago de ese empleo no era importante para mí, había llegado ahí para conseguir la muestra de ADN y ya lo había conseguido, podría divertirme un rato para eliminar la depresión que estaba sintiendo.
Me coloqué la máscara, -¿quieren ver a Minie bailar o quieren bailar con Minie? Bueno aquí la tendrán.
Adultos y niños seguían mis pasos al ritmo de la canción, Darwin me miraba de lejos con cara seria, adivinaba que no hallaba como sacarme a patadas del escenario cuando todos disfrutaban de la recreación. Verlo molesto me causaba gracia. Me contrató y yo estaba ahí para entretener a su gente. Los roses que tenía conmigo no debían ser una causa justa como para que él me tratase de esa manera.
Sentí la diversión de todos al culminar la sección de baile, una bandeja con mini pizas pasó por mi lado e instintivamente mi mano la tomó y se la llevó a la boca. Porqué hago esto sin no soy invitada. Era trabajadora de la fiesta pero…
-Si el propio jefe me desprecia me voy de aquí -dije. Caminé a paso lento, me quité la máscara cuando alguien llamó mi atención.
-¡María!
Me detuve a escucharlo, era el muchacho protocolar, me mostró un sobre.
-¿Qué es esto? –Pregunté con extrañeza.
-Es tu pago, el jefe te lo manda.
-Gracias -Tomé el sobre.
-Van a cantar el cumpleaños, ¿no esperarás la torta?-Insistió el muchacho.
-No, debo irme, le dije y seguí mi camino muy despacio cuando la luna alumbraba la ciudad más los focos iluminadores de los postes.
‘‘¡Feliz cumpleaños Ashley, cumpleaños feliz!’’. Escuché desde la próxima cuadra esa frase en forma de canción. Y me dije…
-Felicidades Ashley, si soy tu madre volverás a mí. Y yo te cantaré el cumpleaños número dos y los que sigan.
****
*Narración por Darwin.
Luego de un suspiro ayudé a soplar la vela de la torta, yo estaba feliz, por fin le estaba celebrando el cumpleaños a la bebé y sé que ella poco expresiva también estaba contenta y más contenta estará sus próximos años cuando vea las fotos de este evento quizá no le quede el recuerdo pero sentirá la emoción.
-Fue una gran fiesta, los niños se divirtieron –me dijo mi compadre con un toque en la espalda de agradecimiento.
-Sobre todo la Mimí Mouse –expresó la comadre entre sonrisas.
-Sí, me gustó el juego de la pelota revoltosa. Y el baile -Dijo el ahijado de siete años.
-Me gustó esa creatividad que tuviste del traje infantil, es algo diferente a las comunes payasitas.
-Sí, fue una decisión más que todo de ella. Afirmé el comentario de la comadre.
-Me gustaría contratarla para el cumpleaños de Martín. Para que entretenga a todos los niños de la fiesta mientras me ocupo de repartir los refrigerios.
-¿En serio? Ok, cuando sea me dices para preguntarle, ella es una alumna de la secundaria.
Me acerqué a mi primo Alberto que contraté como organizador.
-¿Le distes el cheque?
-Sí, y como lo predijo, ella fue sin cantar el cumpleaños.
-Ok.
Me despedía de los invitados y todos me hablaban bien de María, la Minie recreadora.
No me hubiera molestado tanto si no me hubiera engañado haciéndose pasar por otra persona, si necesitaba el trabajo me lo hubiera pedido de frente.
-Aun pienso que esa María se trataba de otra mujer. -Me toqué la cabeza de la confusión- Esperaré al día de mañana para descubrirlo.
Mandé la encomienda cuando mi teléfono celular marcaba aquél número; aún no me había levantado de la cama cuando el sol traspasaba con fuerza el cristal de mi ventana, por suerte la tía se quedó a cuidar a la niña, se me hacía difícil atenderla solo cuando la madre ni le importaba su fiesta de cumpleaños por andar yo no sé haciendo qué en otro país.
-Aló –Me contestó la voz de una señora, igual que la última vez. En vez de preguntar por María pregunté por…
-¿Nathalia se encuentra? –Y esperé una respuesta.
-Sí, está dormida. Los domingos ella se levanta tarde porque no tiene que ir a la escuela.
-Entiendo y ¿María? ¿Está por ahí cerca?
-¿Cual María? Yo solo tengo una hija, Nathalia María, no sé a quién más busca usted. ¿Quién habla y qué desea? –dijo con voz seria, quizá la señora se estaba enojando.
-No se preocupe, preguntaba por ella misma, de modo que se encuentra dormida le mandaré mi recado. ¿Puede bajar y recibir una encomienda? Soy el dueño de la fiesta donde trabajó ayer, hay algo que quiero mandarle.
Colgué el teléfono e inmediatamente llamé al chofer para darle la autorización y entregara el encargo.
Dudaba de hacer mi buena obra, me habría echado para atrás, si María fuese otra persona, pero al parecer dijo la verdad; el número desconocido donde llamó en un inicio era de su tía. Y me preguntaba…
-¿Qué cara pondrá Nathalia cuando reciba mi obsequio?