Capítulo 35
1347palabras
2023-04-12 06:28
No era un trabajo forzado, había aprendido por medio de mis amigas, acostumbraba a píntale el cabello a mi tía, a hacerle las uñas a mis primas y a secarme y plancharme yo misma. No se me hacía fastidioso, lo que más me quitaba era tiempo, pero para una adolescente que lo que tenía era que estudiar un poco podía tomarlo con tranquilidad. Mi objetivo era completar la cantidad necesitada y acercarme a Darwin para llegar a su hija.
-¿Qué corte quieres? ¿Tipo V? Ok –Le dije a una clienta que me especificaba sus indicaciones.
El olor de un perfume masculino me hizo voltear. Darwin había llegado al establecimiento, tenía dudas sobre si había notado mi presencia, de igual modo no debía distraerme, presionar la tijera en una línea equivocada ocasionaría un corte desfigurado. En mi movimiento trataba de parar la oreja al espiar la conversación que él estaba teniendo con la encargada. No pude, mi clienta empezó a robar mi atención al hablarme.

-El castaño oscuro no me favorece ¿qué color me quedaría bien? –Preguntó. Era una morena, mientras más oscuro para mí le resaltaría su personalidad.
-Le recomiendo cambiarse a un negro azulado o azabache.
-¿Negro? –La señora colocó una cara de repulsión- Pensaba en algo más claro, como amarillo intenso.
-¿Intenso? -Pregunté sorprendida- No había visto una negra con cabello amarillo. –Quizá castaño claro, amarillo es un color muy exagerado para usted.
-¿Crees que las catiras son las únicas que pueden tener el cabello amarillo intenso? ¿Eres racista o qué?
-No, para nada –Yo de piel blanca jamás tuve nada en contra de las negras, solo le estaba aconsejando un buen color.

-Quizá estés trabajando aquí por necesidad, ya veo que aún no tienes experiencia en estilismo -dijo la mujer con seriedad cuando terminaba de pasarle la plancha a su cabello.
Me quedé callada ante sus palabras, era verdad, yo no era una peluquera profesional, de igual modo solo le daba mi opinión al solicitármela.
Terminé con ese servicio y empecé a buscar a Darwin con la mirada, él estaba saliendo por la puerta principal. Me aproximé hacia el exterior de la tienda.
-¡Darwin!

-Señor Darwin para ti, el personal de la peluquería me debe tratar con respeto.
-Ok, señor Darwin.
-¿Qué quieres? –Me preguntó con voz firme.
-¿Cómo estás? –Le dije con una sonrisa.
-¿Acaso te importa? Vuelve al trabajo si no quieres que te despidan.
-Perdóneme, no quise hablar mal de usted –Agaché la cabeza para apagar mi orgullo- le prometo que no me meteré en su vida, pero por favor no me ignores.
-No te estoy ignorando, ya escuché lo que me querías decir así que me voy –dio unos pasos en la cera, supuse que se dirigía a su auto estacionado, lo seguí, debía convencerlo para que fuera amistoso conmigo como antes, pero no encontraba la manera ante su frialdad.
-¡Darwin! Digo, señor Darwin –Le dije cuando me aproximaba a acercarme hacia él- Puedo ir algún día a su casa para que me explique un ejercicio –Era la única manera de poder entrar a su casa y conseguir de nuevo la muestra de ADN de su hija.
-De ahora en adelante consigue a otra persona que te explique –dijo abriendo la puerta de su carro negro.
-¿Por qué ahora es así conmigo?
-Lo he analizado. Eres una empleada de mi estética y una alumna, además de que eres una niña, así que nuestra amistad no debería existir.
Ese comentario me dejó con la cara pálida al percibir que…
-¡¿Me estás menos preciando por la diferencia de edad y de clase social?!
-Como lo veas, y te recalco que no deberías ir más a mi casa. –Metió la mano por la guantera del carro y sacó un objeto que no dilaté en reconocer– Por tu culpa mi mujer se puso celosa.
-¿Mi labial? Ay qué pena. -‘‘¿Dónde lo había dejado? Espero que no se me haya caído en el cuarto de la niña, no me imagino lo que él pudiera pensar si se enterara de que estaba espiando su casa’’- dije mentalmente.
-Vergüenza es lo que te debería dar por estar dejando tus pertenencias regadas.
-‘‘En el baño, saqué varias cosas de mi bolso para meter el ganchito, quizá lo olvidé en el lavabo’’ –Analizaba en mis pensamientos cuando lo veía encender el auto y retirarse.
Me regresé a la peluquería a continuar con la jornada laboral.
Miraba fijamente el objeto en mi mano, destapaba y tapaba el labial una y otra vez, mi movimiento era innecesario, pero expresaba una apatía mientras mi mente no dejaba de pensar.
-‘‘Esto fue otro motivo para disgustarse conmigo, además me insistió en que no debo entrar más a su casa. ¿Qué hago ahora para conseguir una muestra de ADN de la hija? Ni siquiera la he conocido, ¿seguirá de viaje? ¿Cómo haré para acercármele?’’.
Miles de interrogantes tenía en mi cabeza, y solo una señal de suerte haría que Darwin me volviera a abrir las puertas.
-‘‘¿Pero qué? ¿Pero dónde? ¿Pero cuando?’’…
Volteé y llamó mi atención un afiche que no había divisado antes.
-¿Solicitan muchachas para recreación de fiesta infantil?
-Sí, eso lo trajo el señor Darwin, que cualquier cosa le avisemos a él -Me respondió la encargada de peluquería.
En seguida revisé mi teléfono y ubiqué el contacto para compararlo y era así, el número telefónico del jefe estaba impreso en el papel. ¿Para qué Darwin necesitaría una recreadora? Me surgió la incógnita y no me dio pena de preguntar.
-¿De quien sería esa fiesta y cuándo?
-No me especificaron, probablemente de algún familiar de él, hija o sobrina, la otra vez llegó aquí con una bebé cargada, quizá sea para esa.
-¿Cuáles serían los requisitos para el trabajo?
-Que sea una muchacha joven y activa, que sepa tratar con niños y distraerlos. Son las características que siempre buscan. ¿Estas interesada?
-Lo pensaré.
-Cuando te decidas, llámalo, no estoy segura cuando el jefe pueda pasar por aquí.
Y en realidad lo estaba pensando, sin tener idea de cómo recrear a niños debía arriesgarme, si en algún caso la cumpleañera fuese su hija podría ser una buena opción para conocerla.
Al llegar a mi casa sostenía el teléfono en la mano con las ganas de marcar aquel número. -Espera… -me dije a mi misma- ¿debo decirle que soy yo? Si tiene intenciones de alejarme de su vida probablemente me niegue el trabajo. -Y luego me surgió la incógnita… -Mi hija nació el año pasado hace dos meses. Si Darwin celebrará el cumpleaños de la suya pronto, la mía debe estar más grande, hay un cincuenta por ciento de que me haya equivocado y mi hija no sea esa.
Moví la cabeza de derecha a izquierda al mismo tiempo que di un largo pestañeo, mientras no le realice la prueba de ADN no veré el resultado y siempre estaré con la confusión.
-¡Aló! - La voz de Darwin se escuchó a través de la línea telefónica.
Me puse nerviosa al responder, si se diera cuenta que soy yo probablemente cortara la llamada sin darme el empleo.
-Aló, buenas noches, estoy llamado por el trabajo de recreadora –Transformé la voz en una voz muy aguda.
-Muy bien, aún está la vacante. Dígame sus datos personales, ¿nombre?
-Eh… María –mentí para que creyera que era otra persona.
-¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho –Le agregué dos años a mi edad.
-Perfecto, nos vemos el próximo sábado a las cinco. Te mandaré la dirección del club.
Al escuchar el día y la hora de la celebración entré al cuanto de mis tíos y coloqué el celular en la mesita de noche de Carlotas mientras ella dormía al lado de mi tío Bryan. Era obvio, yo no usaría mi teléfono para llamar al profesor, él reconocería mi contacto de inmediato.
Entré a mi recamara contenta de tener esa gran oportunidad en mis manos.
-¿Un club? No será en su casa –me dije, y luego acepté que ese detalle no era importante. Lo que me interesaba era la presencia de la cumpleañera-. Por fin la conoceré en persona –expresé con emoción.