Capítulo 32
1549palabras
2023-04-12 06:26
El pie descalzo de una gorda posó sobre mi pierna. -‘‘¡Yo solicité llegué aquí para ser peluquera, no para masajear los pies de cualquiera’’! -dije en mis pensamientos mientras con una herramienta de metal sacaba la mugre enterrada entre las cutículas. Claro, era mi segundo trabajo en la vida, que creí que sería más decente. Media hora más tarde esas uñas quedaron como decoración de artista.
-Me gustó como trabajaste mis pies, muy pocas tratan con delicadeza y el diseño quedó como quería. Volveré cada semana para hacérmelas contigo.
-Claro, aproveche mientras esté aquí –le dije a la clienta con una sonrisa, me alegró que se fuera contenta. –‘‘Quizá este trabajo no sea tan malo después de todo’’. –dije en mis pensamientos sin querer traer a mi memora mi detestable trabajo anterior.

Me distraje ordenando mis cosas. Debía hacer la lista de los materiales que me harían falta; yo no quería gastar, contaba cuanto ganaría en la semana por tantos servicios haría diario. En eso levanté la mirada con extrañeza.
-‘‘Pensé que solo entrarían mujeres a este establecimiento’’. Dije al observar a un hombre que le cortaban el cabello. Voltee cuando se sentó una chica en mi frente.
-Quiero que me hagas las uñas, a una altura no tan larga.
-¿Esculpidas? Claro, si puedo –dije recordando que las había aprendido, pero las había puesto en práctica pocas veces. Naturalmente se me hacía imposible hacérmelas yo misma y acostumbraba a pagarlas en los salones de belleza.
Realizando el primer paso, empujando las cutículas me acordé de algo muy importante– No tengo material – Le dije y agaché la cabeza de la vergüenza. ‘‘Perderé la oportunidad de ganar la comisión por esa sección’’.
-Toma este kit de uñas. Te los descontaremos de tu pago semanal- Me dijo la encargada dándome un empaque el cual poseía en su interior todo lo que necesitaría para trabajar en lo que me solicitaba mi clienta.

-Ok, gracias –Me salvó y más entusiasmada seguí con mi movimiento aplicando el material acrílico.
-Le quedó bien el corte jefe- Sabía que era la voz de la encargada. ‘‘Pero ¿quién sería el jefe?’’ Desde que llegué me hablaron de él, y hasta el momento no lo había conocido.
Levanté la mirada y me di cuenta que se dirigían al joven a quién le cortaban el cabello hacía pocos minutos. Al detallar su rostro, observé que sus pupilas miraron fijamente a las mías con asombro y seriedad. Era Darwin.
-¿Será que ese hombre no puede desaparecer por completo de mi vida? Ahora aparte de profesor sería mi jefe, oraba que fuese un sueño lo que me estaba pasando.

Minutos más tarde mis nervios aun no cesaban. -‘‘¿Que hace aquí y por qué no se va?’’ -Con una laptop él hacía algún trabajo detrás del mostrador o quizá miraba sus redes sociales cuando mi diseño no me estaba saliendo como quería a causa de mi desequilibrio emocional.
-¿Acaso no sabes dibujar? Te pedí este diseño –Me dijo la chica rica que estaba atendiendo indicándome la imagen en su celular.
-Sí, ya se, voy a borrarlo y hacerlo de nuevo –dije para intentar calmar su enojo.
-Apúrate que tengo algo de prisa, no pienso estar toda la tarde en esto- Gruñó.
-Esa de ahí ¿Quién es? –Dijo Darwin refiriéndose a mí, como si nunca me hubiese visto antes ni supiera mi nombre completo.
-Nathalia, la nueva manicurista, empezó hoy –respondió la encargada de tienda.
-Si no trabaja bien, despídela. No quiero que arruine la reputación de mi salón de belleza- dijo con arrogancia.
-¿Qué? –Una corriente de ira recorrió toda mi sangre, ¿Por qué en todos lados siempre trataba de humillarme frente a otras personas? Tenía ganas de discutir con él.
La chica al frente tenía su ceño fruncido de la impaciencia y miraba la hora en su celular a cada cinco segundos. Así que controlé mis emociones y me apresuré a terminar con el trabajo.
Un alivio me dio al ver a Darwin salir del establecimiento. Me sentí más relajada sin su presencia, pero aún no debía soltar mi tención. Al parecer era el dueño de la peluquería de igual modo no huiría de ahí. Me empezaba a gustar el trabajo y debía reunir mi dinero requerido lo más pronto posible.
Cuando mi clienta canceló el servicio y se fue satisfecha mi mente no paraba de pensar en Darwin. Aparte de mi profesor y ahora jefe podría ser… el padre de mi hija.
****
*Narración por Darwin.
Me preguntaba si esa chica tendría necesidades económicas. Por la forma como vestía y se comportaba se percibía como una adolescente mimada que obtenía todo lo que se le antojaba. ¿Por qué habrá entrado a trabajar en el salón de belleza? La forma en que me había mirado transmitía asombro, fue sorpresa para ella darse cuenta que el establecimiento comercial me pertenecía.
Salí de darle clase a primer año, me dirigía a mi auto para irme a almorzar cuando la chica de mis pensamientos interrumpió mi camino.
-Profesor Darwin.
-Hola Nathalia.
Por educación le di mi saludo y miré hacia el frente para seguir el pasillo. Colocó su cuerpo delante de mí e interrumpió mis pasos.
-¿Y por qué?… ‘‘Si no hace un buen trabajo despídela’’ -dijo Nathalia en modo sarcástico, sabía que esa frase yo la había mencionado ayer -¿Por qué siempre te metes conmigo?
-Tú eres la que se interpone siempre en mi camino, observa, no me dejas pasar.
-No puedo dejar que me despidan de mi nuevo trabajo por tu culpa. –Me dijo de forma enojada.
-Soy el jefe, autoritario de quien quiero que trabaje en mi peluquería.
-¿Y tú quién eres? ¿Profesor y dueño de un salón de belleza? Ahora veo porque tienes dos carros y una gran casa.
-Creías que me mantenía la vida con solo dar clases. Soy un hombre de negocios –dije sonriendo de orgullo.
-¿Y cuál es el secreto? ¿Que las muchachas sequen cabello por ti y hagan uñas para llenarte los bolsillos de dinero y lo que hagas es pasear y despedir a quien te de la gana?
-¡Ja,ja,ja! -No pude evitar reír a carcajadas- Por supuesto, de eso se trata, llevar las cuentas e ir a supervisar, debería intentarlo algún día, para que no tengas que trabajarle a otro.
-¿Te burlas de mí?
-Solo que eres graciosa –dije sin descongelar mi sonrisa.
-Yo no soy una chica con necesidades, tomé ese trabajo solo para reunir un dinero para algo, eso es todo- Nathalia me hablaba enojada y yo cada vez más sonriente, por alguna razón disfrutaba discutir con ella.
-¿Y para qué? -Le pregunté con curiosidad.
-No te lo diré, es algo personal.
-Bueno, ya que tienes secretos, tampoco te hablaré de mis cosas privadas. Con permiso –Casi la empujo pero ella se echó a un lado, permitiéndome caminar unos pasos pero luego volvió a llamar mi atención.
-Adiós, y espero no verte hoy en mi segundo día de trabajo.
-¿Y a qué se debe? Soy el jefe por si lo acabas de olvidar.
-Es que… no me concentro bien –cruzó los brazos en su pecho.
Ante su comentario retrocedí y la miré a los ojos.
-¿Te pones nerviosa?
-Me incomoda tu presencia, es todo.
-¡Ja,ja,ja! –Reí antes de expresar- Mas a mi favor, me voy a sentar a tu lado a supervisar como trabajas.
-¡Nooo! ¿¡Qué te pasa!? –Nathalia estiró los brazos empujándome el pecho y se inclinó hacia atrás, estaba completamente airada- ¡¿Por qué tienes que ser así!? ¿Por qué tienes que ir arruinándome la vida? No me dejas en paz y te burlas de mis debilidades. Ahora eres peluquero. Solo un gay tuviera un gran salón de belleza, espera a que todos lo sepan.
Menos mal que se separó un poco de mí, porque al escuchar su mal comentario me dieron ganas de ahorcarla. En vez de eso reaccioné con discusiones violentas.
-¿¡Que gay voy a ser yo Nathalia!? ¡Piensas que soy gay si sabes que me acosté contigo! ¡¿Quieres que lo intentemos de nuevo para que puedas comprobarlo?! Tengo mis razones del porqué tengo a mi cargo un salón de belleza. Y eso a ti no te incumbe, ni debes estar contándoles a todos mi vida privada.
-Lo siento, yo no se lo iba a decir a nadie, yo… -dijo Nathalia con lágrimas en los ojos, sabía que le estaba gritando muy fuerte, y no me sentí mal por eso. Continué.
-¡Ya has soltado bastante por esa boca! ¡Le has dicho a tus amigas que soy un hombre casado y con hijo! ¡Que te estuve dando clases particulares! ¡Todo lo hice por ti! ¡Por ayudarte! ¡Porque pensaba que eras una muchacha buena que querías salir adelante! Y en vez de aprovecharlo lo que haces es traicionarme, hablando de mí a mis espaldas tratándome como si yo fuese la peor persona.
-Yo no…
-¡No te volveré a dirigir la palabra, y esto si es definitivo!
Cuando las lágrimas corrían por su rostro y mi corazón se hizo hielo me di la espalda para llegar al auto. Me sorprendió ver a la amiga de Nathalia, parada estática, también a punto de llorar, asumí que había escuchado todo lo que acababa de decir. Ya no me importaba. Estaba destrozado, por haber discutido tan fuerte con la que pensé que era… ‘‘mi chica favorita’’.