Capítulo 28
1168palabras
2023-04-12 06:18
*Narración por Darwin.
Sentado en el cómodo sofá de la casa apagué la televisión. No podía concentrarme ni en una película; en el río de mi ente nadaba ese pensamiento sobre esa chica; trataba de no sentirme culpable de su enojo. Sé que en un inicio le insinué que era una mujer seductora de hombre para quedarse con su dinero. Estaba equivocado al decir eso y lo sabía. Aquel día en el club quien la seduje fui yo. Si hubiera sabido que era una colegiala no la hubiese tocado. De cualquier modo parecía una mujer con experiencia, ella no me rechazó cuando el nivel de alcohol aún no había aumentado.
-Pero ¿por qué esa actitud conmigo ahora? -Me pregunté y la escena de aquel día llegó a mi cabeza, ‘‘Eres un hombre casado’’ esa frase de ella resopló en la mente. Quizá fue por eso que se molestó, ¿tendrá celos de que yo tenga mujer? Probablemente Nathalia había confundido mis intenciones, le había dejado en claro que me encariñe con ella, no que me gustaba, aunque sea verdad no debió haberse enojado. No he dado ni el primer paso para conquistarla, y esto se debe a que quiero a Yoskarly y no soy un picaflor como ella puede pensar.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por varios ruidos escuchados en mi casa. Quién habrá entrado, si la única que tiene la llave es…
-Darwin, hola. ¿Preparaste algo de comer?
-Hola mi amor –Me paré del sillón para morderle los labios con pasión.
-Dime ¿qué cenaste? Vengo con hambre –Me respondió mi mujer apartándose de mí. Supuse que venía cansada.
-Cociné para mí solo, no me avisaste que llegabas hoy –Me acerqué a sus labios para besarla de nuevo.
-¿Puedes preparar algo para mí? Voy a darme una ducha.
-Claro, te haré algo sabroso –asentí. La vi retirarse cuando yo me dirigí hacia la cocina.
Estaba emocionado, el sentimiento de culpabilidad que tenía hacia la chica adolescente se esparció al tener la presencia del amor de mi vida. Saqué unas frutas de la nevera y me propuse a licuar un jugo. Frené mi movimiento.
-‘‘¿Dónde está...? ¿Será que la llevó a dormir antes de aparecerse en la sala? Podría suceder, la quinta es muy grande’’. Me dirigí hacia la habitación color rosa, abrí la puerta y no estaba. Así que entré a la mía, imaginaba encontrar a las dos juntas.
Al asomarme me impresionó el cuerpo voluptuoso de mi mujer, el gimnasio le había prestado para tener unos músculos tonificados. Ella estaba parada frente a su closet medio desnuda. Me quedé viendo unos minutos sus glúteos, el biquini apretado le daba una sensualidad realmente excitante.
-¿Compraste ese conjunto en el occidente? –Le pregunté refiriéndome al área de la otra ciudad donde estaba viajando-
-Es de Estados unidos, digo me lo trajeron de Estados Unidos.
-Te queda hermoso- Le dije sonriendo.
Acordándome de que cada vez que viajaba traía ropa interior nueva y sensual, probablemente me extrañaba y lo hacía para impresionarme. Eso había pensado.
-Gracias –Lo dijo sin mirar mi rostro, solo agarró la toalla y antes de que entrara al baño llamé su atención.
Me acordé de lo que realmente fui a hacer ahí, la razón por la cual había suspendido la preparación de los alimentos.
-¿Y la niña? ¿Dónde está?
-Ay –expresó colocándole la mano en la cabeza –. Se me olvidó pasarla buscando.
-¿Qué? ¿Y dónde la dejaste? –Pregunté con extrañeza.
-Donde una amiga, mañana la pasamos buscando.
-¿Mañana? No pienso dejar a mi hija que pase la noche con extraños, ¡dime donde para ir a buscarla ya!
-En casa de Emily, no te alteres que ella siempre la cuida bien.
Me calcé los zapatos deportivos en los pies y salí hacia el garaje de la casa. Cuando observé la imposibilidad de usar mi auto regresé a la habitación, abrí la cartera de cuero negra que estaba en la cama y saqué unas llaves.
Usé el carro rojo de Yoskarly, estaba obstaculizando la salida del mío y no quería perder más tiempo. Recorría velozmente las calles cuando mi mente analizaba.
-Qué mujer tan descuidada, ¿cómo se le va a olvidar a su hija en otro lado? -Y luego me acordé de las palabras… ‘‘Siempre la cuida bien’’. Y varias incógnitas quedaron flotando en mi cabeza, o sea que es su costumbre. ¿Por qué no me la trajo temprano si tenía que hacer diligencias? Además de que no me mensajeó cuando llegaron. -Esto me huele a que hay algo que me está ocultando. Dije antes de frenar el auto frente a donde debía estar mi hija.
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*Narración por Nathalia.
-¿Cómo pasaste el fin de semana Nathalia?- Me preguntó Valeria dando pasos juntas por las áreas de la escuela.
-Frustrada, deprimida, peleando con mis tíos –expresé con cara de aburrimiento.
-¿No estudiaste? Recuerda que estamos en semana de evaluaciones. Yo estuve repasando el tema de la exposición de biología y para el examen de Matemáticas.
-¿Matemáticas? –Dije con asombro- Había practicado los ejercicios, pero sin saber que el examen era hoy.
-Se tratará sobre la última clase, si los aprendiste seguro te saldrán bien.
Me vino la imagen de Darwin, ‘‘ojalá que nuestra pelea no sea motivo de reprobar sin necesidad’’ –dije en mis pensamientos.
-¿Cómo estás Nathalia? –Raúl se acercó para darme un beso en la mejilla, me incomodó un poco su costumbre, aun no lo había metido en mi lista imaginaria de mejores amigos.
-Bien y tu ¿cómo están tus clases?
-Muy bien, luchando para pasar de grado –me sonrió y seguidamente preguntó- No te vi el viernes en la tarde. ¿Por qué no viniste a la clase de educación física?
-¿A la práctica de atletismo? No quise, no me sentía bien.
- Entiendo, estabas en tus días.
-En mis días depresivos –dije sonriendo, sabía lo que él se refería- Pienso retirarme del equipo.
-¿Por qué? Si tienes mucho talento. Piénsalo bien, será emocionante cuando salgamos a competir con otras escuelas.
-¿Competir con otras escuelas? ¿Quién dijo eso?
-El profesor lo explicó en la reunión pasada. Anímate, será divertido.
El sonido de la campana produjo que Raúl se despidiera de mí para retirarse a su salón; observé el rostro sonriente de Valeria y quise presentarlos.
-Raúl, ella es Valeria, es muy inteligente –Le piqué el ojo a mi amiga.
-Mucho gusto soy Raúl. ¿Inteligente? Creo que me acuerdo de ti, ganaste las olimpiadas de matemática el año pasado.
-Ah sí, me recuerdas –Sentí que mi amiga se sonrojaba.
-Quizá podemos ir a comer juntos un día –intervine.
-Sería excelente, me escribes, nos vemos –Raúl siguió de largo.
-¿Salir a comer? -Preguntó Valeria extrañada.
-Claro, te estoy consiguiendo una cita.
-Eso no es una cita Nathalia, tú como amiga lo estás invitando.
-Eso parece, pero de esta forma ustedes se van conociendo –Le sonreí, y mi sonrisa se desdibujó al ver desde el pasillo a Darwin sentado en el escritorio. ‘‘No quiero entrar, nos odiamos, y no seré capaz de responderle bien la evaluación’’ –dije en mis pensamientos.