Capítulo 25
1288palabras
2023-04-12 06:15
Entré al salón de clase, remiré los ojos cuando escuché a las sifrinas hablar de tonterías.
-¡Que emocionante! Hoy tendremos clase con el profesor Darwin–expresó Laura.
-Sí, yo pasé la noche arreglando mis uñas y secando mi cabello, ¿crees que hoy por fin se fijará en mí? –Le dijo Ritzélis a su amiga.

-Claro que no, debo gustarle yo. Amo los hombres inteligentes.
-Y guapos también, cuando él tenga hijos le saldrán muy bellos.
-Si los tiene conmigo así será.
-Eso lo veremos amiga, a cuál de las dos se enamorará.
-Y tiene que ser así, somos las más bellas y populares de la escuela.
No aguantaba escuchar más sus estupideces, su orgullo estaba por el cielo al creerse las mejores. Si supieran que pasé la noche con él en un hotel se morirían de envidia, aunque eso nadie debe saberlo, creerán que soy una chica lanzada y vagabunda. Y Darwin podría matarme, pero como para mantener la boca cerrada no soy buena debía bajarlas de las nubes de golpe.

-¿Y ustedes creen que ese profesor joven y bello está soltero? –Les pregunté parándomele en frente.
-Siempre lo veo solo –expresó Ritzélis con un rostro de confusión.
-Eso es lo que todos piensan, pero no es así. Él tiene su mujer.
-¿Cómo estás tan segura? –dijo Laura mirándome de arriba hacia abajo con una cara de odio.

-He… -No podía decirle que conocía al profesor más que ellas, mencionarle que fui a su casa y vi a su señora no era lo más correcto. No debía decir algo que me hiciera meter la pata que produjera que mi objetivo de conocer a la pequeña fracasara. Al quedarme muda Laura intervino.
-Viste que no sabes nada.
-Solo digo que no está soltero, lo vi con una mujer -expresé
- De igual modo. Lo que dices puede ser posible Nathalia, pero quizá aún tengamos chance, si solo anda con alguien para no estar aburrido y no la quiere, la va a dejar cuando se enamore de otra –o sea de mí -dijo Ritzélis con una sonrisa.
-O de mí, menos de ti, jamás así que ni te molestes en pelear por él –Laura se colocó la mano en la boca mientras reía a carcajadas.
Luego me miró de arriba hacia abajo. Sin tener ningún sentido de despreciar mi apariencia. Mi espejo me recordaba todas las mañanas lo bella que me ponía cuando me arreglaba. Mis zapatos eran de marca y mi cabello negro liso hasta la cintura me daban ese toque de sensualidad femenina.
Regresé a mi puesto, no tenía sentido esa conversación, solo buscaba que dejaran de creerse lo mejor, de igual modo, de porfiada estaban hechas, nadie le ganaría a una discusión.
-De algún modo te atrae, y sabes que tienes oportunidad de enamorarlo primero que ellas. Él pelea contigo y te mira a la cara, a ellas las ignora. Me he dado cuenta de eso.
-No me interesa enamorarlo Valeria –le dije a mi amiga al regresar a mi puesto. Solo me odia que ellas sean tan pretenciosas.
-¿Pero será verdad? ¿Podría dejar a su mujer si se enamora de otra? –Pregunté al recordar que le fue infiel conmigo, o eso era lo que me había hecho entender –‘‘¿la querrá a ella?’’-Pregunté mentalmente.
-Eso pasa comúnmente, ¿no ves películas románticas?
-Muy poco, me parece una ficción irreal –opiné.
-Pero son cosas de la vida. Lo entenderemos cuando ese momento por fin llegue. Tengo la esperanza de que mi corazón lata fuertemente por alguien, sería maravilloso –expresó Valeria mirando hacia el techo con inspiración.
-‘‘Una niña con ilusiones’’ -Fue lo que percibí al ver a mi amiga. –‘‘Pero cuando le rompan el corazón deseará jamás haberse enamorado’’ –pensé cruelmente.
Mi lápiz de grafito escribía la fecha en la primera línea de la página rallada cuando el profesor pronunció mi nombre.
-¡Nathalia!
-¡¿Qué?! –Levanté la mirada con extrañeza.
-Cámbiate de puesto con Alfredo, ven, voy a empezar a explicar la clase.
Tuve que obedecer, me levanté de mi pupitre y miré a mi compañero caminar hacia mí para ubicarse donde yo estaba.
-‘‘¿Qué es esto?’’-Todos me veían con indiferencia, y las sifrinas se reían como si me hubiera castigado. Me sentía como una niña de tercer grado cuando la ubican en otro lado para que no moleste a su compañero. Llegué a la primera fila y me senté en el puesto indicado por el profesor.
El pizarrón lo tenía al frente y los números estaban dibujados con un tamaño exagerado, pero fácil de copiar, lo que me incomodaba era que Darwin volteaba a cada rato para mirarme fijamente como si me estuviese explicando el ejercicio a mí sola. –‘‘Ojalá nadie lo habrá notado’’ –dije mentalmente.
Al escuchar la campana acomodé rápidamente las cosas en mi bolso y salí inmediatamente del salón antes de que el profesor llamara mi atención, no quería ni saludarlo.
-¿Cómo lo voy a catalogar como un amigo si me humilla frente a toda la clase?
-Me equivoqué y tenías razón, no le gustas, solo se interesa que aprendas, todos los profesores son así.
Me dio coraje el comentario de Valeria. Ahora me sentía menospreciada hasta por mi amiga. Y mi molestia aumentó cuando me llegó un mensaje a través del celular.
‘‘Nos vemos más tarde a las tres en mi casa’’.
-‘‘No le bastó con darme las dos horas de clase a mi sola, además quiere que ocupe mi tarde en escuchar más de números y ecuaciones. ¡No iré!’’ –Exclamé para mis adentros y luego me dije. - No seas tonta Nathalia, es tu oportunidad de volver a esa casa y conseguir más pruebas sobre tu hija.
****
-Hola Nathalia, ¿cómo estás? Pasa –Me recibió Darwin con una sonrisa.
Lo miré con una cara congelada y seria. Y antes de dar un solo paso a su casa dije egocéntrica.
-¿Quieres que te salude con entusiasmo cuando me humillaste frente a toda la clase?
El cambió su expresión y arrugó la frente al escuchar mi queja.
-Yo no te humillé. Más bien te tomé en cuenta. Entendiste mejor al sentarte al frente ¿cierto?
-No es el hecho ¡Todos mis compañeros me quedaron viendo con burla como si yo fuese una tonta!
-Esa no fue mi intención, pensé que querías aprender bien y utilicé la mejor estrategia.
-¡Una estrategia empleada en los niños de primaria, no para mí que pasaré pronto a la universidad! –exclamé con la ira que tenía por dentro.
-¡No me levantes la voz como si yo fuera de tu edad! ¡El primer día cuando te pasé al pizarrón llevabas lentes puestos, solo pensé que podías tener miopía o algo así! ¡Pero tú todo te lo tomas a mal!
-¡Yo elijo donde sentarme y si prestar atención o no! ¡No tienes que manipularme como si fuese una niña pequeña! -Seguí gritando, e instintivamente quejarme por el trato negativo que tenía conmigo desde que lo conocí.
-¡¿Crees que te estoy manipulando?! Tú eres la que dijiste que te ayudara. Si no, ¡¿porque aceptaste venir?!
Era verdad lo que él intuía, yo realmente no quería aprender. No fui a esa casa para llevarle quejas a Darwin, tampoco para convertirme en experta de las matemáticas. Estaba ahí para conseguir información sobre la niña, así que no le pude dar respuesta a su interrogante. Mi boca se quedó muda.
-Ah…
-Si ya terminaste de descargar tu inconformidad, puedes irte. Empujó la reja con agresividad, le pasó llave a la puerta y se dio la espalda para dejarme plantada en la calle.
–‘‘¿Qué he hecho?’’ –Me dije- ‘‘Soy una tonta, no debo molestarme con Darwin. Si me enojo con él, me alejaré también de la pequeña. Y eso arruinaría mis planes. ¿Cómo haré ahora para entrar a su casa?’’