Capítulo 20
1138palabras
2023-04-12 06:04
-No voy a gastar mi tiempo libre yendo a una academia, a aprender lo que usted me debería enseñar. Al menos deme su número de teléfono para escribirle en caso de que tenga algunas dudas –Le dije. Saqué mi celular del bolsillo y miré su rostro esperando que me empezara a dictar.
-No doy clases presenciales ni mucho menos online, tienes que estar muy atenta a mis explicaciones en el horario indicado para tu sección.
-Profe, pero no sea egoísta –Le expresé a Darwin observando su cara seria mientras tomaba un refresco de botella. Mi mente trataba de analizar rápidamente el paso que debería seguir para que él soltara ese dato personal –Está bien, no lo molestaré. Deme su número, le escribiré solo en caso de emergencia. Por si no llego a su clase.

-Si no asistes a clases ya no será mi problema, tu misma eres responsable de tu nota.
-¡Ok! Entiendo –expresé con impaciencia- Solo deme su contacto.
-No le doy el número de teléfono a cualquiera, no quiero recibir llamadas de un número desconocido. No acostumbro a contestarla –expresó con enfado.
Sin despedirse de mí se levantó de la silla y salió del cafetín. Tuve que pedir una bebida fría para refrescar mi garganta, estaba hirviendo de las ganas que tenía de lanzarle un insulto.
-Todos los profesores colocan sus datos personales en el pizarrón el primer día de clases, en cambio, Darwin no regala su número de teléfono porque no quiere que lo moleste –me dije con indignación.
Estaba decidida a procurar que ese segundo plan funcionara, aunque tuviese que conseguir el contacto con otra persona. A través de su número podría rastrearlo hasta averiguar donde vive.

-Buenos días Profesora Martha.
-Buenos días –me respondió la profesora de lenguaje y sociales que salía de un aula, frenó su paso para ponerme atención.
-Profe, el profesor Darwin se acaba de ir, y necesitaba hablar urgente con él sobre una evaluación importante, ¿tendrá su número de teléfono que me lo facilite?
-Claro, anótalo –Ella empezó a realizarle movimientos a la pantalla de su teléfono con su dedo índice cuando yo sacaba el mío.

Tras colocar cada número que me dictó la profesora le agradecí y me retiré, analizando que el momento indignante que pasé con Darwin lo hubiera evitado, al darme cuenta de que cualquiera podría tener su número de teléfono.
Pues a él ya no lo necesito. Lo importante es que ya el GPS de mi Tablet estaba localizando su rastro. Voy a descubrir dónde queda su casa y raptar a la bebé.
****
Por varios días analizaba la ubicación del sujeto sospechoso, el GPS indicaba que frecuentaba mayormente en este sector. El taxi me dejó en la esquina mientras yo me acercaba a pie y muy despacio hacia el sitio adecuado.
-Debe ser ahí, o allá, ¿o en otra casa? –Señalaba con la mirada cuando llegué a la cuadra más exacta- ¡Ay la tecnología no es exacta! –exclamé con preocupación.
-¿Cuál era mi plan luego de descubrir dónde vivía? -Para esa interrogante no le tenía la respuesta, estaba ahí supuestamente muy cerca donde Darwin vivía, casi para dar con la pista de la niña y mi mente quedó en blanco. No tenía idea sobre el color de la casa. Y ya era hora de ir a la escuela.
Me di la vuelta para marcharme cuando el sonido de un motor me hizo voltear. Reconocí el auto negro que seguí el otro día hasta la peluquería. Era de Darwin. -¿¡Dónde me meto!? -Pregunté con nerviosismo. Rogaba que él no volteara a mirarme. Me tapé la cara con mi cuaderno por si acaso y fingí caminar hacia otro lado.
Frené mi paso cuando volví a escuchar el silencio y me volteé para detallar el lugar de donde había salido el profesor.
Me acerqué, una gran casa de tres plantas es lo que tenía al frente, cercada con paredones de columnas esculturales que dividían las rejas negras, me asomé a la puerta y un hermoso jardín decoraba la distancia entre la cera y su puerta de entrada, que no eran más de tres metros de igual modo los girasoles hacían juego con el anaranjado de las paredes del frente.
-¿Y ahora? -Era mi pregunta, de modo que, se añadían más interrogantes a mi cabeza- ¿Qué debo hacer? ¿Habrá alguien en esa casa? ¿Estará mi bebé ahí adentro? O me he equivocado totalmente y Darwin no es el padre de mi hija.
Esta última inquietud debía averiguarla de una vez por todas, así que instintivamente mi dedo índice tocó el timbre en la parte superior de la pared al lado de la reja principal.
A los pocos minutos salió una señora me hizo señas para que le hablara alto diciéndole lo que necesitaba, pero ante mi indiferencia en ese caso llegó hasta donde yo me encontraba.
-Buenos días, ¿que desea?
-‘‘¿Que deseo?’’ Me pregunté mentalmente para que mi boca respondiera algo aceptable. Pensé en decirle que era una religiosa que iba a entregar un mensaje del señor y que me dejara pasar… Eso era lo que quería, entrar, y espiar su casa. Pero no serviría el plan, no tenía una biblia en mi bolso, además de que estaba vestida con uniforme del colegio.
Antes de que pudiera decir algo, el llanto de un bebé me dejó muda, las palabras se congelaron por los nervios que entraron en mi interior. Apretaba mis pupilas para que no se dilataran, sería de mal gusto visitar a una extraña y ponerse a llorar en tu puerta.
-Me equivoqué de casa –dije para retirarme.
-¿Vienes a ver a Darwin? –Preguntó- Por tu uniforme asumo que estudias en la escuela donde trabaja mi marido.
-Así es. ¿Él está?
-No, se fue hace ratico, salió a trabajar. Búscalo en la escuela. O al menos que quieres dejarle un mensaje conmigo.
-No, de todas maneras gracias, probablemente lo vea más tarde –le dije y me retiré sin entender por qué me quedé paralizada.
Hubiera buscado una manera de entrar a su casa como pedirle agua o que me consiguiera un libro de Darwin, o algo así. -‘‘Sí soy cobarde’’- me lamenté- Cuando escuché el llanto de la niña me desequilibré y preferí huir…
-‘‘¿Su marido? Si no dijo esposo probablemente no hubo contrato matrimonial entre ellos. Y Darwin siempre me dice que es un hombre casado. Me miente, miente siempre. Decir que vive con su novia no le quitaba importancia a su relación. Usa aquella excusa para alejarme de su vida. Pero eso no se quedará así, voy a lograr encontrarla. Ya tengo la ubicación y la escuché. Solo debo actuar inteligentemente la próxima vez para que la bebé regrese a mí. Y a ellos los voy a demandar, no me quedaré con los brazos cruzados. Pagarán años de cárcel por haber secuestrado a mi bebé’’.