Capítulo 21
1474palabras
2023-04-12 06:05
-¿Por qué no asististe a la clase de sociales Nathalia? ¿Te quedaste dormida?
-No, solo venía de otro lado.
-¿Vas a copiar la clase que te perdiste? –Me preguntó Valeria hojeando su cuaderno hasta detenerse en una página escrita.
-De acuerdo –Asentí. Coloque mi celular sobre la tarea para dar el clic a la cámara. Yo pasaba las siguientes hojas y hacía lo mismo mientras Valeria me miraba con extrañeza.
-¿Para que le tomas foto si aún tienes tiempo hasta que llegue la hora de biología? Deberías copiarlo de una vez en tu cuaderno.
-Tengo flojera. Además prefiero pasarlo en mi casa, con comodidad.
-Después se te olvida, ya lo veo. Luego no te acuerdas cuando halla evaluación.
-Tu, como mi amiga, tu deber es recordarme –Aconsejé. Y la mirada picardiosa de Valeria me estaba diciendo que siempre ando distraída.
-No siempre voy a estar pendiente de tus cosas –aseguró- Y espero que no hallas olvidado que mañana en la tarde debes venir para la práctica de educación física.
-¡Ay no, eso ni quería recordarlo! Aun no me explico como pude llegar a meterme en eso. Y, Valeria, ¿sabías que Darwin vive en una hermosa mansión?
-De eso es lo que siempre andas pendiente, de puros hombres.
-¡Claro que no! –Exclamé con negación.
-¿Y quién Darwin, el profesor de Matemáticas?
-Así es, yo pensaba que él no tenía mucho dinero, pero al ver donde vive me pone a dudar, ¿crees que él sea rico? O quizá su casa fue herencia de sus abuelos, porque dudo que solo la esté alquilando.
-¿Y cómo sabes eso? ¿Conoces dónde vive? –Me preguntó con cara de asombro.
-Ah no, solo me lo dijeron.
-¿Quiénes? Muy pocos conocen sobre él.
-Ya veo, no fue fácil averiguarlo, solo estaba de visita por un sector y vi que sacó su carro de ese garaje.
-¿Y cómo estas tan segura de que esa es su casa? ¿Te lo confirmó? ¿Te cuenta sus cosas? ¿En realidad hay algo entre ustedes?
-Para nada. ¿Por qué sigues asumiendo que me gusta? –Le pregunté para dejar en el aire sus interrogantes.
-Nathalia porque siento que te pones nerviosa cuando hablas de él, hace minutos me dijiste que lo de su mansión te lo dijeron, y luego me dices que pasaste por su casa y lo viste. Asumo que me estás ocultando algo.
Me quedé pensativa por algunos segundos antes de comentarle, en realidad sin darme cuenta me contradije a mí misma. Vuelvo a asumir que mentir no se me da muy bien.
-¿Crees que soy extraña? –Le pregunté para cambiar el tema de la conversación sobre Darwin.
-Yo no diría que eres extraña, solo que conozco poco sobre ti. Aún no me has contado cual fue la enfermedad que te llevó a perder más de un año de curso. Comentaste que estas materias las has visto varias veces y que por tu edad debieras estar en último año.
En realidad, sentía empatía sobre lo que Valeria estaba diciendo. Era cierto, desde que salí del centro de rehabilitación había sido un libro cerrado, pero ella había demostrado ser una buena persona, no estaría mal que supiera un poco más de mí.
-Creo que Darwin tiene algo que ver conmigo, y quiero descubrirlo. Por eso ando detrás de él, no es porque me guste –Confesé.
-¿Como una relación familiar? ¿O un amigo de tu hermano?
-Soy hija única, pero algo así. No puedo contártelo hasta no estar segura.
-Tranquila, entiendo. Pero sí me pareció rara la frase que dijiste cuando corrías, asumí que algo te molestaba.
-¿La frase que dije? ¿Cuál fue esa? –Pregunté asustada. No era posible que hubiera pensado en voz alta.
-Déjame acordarme…. ‘‘No te la lleves’’ la gritaste cuando ganaste la carrera.
-¡Qué vergüenza! -Dije tocándome la cabeza- Todos habrán pensado que estaba loca.
-Nadie prestó atención, solo yo me extrañé. Todos estaban mirando a Pedro, querían que el fuera el ganador.
-¿Por qué pedro me dejó ganar? Aun no supero que me haya convertido en atlética.
-¿Y la frase que dijiste tiene que ver con lo que me estás contando?
Valeria insistía en el tema de la palabrita que salió sin querer de mi boca, dejé a un lado mis miedos al darme cuenta de que ya era hora de confesarle mi secreto a alguien.
-Lo que dije, tiene algo que ve…
-¿Muchachas cómo están? –Preguntó Sofía con entusiasmo al acercarse a nosotras e interrumpir mi comentario.
-Hola Sofía –La saludé y ella se acercó a darme un beso en la mejilla.
-¿Cómo estas Nathalia? No te vi en la materia de sociales.
-Se me hizo tarde y vine para segunda hora –le contesté.
-¿Viste a la profesora de bilogía? –Le preguntó Valeria.
-Sí, va a dar clase en el laboratorio del segundo piso, ya los muchachos salieron para allá.
-Bueno vamos, que ya es hora.
Al decir Valeria estás palabras nos paramos del asiento del área recreativa de la escuela y nos dirigimos hasta ese lugar.
Mi amiga hablaba con Sofía sobre tareas. Yo daba pasos en silencio verbal mientras mi mente me aconsejaba que a mi lado tenía una amiga con quién confiar, aunque a simple vista parecía una nerd, muy diferente a todos con quien me la he pasado en la vida; quizá un apoyo emocional recibiría de ella en el momento más aislado y temeroso donde pudiese estar.
****
-No puedo dejar que Darwin siga pensando que soy una tonta –dije yo mientras trataba de descifrar la solución de los ejercicios- ¿¡Pero porqué la matemática es tan complicada!? –Pregunté con énfasis.
-No es complicada, solo tienes que entenderla.
-Ay ya Valeria, tú con tus entendimientos. Es la materia que menos tiene sentido. Estoy segura de que reprobaré esta evaluación. No hay duda. Y Darwin me lo restregará en la cara diciéndome que no sirvo para nada –expresé con frustración.
-El profesor Darwin –Valeria dijo corrigiéndome las palabras-. Hablas de él como si fuese un alumno más para ti y los profesores están para ayudarnos, no para burlarse de nuestro poco entendimiento.
-Aunque te parezca extraño él conmigo es así. Me odia y quiere que vuelva a reprobar matemática tres, pero eso no funcionará.
-Ya veo, por el contrario, si estudias no podrá reprobarte, dije que cuando quisieras podrías ir a mi casa a practicar.
-De la evaluación de matemáticas me acordé fue anoche, cuando estaba pensando en él… -Mi mente se quedó pensativa al darme cuenta de que no podía perder más tiempo en tratar de recuperar a la bebé, aunque aún dudaba si Darwin era el padre de mi hija. –‘‘¿Cómo hago para poder ver a la suya?’’
-¿Pensando en él? ¿O te acodaste de él? Aunque si es verdad que me hiciste saber que hay un pasado tuyo que quizá lo involucra. Aunque me acuerdo que había algo que me querías contar.
Pensé que ella había olvidado que el día anterior estaba a punto de rebelarle algo, de modo que, el salón de clases no era un sitio cómodo para comentar esas cosas me propuse a evadir el tema.
-En este momento lo que estoy es pendiente del examen que habrá, sería vergonzoso que dejara la hoja en blanco con todos los ejercicios sin resolver.
-¿Examen? –Preguntó Valeria con extrañeza.
-¿No hay examen hoy? -Me iba a alegrar de que mi pregunta fuese negativa hasta que ella me contestó.
-Será solo un taller.
-¿Y no es lo mismo? -No lo pregunté para parecer tonta, solo que al ser una evaluación, igual debí de haber estado empapada con los resultados de las clases.
Valeria no alcanzó a contestarme la interrogante, en cambio todos volteamos hacia la puerta al escuchar al profesor entrar.
-¡Buenos días! –El profesor Darwin colocó su maletín sobre el escritorio sacó un marcador, abrió sus libretas y empezó a escribir en el pizarrón mientras nos explicaba a los alumnos- Guarden todo, saquen solo la hoja y colóquense en pareja para la evaluación.
-¿Es en pareja? –Pregunté con asombro.
-Al parecer sí, arrima tu pupitre –Asintió Valeria.
Estaba de suerte, se me expresó una alegría que tenía tiempo in sentir, tomé el lápiz y empecé a copiar los enunciados del pizarrón para que luego mi amiga continuara con la respuesta.
Fui yo quien colocó la hoja resuelta sobre el escritorio del profesor antes de salir, le miré fijamente su rostro con una mirada de orgullo y me voltee.
-¡Nathalia!
Giré mi cuerpo hacia atrás cuando escuché mi nombre. Al ver que el profesor esperaba que me le volviera a acercar le hice gestos a Valeria para que siguiera.
-Yo te alcanzo ahorita Valeria.
-Está bien Nathalia. Nos vemos en el comedor.
Mi amiga salió del salón cuando tuve que esperar a que el profesor terminara de recibir todos los exámenes para que me hablara. Y en mi interior me surgió la curiosidad… ‘‘¿ahora qué querrá decirme?’’.