Capítulo 18
1295palabras
2023-04-12 06:03
-¿Cuánto sacaste en la evaluación de matemáticas?
-Nueve –Le respondí a Valeria sin prestarle mucha atención a su curiosidad. Mientras acomodaba el bolso en mi pupitre.
-¡¿Nueve?! –Volvió a preguntar con cara de asombro. ¿Cómo fue eso posible, si yo saqué ocho? Fui yo quien te pasó las respuestas.

-Solo me pasaste el resultado número tres, también estudié, no soy tan tonta como crees.
-Nathalia, ese día dijiste que no te sabías nada. Y al parecer el profesor te regaló la nota.
-Pues, tuve suerte, quizá el profesor se enamoró de mí ¡ja,ja,ja! –Solté las carcajadas porque eso sería imposible. No hubiese estado bien que le rebelara que Darwin me puso buena nota solo para que le entregara una foto.
-¿En serio? ¿Hay algo entre ustedes? –Preguntó Valeria con asombro.
-No, para nada. Él me odia. Te lo decía en broma.
-Pero él te gusta, ¿verdad?

-¡No! ¿Por qué sigues insistiendo en eso? Sé que tengo que seguir estudiando para mis próximas evaluaciones –expresé para cambiar el tema.
Valeria fruncía el ceño mirándome con extrañeza, quizá yo era una persona rara para ella. Y eso no me importaba. Lo que me producía indignación era su inteligencia. Trataba de ocultarle mi vida y ella sacaba sus propias conclusiones.
Entró el profesor de matemáticas al salón de clases, me sorprendió el cambio repentino de mi estado emocional, mi corazón latió rápidamente y los nervios me subieron por las piernas. Su presencia no debía ser una sorpresa para mí ya que lo estábamos esperando. Le preguntaba a mi cuerpo que es lo que me estaba pasando, hasta que mi mente me empezó a contestar.
Toda la narración que me había contado Beatriz el sábado estaba pasando rápidamente por mi cabeza como una película retrospectiva, sobre todo aquél personaje desconocido que no se dejaba ver la cara en la escena de mis pensamientos, hasta que lo imaginé a él… ¿Será Darwin el padre de mi hija? Esta era la pregunta que me ponía los nervios de punta. Realmente no podía imaginar que él fuese el verdadero padre de mi hija. Ni siquiera me conocía de antes y para mí, lo vi por primera vez en una tienda, la segunda en un club y la tercera en el primer día en el aula.

Empezó a hablar para dar la clase, yo solo podía verlo con una cara de odio. -‘‘¿Quizá él sí sabe que soy la madre de la niña y fingió que no me conocía? Por eso me odia tanto y me arrebató la foto para que yo no me diese cuenta y no la recuperara’’ –pensé.
Los nervios en mi cuerpo se convirtieron en odio desesperado. ‘‘Tan santo que se veía ese hombre y era el destructor de mi vida. Me arrebató lo que más amaba en el mundo’’.
Bajé la mirada directo a mi cuaderno, no podía seguir observando al secuestrador de mi bebé quedándome con las manos cruzadas. En ese momento deseaba tener una pistola en mis manos y dispararle de una vez o mejor, amenazarlo, para que me entregara a la pequeña.
Pero. ¿Qué podría hacer yo si era una adolescente menor de edad? -Si tuviese ayuda iría a la policía para demandarlo- Mis tíos no me apoyaban y no tenía a más nadie, nadie quien me pudiese ayudar, nadie en quien confiar. Eso debía resolverlo sola. O darle de su propia medicina…
-Voy a buscar a la niña y secuestrármela y llevármela lejos- Esa fue mi decisión, de modo que me vino la interrogante- ¿Dónde está? ¿En qué lugar la puedo conseguir?
-¡Profesor! -Pegué una carrera para alcánzalo antes de que saliera del salón.
-Dime, ¿entendiste la explicación de hoy? –Me preguntó sin dirigirme la mirada.
-Algo –le contesté. En realidad no había prestado atención a nada por andar pensando en mi problema que lo involucraba a él mismo. Sentía odio. Quería descuartizarlo. Pero eso no me ayudaría a encontrar a la pequeña, así que debía mostrarme cariñosa, y hacerle pensar que me agradaba – ¿Cómo ha estado?, ¿Cómo pasó el fin de semana? –Le pregunté.
-En mis asuntos ¿Y tú? Lo que no hallas entendido pregúntaselo a tu amiga Valeria, en la próxima evaluación no te voy a ayudar.
-Ya veo que no me ayudarás y no soy tan tonta para que me regalen la nota, puedo pasar la evaluación por mi cuenta –Expresé en tono serio debido a la molestia que sentí por su comentario. Luego sonreí al acordarme de mi propósito- ¿Y su hija cómo está?
-Bien, y no me vuelvas a preguntar por ella, se supone que nadie aquí en la escuela debe saber que soy padre.
-Yo no rebelaré tu secreto, solo quiero algún día poderla conocer. Me imagino que debe parecerse mucho a ti, si es así debe ser muy bonita teniendo un padre tan guapo como usted ¿Sacó tus ojos?
-Nathalia ¿Acaso no recuerdas que te dije que te distanciaras lo más que pudieras de mí? No te estés insinuando que soy un hombre casado.
-¡¿Crees que estoy coqueteando contigo?! Solo pensé que como nos conocíamos podíamos llegar a ser buenos amigos.
-Para que quiero de amiga a una colegiala, algo tonta y poco estudiosa –expresó Darwin con arrogancia.
-¡Deja de decirme que soy tonta! No entiendo por qué me odias si yo no te he hecho nada malo. Pensé que habíamos superado nuestro conflicto.
-Solo digo que si yo te gusto no tienes oportunidad conmigo, la escuela es grande, ve a seducir a otro adolescente que se acerque a tu edad.
-¡Yo no te estoy seduciendo! Y por la arrogancia como te comportas ya no quiero ser amiga tuya, creí que eras una buena persona. ¡Ay sí! –Expresé en tono sarcástico- ¡Como eres el profesor más joven y supuestamente guapo asumes que todas las chicas están enamoradas de ti! Para que sepas, no formo parte de ese círculo, solo contigo buscaba una amistad.
Me di la espalda y me retiré primero analizando que metí la pata al comportarme de esa manera. Se suponía que lo convencería de que aceptara mi amistad. En cambio, le dije que no quería ser su amiga por su manera de ser.
Caminé hacia el área central de la escuela, me senté en un banco aislado tratando de analizar cuál sería mi próximo paso. Cambiarme de cara y llegarle a él como otra persona sería la mejor opción, pero en el siglo veintiuno esas cosas aun no existen.
-Debo ver a la niña, tengo que conocer a su hija –Dije para mí misma esperando una estrella fugaz que me diera una señal indicándome que hacer- Si supiera donde vive…- Y un chispazo vino a mi cabeza cuando Darwin me pasó por el frente en dirección a la salida de la escuela –.Es mi oportunidad, debo seguirlo hasta su casa para hallar a la menor. No tengo otra opción.
Pedí un taxi frente del portón y cuando la camioneta negra arrancó le sugerí al chofer que lo siguiera hasta que aquél auto se detuviera.
Mis nervios estaban de punta cuando solo andábamos por la avenida. El chofer me miraba serio mientras conducía, él asumía que yo espiaba a alguien, entendí que no me preguntó nada al respecto de modo que solo le interesaba marcar las rutas para luego cobrarme el efectivo. El viaje fue corto.
-¿El profesor vive en pleno centro? -Me pregunté luego de bajarme y observar que a mí alrededor, estaba repletos de locales comerciales-. Quizá en un apartamento de estos edificios- asentí observando hacía arriba, luego apuré mi paso para no perder de vista a Darwin, que cruzó la calle luego de dejar su auto estacionado- Por fin, es mi oportunidad, observaré donde vive. Crucé los dedos mientras lo seguía esperando que la bebé se apareciera frente a mis ojos.