Capítulo 16
1290palabras
2023-04-12 06:01
-‘‘¿Realmente es necesario para mi encontrar a mi hija?’’ –Me realicé esta pregunta mental. Y dudé la manera de respondérmela- ‘‘Quizá alguien la está cuidando mejor que yo… ¿y si no es así?’’ ‘‘O probablemente esté en un orfanato y me la estén maltratando… O puede que en realidad haya muerto’’… -¡Cuéntame, explícame lo que te dijeron en el hospital! –Exclamé sin pensarlo más.
-No me fue fácil. En los archivos había pocas cosas escritas. Tuve que ayudarme de personas que sabían tu caso, y por la confianza que les tengo me lo hicieron saber.
-¿Qué fue lo que te hicieron saber? –Pregunté con impaciencia para que no diera más rodeos en contarme todo el chisme.
Parada frente a la puerta trasera de su casa blanca empezó a narrarme todo lo sucedido…
-Llegué al hospital un lunes por la mañana como de costumbre. Aproveché que ese día estaba suplantando a la enfermera de maternidad. Por esa razón estaba en esa área. Me acerqué a los archivadores para introducir una carpeta sobre una documentación de una madre recién parida. Localicé tu nombre y revisé tu registro. Puede que me haya topado con los originales de los que te entregaron a ti. Solo decía que distes a luz, la niña nació sana y te dieron de alta tres días después. Revisé un poco para descubrir si salía algún certificado de que tu hija estuvo en tratamiento como te lo hicieron saber tus padres, o tus tíos, como los llamas.
-¿Y encontraste algo sobre eso? -La interrumpí con esta pregunta. Me estaba desesperando.
-Nada. A la niña le dieron de alta el mismo día que a ti.
-Sabía que mis tíos tenían algo que ver. ¡Me engañaron diciéndome que la criatura había muerto! –Grité de forma desesperada.
-¡Beatriz! Aquí estas. Mamá te está buscando.
-Dile que ahorita voy –Le expresó la cumpleañera a una niña como de doce años que se asomó al jardín donde estábamos.
-¿Es tu hermana? -Le pregunté.
-Sí, es mi hermana menor Rassell.
-Anda, yo ya debo irme –Insinué darme la espalda cuando ella llamó mi atención.
-¡Espera! Eso no es todo.
-Me dijiste lo mismo que me había dicho la secretaria el otro día. No estaba enferma, no la sometieron a tratamientos, no murió. Nadie sabe nada.
-Ese día pensé que sería toda la información que te conseguiría. También asumí, nadie sabe nada. Pero en el transcurso de la semana me enteré de algo que quizá te ayude a localizarla.
-¡Beatriz!
Escuché que volvieron a llamar su nombre. Me alejé un poco de la puerta y ella siguió mis pasos. Para evitar nuevamente interrupciones.
-Continúa, ¿qué más descubriste? –Pregunté.
-Desde que llegué al hospital a realizar las pasantías me hice amiga de una señora de mantenimiento. Por alguna razón nos caímos bien y nos apoyábamos, compartíamos almuerzos, y como es de bajos recursos yo la ayudaba con ropa para su hija y cosas que ella podía necesitar. Me encontró pensando en voz alta, y le comenté un poco lo que buscaba, le empecé a detallar más el asunto cuando me dio razones para intuir que conocía un poco tu caso –siguió explicando Beatriz.
-¿Una señora de limpieza? ¿Conocía mi caso? –Interrogué con cara de repulsión. Pensando que jamás caería tan bajo mezclándome con ese tipo de personas.
-No fue fácil sacarle las palabras, tuve que darle dinero para que me contara.
-¡Aparte de chismosa espera que la chantajees! Por lo que me dices se ve que es poco humilde de corazón –expresé con arrogancia.
-No importa como sea la mujer. ¡Escúchame!
-¿Y crees que lo que te comentó fue verdad? –Quería ponerla a dudar, estaba cansada de escuchar informaciones falsas sobre mi hija.
-Tengo mucho rato fuera de la fiesta, soy la cumpleañera, así que quiero que me escuches esta parte y luego tú sacarás tus propias conclusiones.
-Está bien, dime -Guardé silencio para no seguir interrumpiéndola, ya me estaba dando frio y lo que quería era salir de ese lugar. Ella insistía en contarme lo que le dijo la simple señora de limpieza. Beatriz continuó.
-Aquella me contó que limpiaba la oficina de los doctores hace casi un año, reconocía la cara de todos, hasta que se apareció un hombre con bata blanca, no poseía guantes ni accesorios de chequeo. Al principio pensó que era un pasante por lo joven, pero luego asumió que podría ser un especialista de otro hospital, una doctora le entregaba una prueba de ADN. La señora vaciaba la papelera en un contenedor grande y volteó la cara cuando aquel dijo emocionado… ¡Soy el papá!
-¿El papá de quién? – Le pregunté interrumpiendo su narración. Se me espeluscó el cuerpo cuando escuché ese relato de la voz de Beatriz. No podría tratarse de mi hija. Rogaba que estuviese hablando de otro infante.
-Al principio la señora no le dio importancia hasta que empezó a escuchar una conversación –Beatriz continuó con la explicación- ‘‘Tráeme a la niña’’ ‘‘aún no, la mamá aún está en la sala de hospitalización, pero todo está saliendo como lo planeamos, pasaré a la recién nacida a la sala de tratamientos hasta que la mamá se valla’’. Esta era la conversación del doctor joven con una enfermera. La señora me dijo que desde el baño escuchó los gritos que provenían de la sala doce, parecía que a una chica le había dado un ataque y se la iban a llevar a otro hospital para un tratamiento intenso psicológico.
-¡Yo no estaba loca! –Le expresé con lágrimas en los ojos al darme cuenta de que hablaba de mí, eso era seguro- Solo esperaban a que me dieran de alta para regresar a mi casa con la bebé.
-Margaret me dijo que fueron tus tíos ¿verdad? Ellos tomaron la decisión de internarte para que dejaras los vicios.
-¡Yo no consumía más Beatriz! Cuando me enteré de mi embarazo reduje los estupefacientes hasta eliminarlos por completo. Eso fue una trampa, me dijiste que fue una trampa ¿cierto?
-Te estoy explicando lo que me dijo la señora de mantenimiento del hospital. Voy a terminar de contarte para que puedas descubrir lo que pasó.
-De acuerdo, continúa –Asentí.
-Hasta ahora ella no había relacionado el misterioso doctor con la chica de los gritos de la sala doce. La señora preparaba el trapeador para pasar coleto en el pasillo y vio a la enfermera entregándole una bebé recién nacida, él se quitó la bata blanca, la colgó en su brazo y cargó a la bebé para irse. Lo que a la señora le impresionó era que salió por la puerta trasera del hospital, solo asumió que podría tener el carro estacionado de ese lado. Cuando hablé con la testigo entre ella y yo pegamos el rompecabezas. Si la criatura era tuya probablemente aquel salió de manera fugitiva.
Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos al escuchar todo ese relato. Mi corazón me decía que era una explicación verdadera.
-Así que… ¿a mi bebé la secuestraron? –Pregunté.
-Solo debes buscar al hombre que te embarazó y quitársela, es todo.
-¿El hombre quien me embarazó? Pero si jamás lo supe. Esa era una época rebelde donde estuve con varios y realmente no sé quién es el padre de mi hija –expresé con voz tambaleando por las ganas de soltar el llanto.
-Así se te hará difícil encontrarla, al menos ya sabes que está viva. Tengo que entrar. ¿Vienes?
-En un rato –Le dije a Beatriz y vi cómo se retiraba. La música sonaba fuerte y yo recostada en una ventana trataba de procesar todo lo que me acababa de enterar- Es un secuestro, a mi bebé me la han secuestrado –Y me vino la interrogante- ¿Será Darwin? ¿Será el profesor de Matemáticas… el padre de mi hija?