Capítulo 15
1147palabras
2023-04-12 06:00
Esto no lo imaginaba cuando salí del centro de rehabilitación, aseguré que jamás volvería a un sitio como este, había prometido que me alejaría de mis antiguas amigas. Aunque lograron convencerme no estaba ahí por obligación. Debía introducirme al mar negro para encontrar más respuestas sobre mis dudas.
-Solo es un cumpleaños Nathalia –Me decía para calmar mis nervios cuando el olor a estupefacientes entraba por mis fosas nasales. ¿Por qué rechazaba tanto estos ambientes si esto ya lo viví? Quizá el tiempo que pasé internada me hizo superar estas cosas y al ver esas adolescentes inocentes de lo que destruiría sus vidas rodeadas de malas compañías, dejándose manosear con cualquiera para terminar embarazadas por una noche sin amor con un total desconocido.
Entré a la fiesta vestida con un atuendo azul marino y unos tacones negros, el tiempo que pasé arreglándome no me serviría de mucho porque ni una foto me iba a tomar. Solo debía ubicar a la cumpleañera e irme sin esperar que piquen la torta.

-¡Nathalia! ¡Me alegro que estés aquí! –Exclamó Margaret dándome un beso en la mejilla.
-También yo –Le dije. Mentira, no estaba contenta de estar ahí.
-¡Tan bella como siempre!
-Hola Lola, gracias, igual tú.
-¿Dónde está la cumpleañera? –Les pregunté.
-Probablemente en la cocina, esperémosla por aquí. Vamos a tomarnos unos tragos –expresó Margaret dirigiéndome hacia unas mesas.

Me senté en una mesa redonda vestida con manteles blancos y visualicé a mi otra amiga que se alejaba de nosotras.
-¿A dónde va Lola? –Imaginé que iba a llamar a la otra muchacha cuando hice la pregunta.
-Aquél es su novio, el de camisa azul –Dijo Margaret señalándome a un grupito de muchachos al cual Lola se dirigía – ¿Y tú? ¿Viniste sin acompañante?
-¿Tú dices un novio? No, ahorita no ando con hombres. Mi intención es graduarme.

-Nathalia ¿qué te sucede? Si antes salías con un chico diferente cada fin de semana.
-Y a raíz de eso salí embarazada de yo no sé quién y jamás conocí el verdadero amor.
-¿Amor? ¡Ja,ja,ja,ja! –Margaret soltó las carcajadas, yo la miré extrañada mientras me preguntaba la razón por la cual se burlaba. – El amor verdadero no existe, yo me enamoré perdidamente a los catorce años y francisco me engañó con una vecina. Fui una tonta, el jamás me amó. Fui un juguete para él. Así son los hombres, por eso soy yo quien ahora se aprovecha de ellos y ando con los que tienen dinero.
-Hablas como si fueses una cuarentona –le dije-. como yo, aún no has cumplido la mayoría de edad, lo que te pasó fue un simple romance adolecente ¿no tienes esperanza en conseguir a alguien que te quiera de verdad y tener una familia?
-Simplemente no creo lo que pintan las películas románticas. Por ahora vivo la vida y eso no me impedirá graduarme. Los hombres son para disfrutarlos, y solamente debes cuidar de tener protección la próxima vez.
-¡Yo me cansé de eso Margaret! –Dije con indignación-. Cuando tuve a la bebé me preguntaba quién me había embarazado y qué le podría contestar más adelante cuando me preguntara quién había sido su papá. Fuera decepcionante que se enterara que ella fue un accidente.
-Es la realidad. No sabes en que momento sucedió, no la buscaste y fuera un estorbo que la tuvieses.
-¡Claro que no! ¡Su nacimiento fue una bendición! -Levanté la voz para defender a la pequeña.
-¿Cómo asistirías a clases si tienes que dedicarle tiempo? Yo opino que deberías dejar de buscarla.
-No estoy de acuerdo con lo que me dices, ¡yo a ella si la quise y quiero recuperarla!
Ante mi expresión me levanté de la silla y me dirigí con frustración hacia el jardín de la casa. Llevé una botella conmigo y empecé a tomar de a sorbo.
-Yo tampoco creo en el amor. A diferencia de Margaret yo jamás he sentido aprecio y admiración por un hombre. Y con los que he estado me habían buscado por mi cara bonita, no porque le haya atraído algo interno de mí; por eso se aburrían y se acababa las cortas relaciones. ¡Mi vida es un asco! –Ante mi expresión se calló la botella, el vidrio no se partió al ser amortiguado por la grama y mientras miraba el líquido derramarse imaginaba todo el grave efecto que produciría el alcohol mi si la hubiese bebido toda; por ello no la levanté.
Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos cuando la noche oscurecía el ambiente cada vez más; Una gran nube tapó la luna llena y las estrellas desaparecieron de mi vista. Un viento fuerte trajo consigo pequeñas gotas de lluvia. Imaginé mi secado de cabello destruido y mi vestido empapado y eso no me importó.
-Quizá debería hacerle caso a Margaret –empecé a decirme mientras me mecía en el columpio- ¿Una adolescente como yo que apenas es mantenida por sus tíos cómo va a poder cuidar a una criatura?- Y no había ido a esa fiesta para divertirme, estaba ahí por una razón. Me iban a dar una posible información más sobre la pequeña, pero ahora, dudaba. ¿Realmente quiero encontrarla? ¿Qué haría si la consiguiera? ¿Sería una buena madre? –Debería rendirme –aseguré en ese momento- Si la niña está viva que la cuide alguien mejor que yo- Me levanté y antes de que empezara a llover fuerte me arrinconé bajo al techo detrás de la casa- cuando escampe saldré a la calle. O mejor pido un taxi. Incliné mi cabeza hacia mi celular cuando escuché que me llamaban.
-¡Nathalia!
Voltee y vi a una muchacha alta cabellos claros que se acercaba a mí. Yo no lograba reconocerla.
-Eres tú. ¿Cierto? Te veía en las fotos con mi prima. Soy Beatriz.
-Ah. Ok, la prima de Margaret ¡feliz cumpleaños! –Abrí mi bolso de mano y saqué una pequeña cajita. No acostumbraba a asistir a celebraciones con las manos vacías.
-¡Gracias! -Sonrió al recibir mi regalo.
-Disculpa pero tengo que irme, expresé con pena intentando dar la vuelta para retirarme.
-Espera, la fiesta apenas se va a poner buena.
-Me gustaría quedarme, pero me surgió un inconveniente –me excusé. Sabía el porqué ella me había invitado.
-¿Y no vas a esperar a escuchar lo que te tengo que decir?
-Ya no es importante, he decidido dejar de buscarla –le di la espalda.
-¡Así que toda la ‘‘maroma’’ que hice para conseguir la información fue para nada! ¿El favor que te hice ni siquiera me lo vas a agradecer?
Entendí que estaba siendo descortés. Aunque sea debía escucharla y ya la curiosidad me estaba empezando a subir por todo el cuerpo.
-¿Eres enfermera del hospital? –Pregunté luego de voltear y verle la cara con su ceño fruncido. Me sorprendió porque se había molestado y se preocupaba tanto porque le prestara atención. Quizá su investigación le había llevado a descubrir algo importante sobre mi hija.