Capítulo 12
1243palabras
2023-04-12 05:59
-Cuéntenme ¿Cómo van las clases? ¿Son complicadas las materias del último año? –Pregunté al acercarme a las muchachas, debía entrar primero en confianza.
-Pues sí, hay unas materias que no logro prestarle atención –expresó Margaret después de darle un sorbo al refresco.
-Voy a reunir un dinero para chantajear al profesor que intente rasparme una materia. Deseo salir ya de esta escuela -Dijo Lola dándole un bocado al desayuno.
-¿Y por qué no estudian? Solo deben aprenderse las lecciones –Mis palabras parecieron ser de un extraterrestre al mencionarlas, ambas chicas me miraron con extrañeza.
-¿Estudiar? Eso es para nerd. Nosotras siempre hemos pasado de grado cumpliendo con el horario y saliendo bien en las evaluaciones escribiendo lo poco que nuestro cerebro entendió.
-Opino lo mismo que Lola –expresó Margaret- No parecen cosas tuyas Nathalia, siempre fuiste la menos estudiosa de la clase.
-Porque ustedes tuvieron más dinero que yo y acostumbraron a comprar a los profesores –expresé con seriedad.
-No a todos, solo a los de las materias más complicadas –dijo Lola.
Voltee la mirada. Me causó envidia que ellas estuviesen dos años adelantados, también deseaba culminar mis estudios. En ese momento tenía intenciones de levantarme de la silla y salir del cafetín, pero tomé un sorbo de refresco para calmar mi estado emocional al acordarme de mi objetivo.
-No me han preguntado por mi bebé. Dijeron que querían ser madrinas de la niña y ¿ya se olvidaron de su existencia? –Expresé esas palabras para saber que decían. Me miraron con cara de asombro e incomodidad antes de contestar.
-Carlotas nos mencionó que había muerto. No queríamos conversar contigo sobre eso, el recuerdo te pudo haber afectado emocionalmente.
-¿Cómo se enteraron? ¿Porque no me lo dijeron? ¡Lo supe después de salir del hospital!
-Los siento, es que tu tía no quería que habláramos contigo. Estamos muy tristes por eso.
-¿Y si les dijera que todo es una mentira y mi hija aún está con vida?
-¿Qué? ¿En serio?
-Cuando se nos muere un ser querido nos cuesta aceptarlo, pero tarde o temprano debemos seguir con nuestras vidas.
-No es eso Lola, mi hija probablemente no murió. ¿Acaso fueron a su funeral?
-No, escuché que solo le hicieron un rezo entre familiares. No nos invitaron.
-Les voy a contar algo y espero que me entiendan –expresé con voz temerosa.
-Vamos a salir a un lugar más tranquilo –sugirió Margaret, entendí que era para que nadie oyera nuestra conversación.
- De acuerdo –afirmé.
Minutos después al acercarnos bajo la sombra del árbol de mango continué.
-Conseguí una pista, que me hace pensar que la niña está viva.
-¿Qué clase de pista es?
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Solo ayúdenme a salir de las dudas por favor –Sugerí en modo melancólico. Mi intención no era darles más explicaciones.
-¿En qué te podemos ayudar? –Preguntó Margaret, su expresión facial indicaba que en realidad le preocupaba mi situación.
-En el hospital… aquel viernes -Empecé a contarles- hace casi un año fue el último día que vi a mi hija. Me estaban haciendo un chequeo, empaqué mis cosas al decirme que me darían de alta, pero mi carta fue para un traslado directamente al centro de rehabilitación sin mi consentimiento –Seguí explicando- Al preguntar que iba a ser de la niña mis tíos me aseguraron que se harían cargo de cuidarla.
-¿Y ellos no tuvieron algo que ver? –Opinó Lola.
-Dijeron que al regresar les dijeron que la niña debían estudiarla por unos días, pero después le dieron la trágica noticia de que había fallecido.
-Eso en realidad esta raro. Los primeros sospechosos son Carlotas y Bryan.
-Quizá si Lola. Pero sus rostros parecen inocentes.
-Pues llama a la policía. Que investiguen.
-Es buena idea Margaret, para ello necesito pruebas. Acompáñenme al hospital.
***
Yo estaba asustada, temerosa de lo que podría conseguir. Respiré profundo al entrar al terreno de los hechos.
-Buenas, soy Nathalia Bermúdez, hace ocho meses di a luz a una niña. Necesito revisar mi historia. Debo comprobar la razón por la cual se agravó hasta morir.
-Bueno, déjeme ver si la asistente está desocupada para que busque ese historial. Espérate por ahí cerca.
Mis amigas me acompañaron a un asiento, estaban calladas cuando esperaban la respuesta, pero al pasar los minutos, el tiempo esparció la tensión.
-¿La razón por la cual murió? –Preguntó Lola entre quejas- se supone que tú crees que la bebé está viva ¿Verdad?
-Claro, pero eso no fue lo que expresaron los doctores a mis tíos. Todo lo que ocurre aquí en el hospital lo pasan por escrito. Si fue verdad y falleció por muerte natural debe estar registrado.
-¿Y que vas a hacer si eso está anotado? Dijiste que habías encontrado una pista ¿cierto? ¿Y está en este lugar? –Las interrogantes de Laura produjeron que las lágrimas se me salieran, no quería llorar en un lugar público, hasta que mis ojos aguados rebosaron de la tristeza que estaba sintiendo.
-La pista que conseguí no tiene nada que ver con el hospital. Solo quiero ir a la raíz primero –Aseguré.
-¡Nathalia! – La enfermera me llamó con voz alta por mi nombre.
Me levanté, rosé mis dedos sobre mis párpados para eliminar los rastros de mis lágrimas. Me acerqué a la recepción. Mis amigas siguieron mis pasos.
-Conseguí la carpeta. No solemos dar este tipo de informaciones a los pacientes. Cuando una mujer da a Luz, se le dan sus documentos de una vez. A usted le debieron de entregar la copia.
-¡Pero no la tengo! Hubo un error –Los nervios se expresaban en mi mirada, al presentir que la enfermera dudaba en ayudarme.
-¿Cómo se llama la niña?
-¡¿Qué?! –Dije al sorprenderme de la pregunta.
-¿Cómo se llama tu hija? –Insistió.
-Un bebé recién nacido ni siquiera se ha presentado –expresé.
-Menciona el nombre que querías ponerle –dijo Lola.
-Inventa uno si no te acuerdas –Me susurró Margaret al oído.
-Natha…ly ¡Nathaly! Casi como yo -Al decir esto la señora empezó a hojear la carpeta. Asumí que estaba buscando el nombre que acababa de mencionar; sabía que ahí no lo encontraría.
-¿Dijiste que tu hijo murió? -Me preguntó frunciendo el ceño de la extrañeza.
-¿No fue así? –Indagué sorprendida y temerosa.
-Solo que, aquí hay poca información… Vente, vamos a la oficina de registros natales.
Caminé detrás de la enfermera que sostenía la carpeta. Quería arrancársela de las manos. Apenas podía dar pasos, las piernas me temblaban de los nervios. ¿Por qué simplemente no me entregaba mis documentos para yo misma revisarlos? Me estaba desesperando.
Lo que empezó a observar mis ojos produjo el latir fuerte de mi corazón. Entramos al área de maternidad. Las cortinas de muñequitos adornaban las habitaciones, aquellas se percibían a través de los cristales de las ventanas.
Mis pupilas se empañaron cuando mi mente trajo aquel recuerdo… Había estado feliz, muy feliz. El dolor del parto fue insignificante comparado con poseer la alegría de tener a mi criatura en los brazos- ‘‘¡¿Quién me arrebató ese sentir?! ¿¡Por qué me hicieron eso!? ¿¡Qué hice yo para merecerlo!?’’ -Exclamaba entre mis pensamientos.
Al voltear a la derecha observaba a través de los vidrios de las paredes a bebés recién nacidos en incubadoras. El llanto de uno de ellos me partió el alma. Me imaginaba a la mía llorar por su madre o llorar porque la vida se le estaba acabando… Y debía encontrar la respuesta ya a mi gran pregunta… ¿Mi hija está viva o realmente falleció?