Capítulo 11
1227palabras
2023-04-12 05:58
Las doce de la noche marcaba la hora en mi celular cuando yo aún no podía dormir, solo el foco de la lámpara de noche alumbraba un área, el de mi cama, donde me situaba acostada de cúbito abdominal. Miraba fijamente el par de fotografías en mi mano cuando mi mente trataba de encontrar una explicación.
Ante el desespero, tomé mi celular y marqué la llamada de un número.
-¡Aló! –Escuché entre bostezos la voz de mi amiga.

-Hola Valeria, quiero preguntarte ¿desde cuando conoces al profesor Darwin? –Me acerqué a la bocina mientras hablaba suave.
-¡Qué! ¿Tanto te gusta como para que me llames a esta hora preguntándome por él? –Me respondió con otra interrogante a través de la línea telefónica.
-¡Oh no! No es que me guste, solo que tengo curiosidad –expresé entre nervios, me sorprendió lo que ella acababa de opinar.
-No tienes que negármelo, a todas le atrae.
-Entiéndeme, se trata sobre otra cosa –Insistí en que borrara esa idea.
-No me acompañaste a la biblioteca esta mañana porque tenías que hacer otras cosas, o eso me habías mencionado y cuando volteé estabas hablando largo rato con él. Si deseas conocer su vida solo tienes que preguntárselo, es una costumbre de Laura y Ritzelis, así que dudo que no te conteste.

-Valeria entiéndeme, no me la paso coqueteándole como lo hacen ellas. Simplemente respóndeme ¿tiene familia? Escuché que estaba casado ¿hijos pequeños?
-Es difícil afirmarte o negarte tus preguntas, él poco habla de sí mismo. A mí me parece un hombre soltero y sin compromisos, por lo joven. O es lo que él quiere aparentar en la escuela.
-Te comprendo. A él lo…
-Hablamos mañana, tengo que dormir –expresó Valeria antes de colgar.

Sentí que me había dejado con las palabras en la boca, aún tenía cosas que preguntarle y aquella interrogante quedó flotando en mi cabeza ¿Desde cuando Darwin da clases en la escuela? ¿Hace un año?...
Apagué la luz para conciliar el sueño, pero en vez de eso a mi mente llegaron unas ráfagas de dudas… ‘‘Nosotros no parecíamos habernos conocido antes, ¿cómo puede ser él?... El padre de mi hija’’.
***
-¡Ojalá esta sea mi materia favorita! -Dije mientras caminaba observando del pecho hasta los pies mi cómodo uniforme- Solo tengo que hacer ejercicios y jugar con la pelota para obtener buenas calificaciones. Para ir calentando apresuré mi paso dando brincos desde que entré a la escuela. Debía recorrer algunos kilómetros para llegar a la cancha respectiva donde el profesor daría la clase.
Manteniendo el trote situaba la mirada hacia el frente y sin percatarme un mal salto produjo que mi cuerpo se fuera hacia adelante, instintivamente presioné mis palmas sobre el asfalto evitando que un golpe duro hiciera sangrar mi cabeza. Varias risitas me hicieron voltear y darme cuenta con qué había tropezado.
Reconocí el rostro de Juan Carlos que recogió su pierna manteniendo una sonrisa de oreja a oreja, luego di un barrido a las caras de sus compañeros de al lado, igualaban su expresión.
-¡¿Me metiste el pié para que me callera a propósito?! –Expresé con ira mientras me levantaba y sacudía mi pantalón negro de algodón.
-¡Hola Nathalia! –Dijo mi ex amiga Margaret mientras permanecía sentada en un banco.
-¡Como ahora tienes nuevos amigos ni nos habla! –exclamó Lola mascando un chicle.
-Le mencioné a los chicos que ya te habían sacado de la prisión y aún no te reúnes con nosotros –Margaret señaló a Pedro y a Juan Carlos que estaban a su lado y este último se acercó a mí.
-No era para hacerte daño, te habíamos visto varias veces y nunca te acercaste a saludarnos. Estiré la pierna para llamar tu atención –Colocó su mano derecha sobre mi hombro.
-Pues ya no esperaba dirigirles la palabra –Sacudí mi brazo para que dejara de tocarme-. Por culpa de sus malas juntillas me recluyeron en aquel horrendo hospital que me produjo la pérdida del año escolar.
-Oye, no fue culpa nuestra. Fueron tus tíos, ellos son lo que están locos al ocurrírseles llevarte a ese lugar – Insistió Juan.
-No recibí ni una llamada y mucho menos una visita de ninguno. Me sentía sola, desesperada. A ustedes no los puedo llamar amigos.
-Lamentamos eso –Lola bajó la cabeza- Pensé que no querías ver a nadie, Carlotas nos lo hizo saber.
-¿No te pusiste a pensar que quizá ella mintió para que no se acercaran a mí? Y ahora soy yo que quiere alejarse de ustedes –expresé con seriedad.
-Jamás hicimos nada malo para convertirnos en tus enemigos –Habló Pedro, que escuchaba la conversación desde el muro de piedra donde estaba sentado.
-Tengo clase, ya voy retrasada.
-Reúnete con nosotros a la hora del receso, hablaremos. De verdad extrañamos tu compañía –Insistió Margaret.
-Lo pensaré, hasta luego –Con la cara triste me dirigí hacia la clase de educación física. También extrañaba los ratos buenos con ellos. Pero debía alejarme para jamás volver a caer en los vicios.
-Nathalia ¡¿por qué llegas tarde?!
-No es tan tarde, me demoré un poco porque que me tropecé y me caí –Mostré mis manos un poco sucia y estropeadas.
-Espero que te comportes en este nuevo año y asistas a las clases regularmente, sino quieres que te vuelva a reprobar.
Me dirigí a la fila con un poco de vergüenza por lo que el profesor acababa de mencionar en voz alta, mis nuevos compañeros me veían con extrañeza, ya Suárez me estaba catalogado como una mala conducta. Se me iba a ser difícil borrarle esa imagen de mi personalidad anterior. Yo había decidido que sería aplicada. Mi objetivo era graduarme de la preparatoria para poder valerme por mi misma. Sin mis tíos yo no sería nadie y mi mayor temor era que la pobreza pudiese aparecerse en mi vida hasta ahorcarme de la desesperación.
-Nathalia, disculpa que te halla cortado la llamada anoche, el sueño me vencía por completo. ¿Había otra cosa que me querías preguntar? -dijo Valeria cuando corríamos en la pista de relevo para la práctica de atletismo.
-Sí, pero ahorita no me acuerdo lo que quería saber –dije para no mencionar más sobre él. No quería que Valeria siguiera pensado que intentaba conquistar a nuestro profesor de matemáticas.
-Lo que sé de Darwin es que nos empezó a dar clases el año pasado, lo había visto con varias chicas diferentes. Por eso solo pensé que andaba en búsqueda de la mujer de su vida. Me sorprendió cuando mencionaste que estaba casado. El jamás habló sobre un matrimonio.
-¿Y menos que su novia estaba embarazada? ¿Sabías que es papá?
-¡¿Qué?! ¡¿Tiene un hijo?! –Exclamó con la boca abierta- Sabes de él más que yo, echa el cuento.
-Solo escuché Valeria, no estoy segura –expresé con media sonrisa, no podía darle más explicaciones. Ya que quizá yo estaba involucrada en su vida. O quizás no, ¿sería posible? -‘‘¿Será él el padre de mi hija?’’.
Esa interrogante estaba permanente en mi cabeza. Tenía que encontrar la respuesta de una vez, y para lograrlo debía volver al pasado de mis recuerdos. Descubrir que pasó en aquel momento en el hospital después de dar a luz a mi hija.
Así que con mucho temor debía aceptar el reencuentro con mis antiguos amigos, solo ellos conocían a la persona que fui, lo que hice y probablemente me ayudarán a descubrir lo que pasó.