Capítulo 13
1227palabras
2023-04-12 05:59
Entré por la puerta de la respectiva oficina, visualicé como la enfermera le entregó la carpeta a la señora situada en su escritorio explicándole algunas cosas. Yo me sentía pálida, y mis pies estaban estáticos.
-Adelante –La enfermera sugirió que me sentara en la silla frente a la secretaria, mientras ella salía para seguir con su trabajo.
Me acerqué, la preocupación aumentaba y solo esperaba silenciosamente las palabras que pudiese decirme la señora frente a mí.

Tardó unos segundos en revisar mi historial. Se levantó, se dirigió hacia otra habitación interna y a los pocos segundos regresó y se dirigió a mí.
-Necesito tu identificación.
Abrí el bolsillo pequeño de mi cartera, saqué mi billetera femenina y le entregué mis documentos. Observé como los comparó con el registro de unas de las páginas. Yo quería que abriera la boca de una vez y que me contara todo lo que necesitaba saber. Hasta que mi deseo se cumplió.
-Distes a luz a una niña el diecisiete de agosto del año pasado a las ocho de la noche –empezó a contarme eso que ya sabía. Continuó- La niña nació sana. Estuvieron varios días en chequeo… Eso no entiendo por qué. Y el veintiuno del mes se les dio de alta a las dos.
-¡No me dieron de Alta, me trasladaron a otro hospital psiquiátrico donde me internaron por seis horribles meses! –Exclamé en voz alta debido a la ira que sentí.
-Eso es verdad, conseguí otra historia tuya que lo especifica. No lo veas como algo malo. Tus padres pagaron para que te liberaran de los malos vicios. Esos sitios no son gratis.

-¡Yo no estaba loca! Había dejado de consumir –Dije entre llantos- No disfruté a mi hija. ¡Me la arrebataron! ¡¿Cómo murió?! ¡Explícame como pudo morir!
-¿Qué? ¿Está muerta? ¿Cómo pasó eso? –Preguntó ella con extrañeza.
-¿Acaso usted no sabe? ¿No está ahí escrito? –Interrogué.
Ante la mirada de asombro que tenía la mujer me incliné para tomar la carpeta. Desesperadamente empecé a hojearla sin encontrar alguna página que me diera una explicación.

-¡¿Dónde está escrito?!
-Ahí no hay nada referente a eso. Si usted está segura de que falleció quizá la trataron en la morgue de otro hospital.
-Como la van a tratar en otro lugar si estaba conmigo. Ni su cuerpo sin vida salió de aquí.
-¿De qué cosas hablas? –Dijo la secretaria en tono molesta- Claro que me acuerdo de ti. El día en que te dieron de alta saliste con la niña, ella estaba sana. Si algo le pasó ya no asumimos la responsabilidad.
-¿Salió conmigo? Así que fue mentira que la niña murió en el hospital.
-No sé quién te habrá dicho eso. No me extraña, esas cosas pasas. Pero te aseguro que si le ocurrió algo después, la llevaron a otro centro médico. Aquí no regresó.
Ante el comentario de la secretaria tomé mis copias y salí de aquella oficina, con la evidencia en mi mano que la niña estaba viva. No me sentía alegre porque eso yo lo intuía. Estaba mal. Mi corazón se arrugaba de lo engañada que había sido.
Llegué a mi casa y los encargados de cuidarme no se encontraban. Y dije los encargados porque a ellos ya no podía llamarlos tíos. ¿Por qué me engañaron? Y ¿qué fue lo que pasó en realidad? Eran las interrogantes que ahora surgían en mi cabeza.
Pero repentinamente a mi mete llegó la otra duda…
-¿Y si fue así como dijo la secretaria? ¿Qué le sucedió algo malo después y la llevaron a otro hospital? –Hubiera podido recorrer todos los hospitales de la ciudad para encontrar esa respuesta; y eso sería difícil, al no poseer identificación de la niña más que su pequeña huella dactilar. -Aunque esto y la foto pudiesen ser recursos para ubicarla si estuviese viva. Ya ha pasado casi un año. Debo moverme rápido antes de que crezca más y se me haga difícil reconocerla.
****
-Esta es mi materia menos favorita. Y más porque odio al profesor.
-¿Lo odias? Pensé que te gustaba.
-Pues te equivocas. Te mencioné que preguntaba por él solo por curiosidad.
-¿Algo que no me cuentas? –Valeria me miró con cara de picardía como para que le comentara algún chisme personal.
-No es nada. Solo espero no haber raspado la evaluación de la semana pasada –Le dije para que olvidara ese tema. Realmente esa semana cumplía un mes en ese nuevo año escolar y aún no podía considerarla mi amiga, aunque su compañía me servía para no andar totalmente sola, tenía claro que no debía confiar en nadie.
-Si entendieras la materia te gustará, lo aseguro. La matemática es muy bonita.
Casi vomité con el siguiente comentario de Valeria. Y coloqué una expresión complicada.
-Vengo a la escuela por obligación y esos números y ejercicios jamás me van a agradar –expresé en tono fuerte y ella me quedó mirando como si esperaba que yo entendiese su manera de pensar.
-‘‘¿Cómo puede pensar Valeria que me gusta ese?’’- Me pregunté mentalmente cuando lo observé entrar al salón, su actitud ya me desagradaba. Y con solo imaginar que había pasado una noche con él me sentía avergonzada. -Pero solo una noche… esa. Es imposible que ese señor pudiera ser el padre de mi hija; era ilógico que me hubiera acostado con él antes de salir embarazada.
Mis pensamientos preocupantes impedía que me concentrara en la clase, solo miraba mi reloj de pulsera fijándome en las agujas avanzar rápidamente y las apuraba para que marcara la hora de salir a desayunar.
Mi atención se dirigió hacia el frente cuando el profesor empezó a entregar los exámenes. Mis compañeros se levantaban graneadamente al escuchar sus nombres. Darwin los llamaba uno por uno; yo esperaba con un poco de impaciencia que dijera Nathalia, pero eso no ocurrió…
-¡Profesor! ¿¡Dónde está mi examen!? –Pregunté al acercarme al él cuando todos los demás salían del salón. Había terminado la clase.
-¿Me trajiste lo que te pedí?
-¿Que me pediste? -Me enojé. Una cosa es que quisiera rasparme, pero el dejarme sin alguna nota era demasiado. Se estaba tornando muy personal.
-La foto ¿Conseguiste la foto?
Caí en cuenta lo que esperaba de mí, pero no podía entregársela hasta no dar con el paradero de mi hija.
-Yo no tengo nada tuyo -Mentí.
-Teníamos un trato. Tú me conseguías la foto y yo te colocaba una buena calificación.
-No soy como mis ex amigas que compra a los profesores. No me gustan los chantajes –expresé con orgullo. ¿Y qué harás si no te conseguí tu foto?
-Te puedo dar una oportunidad más, síguela buscando para la próxima clase –El profesor Darwin tomó su maletín y dio un paso para retirarse. Me le paré al frente.
-¿Piensas que no acerté ningún ejercicio en la evaluación como para que no me des una nota ahora? ¿¡Qué tan importante es esa bendita foto para ti!?
-Es la única que tengo de mi hija cuando estaba recién nacida.
-¿Y cuántos tiene ahorita?
-Va para un año.
Ante sus palabras quedé pensativa. Por unos días no podía creerlo. Pensé que quizá solo era una foto parecida, pero ¿cómo podía engañar a mis ojos si ambas son del mismo ángulo? Me costaba creer que él era el padre de mi hija. ¿Cómo la pequeña pudo llegar a su cargo? Y esta pregunta podría tener muchas respuestas…