Capítulo 7
1264palabras
2023-04-12 05:51
-¡Tú crees que va a estudiar ahora! Siempre fue una alumna con malas calificaciones, probablemente valla es a meterse en problemas.
-Tenemos que impulsarla a pasar de grado, que le guste aprender.
-¿Qué objetivo tendrá pasar de grados Carlota? Ella no es para nada inteligente. Nuestro anhelo siempre fue que entrara en la universidad y se preparara en una carrera profesional, pero sabemos que eso difícilmente sucederá. Las universidades son costosas para los que entran por palanca. Jamás conseguirá una beca y no va a querer trabajar.
-¿Estás prediciendo un futuro negativo? Veo que no tienes fe en que ella pueda cambiar.
-Ella puede mejorar su vida si hacemos lo que te propongo…
Interrumpí la conversación de mis tíos con mi presencia en la sala. Asumí que en realidad estaban hablando de mí.
-¿Que hacen? –Pregunté al notar la extrañeza de sus posiciones, estaban sentados frente al televisor cuando el objeto estaba apagado.
-Reposando el almuerzo –expresó Bryan tomando el control remoto y apuntando hacia el televisor para encenderla.
-En la cocina están las ollas con comida. Sírvete a tu gusto –Me dijo Carlotas y sus ojos esperaban a que yo siguiera mi paso.
Detrás de la pared levanté mi oreja para seguir oyendo lo que ocultaban…
-Hay que analizar bien eso. No podemos tomar una decisión apresurada –Expresó la voz femenina de mi tía.
Al callar ellos sus palabras me dirigí a mi habitación a cambiarme el uniforme. Mi mente repetía una y otra vez la conversación que acababa de escuchar con el fin de traducirlas. Coloqué una cara seria y la desesperación se apoderó de mi cuerpo.
-¡Que traman ellos por Dios! -Exclamé para mí, me quité la coleta del cabello dejando mi pelo alborotado, descalcé mis pies en pocos segundos y me desvestí enseguida para acostarme decúbito abdominal y en ropa interior sobre mi cama- ¡He hecho todo lo que ellos han querido! Acepté estudiar en la universidad y al parecer están tramando al algo conmigo como si fuese una niñita. Yo soy una adolescente mayor y hasta madre fui alguna vez –dije para mí misma y reflexionaba, aceptando que no era algo pasado sino presente y hasta futuro cuando volviera a recuperarla- al pensar en mi hija a mi mente llegó la imagen del profesor de matemáticas al presentir que Darwin era el primer sospechoso…
La incógnita de horas atrás cuando salí de la escuela volvió a llegar a mi cabeza… ¿será él el dueño de la billetera encontrada o me estaré equivocando?
Mi estómago rugiendo no me dejaba pensar, me coloqué una ropa cómoda y me dirigí hacia la cocina, serví el pollo frito y mientras le daba movimiento a la mandíbula para comer mi mente estaba lejos, muy lejos tratando de averiguar la mejor manera de acercarme a él para que me diera explicaciones acerca del contacto que tiene con esa niña.
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-¿Mañana? -No podía esperar al otro día para descartar si ese hombre no tenía nada que ver con mi hija. Así que al salir de la clase de lenguaje y con la evidencia en el bolsillo me acerqué al cafetín de la escuela, todos sabían que el profesor más joven acostumbraba a tomarse un café en media mañana.
El sitio estaba concurrido por estudiantes, lo percibí al entrar; visualicé a Darwin sentado frente a una mesa en un rincón, era mi oportunidad, aquel estaba sin compañía mirando a través de su celular, un plato vacío con unas servilletas arrugadas más una taza de café con el contenido por la mitad es lo que había en su mesa.
-Buenos días profe ¿cómo está? –Saludé con una sonrisa disimulando mis intenciones.
Sentí que me ignoraba al no levantar la mirada. Imaginé que él estaba acostumbrado a que las adolescentes intentaran llamar su atención.
-Buenos días –respondió con voz seria con la vista fija hacia su objeto tecnológico.
-La primera norma del buen oyente es mirar a la persona que habla –expresé en modo arrogante, al percibirlo como un profesor mal educado.
-Hola, disculpa, ya te atiendo. Estoy haciendo un pago electrónico –me miró por tres segundos y luego volvió a bajar la vista.
Para calmar mi impaciencia me senté en la otra silla junto al lado. El olor de su perfume atravesó mis fosas nasales que hizo ponerme nerviosa al recordar aquella escena en la disco cuando él se acercó a mi mesa para hacerme compañía. No era mi intención que esa imagen llegara a mi cabeza. Quise salir corriendo. -‘‘Tiraré la billetera en la mesa y me iré… o mejor no se la entrego’’ –Pensé en el momento y me incliné para levantarme. Pero me contuve al escuchar la voz varonil.
-¿Cómo estás? ¿Has repasado las clases?
-Ah… sí –Respondí mirándolo con ojos de susto. Estaba desistiendo de la idea de que me reconociese. Extrañaría que me viera solo como una alumna poco estudiosa. Las dudas estaban alborotando mi cabeza.
-¿Cómo es que te llamas? Teniendo tantos alumnos se me olvidan los nombres –Dijo Darwin con una sonrisa que mostraron una dentadura casi perfecta.
-Nathalia.
-Bueno Nathalia, espero que estés preparada para la evaluación de mañana. Disculpa que no te había prestado atención hace rato, por estar con el teléfono. Tenía que hacer el pago del desayuno, ya que no acostumbro a cargar efectivo y el banco aún no me entrega la tarjeta nueva.
-‘‘Y yo pensé que era un hombre pobre por tener solo veinte dólares en la cartera’’ –Me dije a mi misma, y su comentario me hizo salir de las dudas, así que le entregué su pertenencia.
-Entonces esta debe ser suya –Estiré mi mano derecha con la billetera.
En vez de alegrarse la miró con asombro.
-¿Donde la conseguiste?
-¿Es de usted? -Pregunté colocando un rostro inocente.
-Sí es mía, pero no pensé que la había perdido por aquí.
-Cerca del baño, la conseguí cerca del baño –expresé mientras mi corazón latía rápidamente de los nervios.
-Dudo que hallas entrado al baño de hombres, si, se me había perdido en un baño, pero…
-En el baño del hotel –Expresé con voz firme luego de respirar profundo mirándolo a los ojos.
-¿Trabajabas como chica de mantenimiento en el hotel ‘‘Coctel Shoah’’?
-‘‘¡Este hombre es un tonto!’’ -Exclamé mentalmente con enojo y luego expresé- ¿Parezco una señora de limpieza? ¿A mi edad?
-O… ¿¡Eres ella!?
-Dilataste en reconocerme ¿verdad?
-No… no puede ser, ese club es para mayores de edad, si hubiese sabido que eras una colegiala jamás me hubiera acercado a ti.
-Pues, no me preguntaste mi nombre ni mucho menos mi edad.
-Me habías caído bien Nathalia, pero ahora veo la clase de persona que eres –Su ceño se frunció mientras me miraba con enorme enojo- ¡¿Vas a clubes nocturnos para seducir a hombres mayores y robarle su billetera?!
-¡Usted fue el que se acercó a mí en un inicio, y jamás tuve intenciones de robarle nada! ¡Usted fue el que dejó la billetera tirada!
-¡¿Y por qué te la llevaste?! Yo me regresé al hotel a buscarla y no estaba.
-Jugar con los hombres no es una cualidad mía, no lo mal entienda.
-Pues ya no quiero saber más de este tema. Ni siquiera deseo que me hables nunca. Voy a comunicarme con la directora para retirar matemática de tercer año de mi carga.
-¿Qué? ¡¿Ya no quieres darme clase por lo que pasó?! ¿Como si yo fuese la culpable? Mejor para mí. No quiero de profesor a un seductor que se aprovecha de las jovencitas –Expresé con ira mirando cómo se levantaba de la silla y me dejaba hablando sola.